¿Cambiar uno sin mejorar el mundo, alcanza?

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A lo largo de la evolución humana, nos hemos venido preguntando ¿quienes somos? ¿cuál es el sentido de nuestra existencia? ¿de dónde venimos? ¿hacia dónde vamos? ¿hay un Creador? ¿hay vida después de la muerte?…. entre otras cuestiones vitales. Las respuestas han sido muy diversas, y en esta nota abordaremos sólo enfoques (en particular uno: el de los estoicos) que se centran -desde una determinada cosmovisión- en la persona y su interioridad, más que en lo que podemos hacer para mejorar el contexto o el mundo (1)  que nos rodea.

Sabemos que el mundo moderno y posmoderno es complejo, lleno de incertidumbres, problemas y ansiedades, y se requiere de personas serenas y centradas que puedan interactuar con él. Es así como han florecido movimientos como el «new age«, la «autoayuda» y sus limitaciones, el budismo zen, y multitud de corrientes con especialistas en «Life Designer», «Brand Coach» o «Life Coach», Biodecodificación y terapias «alternativas» (de alguna manera asociadas a la psicología positiva) a las que venía ofreciendo la medicina tradicional, la psicología y el psicoanálisis. Estas últimas han quedado como una alternativa «más racional y seria» para muchas personas y para otras sólo para las patologías «graves». También desde la perspectiva cristiana han florecido muchas nuevas corrientes evangélicas (como la expresada en la «teología de la prosperidad«), frente al catolicismo y a las iglesias protestantes tradicionales. En líneas generales, y en la mayoría de los casos, todas estas nuevas expresiones están en armonía con uno de los preceptos del juramento hipocrático («lo primero es no hacer daño«) y según gran parte de su público (ya sea porque es así en realidad o sea por su efecto «inmediato» o «placebo») logran generar mayor autoestima, autoconfianza y espíritu positivo a quienes lo practican. Por lo tanto podríamos calificarlas de  tener características positivas (y -en general- «superficiales»), aunque -según nuestra opinión- nos parece más profundo converger o completarlo con enfoques como este, que articulen armoniosamente espiritualidad y ciencia.

Dentro de la vasta expresión cultural más arriba mencionada, como dijimos al principio, nos centraremos el estoicismo y el neoestoicismo (2). En esta nota (que se invita a leerla completa), titulada «¿Por qué los ricos abrazan una filosofía que predica que una gran fortuna es una gran esclavitud?» se hace un excelente análisis de esta corriente. Allí se expresa al comienzo que «del mismo modo que los productos y servicios de las grandes empresas tecnológicas, la filosofía de los estoicos, que muchos de sus CEO habían abrazado como una fe, se masificó convertida en una suerte de autoayuda para el siglo XXI. La resurrección de los estoicos entre los multimillonarios parece algo raro: ¿no eran unos pensadores que despreciaban los bienes materiales?».

Luego sigue diciendo que «para los lectores modernos es fácil malinterpretar lo que los estoicos entendían por “una buena vida”. En realidad muchos lectores equiparan tener una buena vida con ganarse bien la vida, es decir, con tener un trabajo bien remunerado. Los estoicos, sin embargo, pensaban que era perfectamente posible que alguien tuviera una mala vida a pesar de ganársela muy bien. Supongamos, por ejemplo, que esta persona detesta su empleo bien pago, o que su labor le causa conflictos internos porque exige que haga cosas que él considera que están mal.

Entonces, ¿qué debe hacer una persona para tener lo que los estoicos llamaban una vida buena? ¡Ser virtuosa! Pero, una vez más, virtud es una palabra que invita al malentendido. Depende de su excelencia como ser humano: de lo bien que realiza la función para la cual los humanos fueron diseñados. Del mismo modo que un martillo virtuoso (o excelente) es aquel que realiza bien la función para la que fue diseñado —es decir, clavar clavos— un individuo virtuoso es aquel que realiza bien la función para la cual los humanos fueron diseñados. Ser virtuoso, entonces, es vivir como fuimos diseñados para vivir; es vivir, como dijo Zenón, de acuerdo con la naturaleza.» Para complementar este pensamiento ver la imagen de la entrada con una frase de uno de los fundadores del estoicismo.

De lo anterior se desprende que hay que aceptar que «las cosas son como son» (lo cual es un principio de «realidad» muy importante) y para resolver los problemas que se nos presentan en nuestra actividad (3) pero reniega del protagonismo personal de todo cambio profundo de la realidad externa más allá de lo cercano, de lo micro y de innovar en el trabajo o la empresa. Un ejemplo histórico muy claro de esto es un célebre estoico, como el Emperador Marco Aurelio (4). «Fue emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores…La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita en griego helenístico durante las campañas de la década de 170, todavía está considerada como un monumento al gobierno perfecto. Se la suele describir como «una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura»». Fue un buen Emperador de Roma pero no pudo cambiar la realidad  de manera «significativa».

En pleno siglo XXI con grandes problemas que tiene la humanidad como el cambio climático, la gran y creciente desigualdad, las «nuevas pestes», las luchas por «la hegemonía» … lamentablemente el enfoque de los estoicos no alcanza para ir hacia un mundo mejor.

(1) En ecosistemas, como el de Silicon Valley, se habla mucho de «cambiar el mundo» (entendido como «cambio científico-tecnológico») así como en las corrientes de izquierda más extremas se habla de revolución (en particular como cambio radical de «las relaciones sociales»), aunque -lamentablemente- sus ideas han quedado anquilosadas como señala esta nota. Un cambio más realista, en lo macro, parece ser el caso europeo. Respecto de la sumatoria o agregación de acciones éticas individuales lo hemos abordado en esta nota, y experiencias como esta -lamentablemente- no abundan.

(2) En el artículo de Infobae se señala que «en estos viajes por el tiempo la filosofía estoica perdió su física y su metafísica (su concepción del modo en que funciona el universo) y lo que quedó fue su ética (su idea de lo bueno y lo malo en las acciones humanas), que se suele reducir a una línea: no controlamos lo que nos sucede sino solamente el modo en que respondemos a lo que nos sucede».

(3) En la nota de Infobae se expresa que los hombres de negocio que adhieren a esta corriente «han incorporado —a sabiendas o no— muchos de los principios vitales y los criterios de conducta que propugna el estoicismo, una filosofía diseñada para resolver los problemas y tener una vida buena”. Y en cuanto al entorno: “sobre todo, vigila esto: nunca estés tan atado a tus antiguos conocidos y amigos como para rebajarte a su nivel. Debes elegir entre ser amado por esos amigos y seguir siendo la misma persona, o convertirte en una persona mejor aun perdiéndolos”. Epicteto, nuevamente, en este caso asociado a Bezos: “La vida es demasiado corta para rodearse de gente que no sea industriosa”. Y a Buffett: “Es mejor juntarse con gente mejor que tú. Escoge socios cuyo comportamiento sea mejor que el tuyo e irás en esa dirección”. También ayuda a enfrentar el fracaso: con «las actitudes del desapego y la virtud que traen a los estoicos al siglo XXI en forma de autoayuda: “¿Perdiste la elección? ¿No te tomaron en cuenta a la hora de las promociones? ¿Recibiste una crítica mala? Todas estas cosas son pequeñas y fugaces dentro del todo mayor. Toda la riqueza perecerá en el infinito, toda la fama se desvanecerá. Nada serio se perdió realmente”, sintetizó Palmer esta moderna lectura terapéutica de los estoicos».

(4) Sobre su vida es interesante lo que expresa este link.

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