El desafío de construir una esperanza sin optimismo en un tiempo turbulento

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Esta reflexión se basa en dos textos muy interesantes: «Esperanza sin optimismo» (de Terry Eagleton) (1) y «Vivir en tiempos turbulentos» (2) que contiene un largo y muy enriquecedor reportaje a Zygmunt Bauman.

En el primero se hace un recuento muy ilustrado de -prácticamente- todos los enfoques vinculados a la esperanza (desde los trascendentales hasta los terrenales) diferenciados de un optimismo que -aunque válido- muchas veces cae en la banalidad.

En el segundo texto hay un recorrido sobre las principales características de este tiempo turbulento, y sus posibles derivaciones. Es un desafío poder discernir sus causales, consecuencias y emprender los necesarios cambios para no ir hacia un mundo peor. Ojalá podamos encarar una esperanza sin optimismo para ir hacia un mundo mejor.

(1) Nos hemos referenciado a un comentario de Guillermo Oliveto en esta nota donde expresa: «es en este punto donde vale la pena recurrir a la tesis que Terry Eagleton desarrolló en su libro “Esperanza sin optimismo”. Al optimismo lo acusa de banal, inconducente y, sobre todo, improductivo. “Puede haber muchas buenas razones para creer que una situación va a acabar bien, pero esperar que ocurra así porque eres optimista no es una de ellas”. En cambio, revaloriza la esperanza, a la que muchos confunden con el optimismo distinguiéndola claramente de él. Afirma Eagleton: “Esperar significa proyectarnos nosotros mismos con la imaginación en un futuro que consideramos posible”. Incluso describe una diferencia importante con uno de sus parientes cercanos: el deseo. “La esperanza se origina en el deseo, pero le añade un cierto empuje o entusiasmo”. Es decir, la esperanza no es otra cosa que “deseo más expectativas” en el marco de lo posible. El imaginario de un lugar real, concreto, tangible donde llegar y las ganas, el entusiasmo y la convicción para ir hacia allí. Por eso la esperanza implica, irrenunciablemente, acción. En nuestra hora más oscura, no seamos optimistas. Tengamos esperanza»

(2) Agradezco la referencia a César González

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