El peligro de quedarnos fijados a una época: el caso de los setenta

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Es natural que los seres humanos recordemos con mucha alegría, y otras veces con mucha tristeza, determinadas épocas de nuestra vida. El riesgo de lo primero es que idealicemos ese período e intentemos quedarnos fijados «en él» y, sin el adecuado discernimiento y adaptación, tratar de trasladarlo «tal cual» a la época actual así como a futuras.

Este tema se ha abordado, por ejemplo, en el Evangelio cuando se hace referencia al fenómeno de la transfiguración de Jesucristo. En el texto de Mateo 17, 1-9 (al igual que en los de Lucas 9, 28-36 y Marcos 9-12-13) se menciona la reacción de Pedro ante ese momento glorioso: «Señor, ¡qué bueno sería que nos quedemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías». Es decir, detener el tiempo y eternizar el momento, sin tener en cuenta lo que expresa la imagen de la entrada.

Muchos de quienes éramos jóvenes en los años setenta del siglo pasado, vivíamos en un contexto de fuerte crecimiento económico de postguerra con pleno empleo en muchos países, de «los dorados años sesenta«, del mayo francés, de la revolución cubana (al respecto es interesante esta serie documental)… entre otras cuestiones de contexto que parecían alumbrar un mundo de grandes transformaciones con mayor igualdad,  justicia y prosperidad sin límites.

Y sin embargo… era más complejo y difícil de lo que pensábamos. El primer y segundo shock petrolero que afectó la relación de los términos de intercambio y el crecimiento mundial, la financierización de la economía y el creciente endeudamiento, desigualdad y agravamiento del cambio climático, la revolución cubana que terminó siendo una versión caribeña del modelo estalinista y muy dependiente de la ex URSS, la violencia armada que no sólo emergió contra las dictaduras sino que hubo grupos que la continuaron en democracia (1)…., entre otros factores.

Para quienes ya estamos cerca del «final de la jornada de la vida» (2) nos es grato recordar la música de los sesenta, los setenta, los ochenta…, los ideales y sueños que teníamos de jóvenes, el recuerdo de tantas personas que dieron su vida por ellos, pero también es muy relevante reflexionar sobre las «idealizaciones» y deformaciones de la realidad que nos hicieron cometer muchos y, a veces, muy serios errores que derivaron en graves consecuencias. Es bueno y «sabio» reconocerlos, al igual que los sanos ideales, pero fundamentalmente tratar de transmitirlos -lo más respetuosamente posible- en un diálogo con las nuevas generaciones, para que no se incurra nuevamente en esos errores. Es cierto que cada generación tiene que hacer su propio camino, pero sería una gran pena no poder aprender de las experiencias ajenas -procesadas maduramente con los años- para poder seguir luchando por un mundo mejor teniendo en cuenta las consecuencias y, a veces, evitando posibles tragedias que nadie -conscientemente- desea.

(1) Sobre este tema vale la pena ver este video.

(2) Nos permitimos transcribir esta reflexión de Edgar Morin, 99 años (Filósofo y Sociólogo, Teoría de la complejidad): “Yo me he sorprendido por la pandemia, pero en mi vida, tengo la costumbre de ver llegar lo inesperado. La llegada de Hitler fue inesperada para todo el mundo. El pacto germano-soviético fue inesperado e increíble. El comienzo de la guerra de Argelia fue inesperado. Yo no he vivido más que para lo inesperado y la costumbre de las crisis. Y en este sentido, vivo una nueva crisis enorme pero que tiene todas las características de la crisis. Es decir que por un lado suscita la imaginación creativa y suscita miedos y regresiones mentales. Todos buscamos la salud providencial, pero no sabemos cómo.

Hay que aprender que en la historia, lo inesperado se produce y se reproducirá. Pensamos vivir de las certezas, de las estadísticas, de las previsiones, y con la idea que todo estará estable, mientras que todo comenzó ya a entrar en crisis. Uno no se ha dado cuenta. Debemos aprender a vivir con la incertidumbre, es decir tener el coraje de afrontar, estar preparados para resistir a las fuerzas negativas.

La crisis nos vuelve más locos y más sabios. Una cosa y la otra. La mayoría de las personas pierden la cabeza y otras se hacen más lúcidas. La crisis favorece las fuerzas más antagónicas. Yo deseo que sean las fuerzas creativas, las fuerzas lúcidas y aquellas que buscan un nuevo camino, aquellas que se impongan, incluso si están todavía muy dispersas y débiles. Podemos indignarnos con razón pero no debemos encerrarnos en la indignación. Hay algo que nos olvidamos: hace 20 años, un proceso de degradación comenzó en el mundo. La crisis de la democracia no ocurre solamente en América Latina, sino también en los países europeos. El predominio del lucro ilimitado que controla todo está en todos los países. Igual con la crisis ecológica. La mente debe hacer frente a la crisis para dominarlas y sobrepasarlas. Si no somos sus víctimas.

Vemos hoy instalarse los elementos de un totalitarismo. Éste no tiene nada que ver con el totalitarismo del siglo anterior. Tenemos todos los medios de vigilancia a través de Drones, de teléfonos celulares, de reconocimiento facial. Tenemos todos los medios para que surja un totalitarismo de la vigilancia. El problema radica en evitar que estos elementos se reúnan para crear una sociedad totalitaria e inhabitable para nosotros.

A la víspera de mis 100 años, ¿que puedo desear? Deseo la fuerza, el coraje y la lucidez. Tenemos necesidad de vivir en pequeños oasis de vida y de fraternidad.»

 

2 thoughts on “El peligro de quedarnos fijados a una época: el caso de los setenta

  1. Sabia reflexión. Cuando veo documentales History 2, referentes a fines siglo XIX y primera mitad del Xx me pregunto por qué no se lo proyectan a las sucesivas generaciones. Yo personalente no se como podría haber vivido. Pero no me gusta nada. Sabia película italiana del neoirrealismo «La vita es bella», la capacidad de adaptación sobreviviente es aterradora.
    Cuando con mi hija apelaba a un realismo de los «walking deads» no me lo aceptaba como un posible futuro. Si embargo como esquema de proyectos de poder tiene sentido. No deja de ser una pandemia.
    Cuando Greta T se quejó de que le robaron la infancia, no lo pude aceptar desde su vida de confort. En todo caso le están robando el futuro. A Ana Frank sí se la robaron.
    Y la 2da parte del siglo tampoco fue mejor, aunque mas disimulado por sus zonificaciones (Corea, Argelia, Vietnam, Afganistan……………
    Anoche en Dw documentaron que la zona desmilitarizada que separa N-S de Corea es un ideal de biodiversidad, luego de transitar la vida feliz de los norcoreanos de visita x la capital. Su unico «temor» es que los manden a campos de trabajo. Y asi………

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