Ceder o no ceder ¿es esa la cuestión relevante?

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Recientemente Máximo Kirchner expresó en la Cámara de Diputados “yo no quiero un país que tenga que ceder a los caprichos de los laboratorios extranjeros” y luego agregó “¿si así nos fue con los laboratorios cómo nos va a ir con el FMI?”.

La cuestión de ceder o doblegarse frente a otro es, sin duda, un tema de la mayor importancia y que hace a la dignidad de una persona o de un país. Por lo tanto deberíamos reflexionar profundamente sobre esta cuestión.

En primer lugar hay que preguntarse si las condiciones que pone el otro son un capricho o no. En el caso específico de vacunas que han tenido que desarrollarse muy aceleradamente, sin las condiciones temporales aplicadas en otras situaciones, la empresa fabricante buscará cubrirse de los riesgos que emergen. Uno puede aceptar o no esas condiciones. Si decide no aceptarlas debe tener alternativas de abastecimiento nacional o extranjero de calidad verificada internacionalmente y de entrega en tiempo y forma.

En el caso del abastecimiento nacional debería tener instituciones estatales y/o privadas de excelencia que hayan desarrollado todo el ciclo necesario para su producción y distribución (1). Para ello se necesita haber planificado y ejecutado una estrategia adecuada. Si ello no se realizó, no sirve para nada apelar a una queja inconducente, al voluntarismo y a dictar normas incumplibles.

De igual modo con la relación con el FMI y los acreedores privados. Si un país viene endeudándose crecientemente, sin poder hacer frente -de manera reiterada- a sus compromisos, su dirigencia debería preguntarse cuales son las causales de dicha situación, en qué se aplica la deuda y qué medidas institucionales público-privadas adoptar para hacer frente de manera solvente y sustentable al endeudamiento. Para ello debería contarse con un programa que ordene la macroeconomía y promueva el desarrollo. Ello debe ser consensuado como política de estado entre las principales fuerzas políticas, dado que sino no perdurará en el tiempo.

La emancipación y la soberanía se alcanzan sólo si hay un discernimiento adecuado de quienes somos (historia y presente) y hacia donde podemos ir de manera realista en el contexto global en el que nos toca actuar. Lo demás es un lamento y una apelación inútil que no sólo enreda al gobierno que tiene que resolver problemas, sino que nos confunde como sociedad llevándonos a la impotencia y al resentimiento. Nada bueno puede salir de esto último.

PD: Luego de esta reflexión se conoció esta nota con los graves problemas de suministro de la vacuna Spunitk.

(1) Algo se ha hecho recientemente en esta dirección. Esperemos se consoliden estas iniciativas con seriedad y profesionalidad.