El «reinado» como metáfora, realidad y sus significados

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Muchas palabras tienen una característica «polisémica»,  como es es el caso de la palabra «reino» que tiene diferentes significados. Como entidad política es interesante su génesis en la historia de Israel cuando se pasa de «jueces a reyes» (1). Ello está relatado en el libro bíblico de «los Jueces» (ver imagen de la entrada). En este caso es la predominancia del enfoque de que alguien poderoso exprese mi dignidad como pueblo (por lo tanto sea reconocido dignamente y con mis derechos) y me libere del opresor. Es relevante en la historia de este pueblo cómo se produce este pasaje (a solicitud del pueblo). En el capitulo 8 del libro de Samuel, este le advierte a su pueblo qué significa tener un rey (2), y que perduró hasta más allá de los tiempos de Jesús. De allí su incomprensión y decepción con el testimonio y mensaje de Jesucristo.

Este tema es retomado por el sacerdote Luis Casalá -en este video– a raíz del evangelio de San Juan (18,33b-37), donde se plantea si Jesús es el rey de los Judíos. En esta excelente reflexión se analizan los distintos significados e implicancias del mensaje cristiano sobre esta temática.

Ojalá nos motive a discernir mejor la cuestión del poder y podamos canalizar nuestra energía hacia un mundo más justo, más fraterno y por lo tanto mejor.

(1) Lo señalamos en esta nota.

(2) «Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.  Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.  Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros...«. El camino inverso se dio en muchos países, a veces transitoriamente como es el caso de Inglaterra con Oliver Cromwell o luego el pasaje donde la monarquía pasa a ser una figura simbólica, como es en la actualidad. También en un periodo de la historia de Francia donde se destituye al Rey Luis XIV, se genera la Revolución Francesa (con los nobles ideales de Libertad, Fraternidad y Solidaridad), esta va concentrando el poder en Robespierre, termina en un caos, aparece un ambicioso soldado (Napoleón Bonaparte) que escala en la carrera militar, luego deviene en Primer Cónsul de la República, y de allí Emperador de los Franceses y Rey de Italia, hasta que su carrera termina con la derrota en Waterloo y su exilio en Elba, donde fallece. En el caso argentino, en sus orígenes se debatió sobre la posibilidad de una monarquía (un descendiente de los Incas) constitucional al estilo británico, pero prevaleció la República. Sobre esta última cabe destacar la observación de Nicolás Shumway sobre ese período, en su libro «La Invención de la Argentina. Historia de una idea», donde señala la existencia de «pequeños reyezuelos» en los distintos caciques el interior. Podríamos decir que «el fenómeno monárquico» está vigente aún hoy en día, bajo apariencias democráticas que han dejado de estar vigentes en su esencia en distintos países (como es este caso) así como en quienes no aceptan los valores republicanos y la posibilidad de alternancia en el poder.

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