Próximo gobierno, planes sociales y trabajo

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Desde la década del setenta la pobreza se ha venido incrementando sostenidamente en Argentina, con distintas oscilaciones como en los años 2001 y 2002, y más recientemente por efecto de las devaluaciones del peso y no lograr una política económica consistente y de desarrollo (1).

En este blog hemos intentado presentar la problemática de la pobreza y de la economía popular (vinculada al trabajo), experiencias de políticas públicas, sobre el hambre cero, la importancia de la equidad, de articular las «distintas argentinas«, del desarrollo y otros temas conexos como el conurbano. La perspectiva de las elecciones presidenciales del 27 de octubre plantean nuevamente esta temática, en particular en las dos principales fuerzas políticas con más posibilidades de ganar. En el caso de Juntos por el Cambio su plataforma para las elecciones PASO no  especifica demasiado y por su parte el Frente de Todos en esta nota se desarrolla su enfoque.

Sobre esto último, y en base a la nota mencionada, el Diputado Daniel Arroyo (en la imagen de la entrada, junto a la actual Ministra Carolina Stanley) destacó que «las personas que reciben planes sociales se pueden dividir en tres situaciones: está el grupo de los que si la economía arranca, entran a trabajar; hay un segundo sector que aunque la economía vuele, tiene problemas de capacitación; y hay un tercer sector que está con problemas de adicciones, de salud, que es más difícil de insertar en el mercado laboral. Para esos tres grupos de beneficiarios de programas sociales, Arroyo tiene un plan: «Hay que armar un esquema de traspaso de planes sociales a trabajo que tenga tres dimensiones. Una, armar una red de 20.000 tutores (el cura, el pastor, la maestra) para generar el vínculo entre escuela y trabajo, entre planes sociales y trabajo. Hay que hacer una red, acompañar y construir un mecanismo para ayudar en la capacitación.

Para Arroyo, las áreas de la industria en las que estas personas se pueden insertar en el mercado del trabajo son los «sectores masivos como construcción, textil, comercio, metalmecánica, frigoríficos», entre otras. Una segunda dimensión del plan es la más parecida a lo que el macrismo llamó el «Empalme»: «Queremos que puedan convivir el plan social y el trabajo en blanco. Si una persona consigue un trabajo en blanco, queremos que pueda mantenerse 24 meses en el plan, hacer un empalme entre ambos, un esquema conjunto». «Lo estatal es seguro, y si uno toma un trabajo formal tiene el riesgo de quedarse sin las dos. Entonces la persona que consigue trabajo continúa en el plan durante 24 meses y se va quitando progresivamente. Es un proceso importante de acompañamiento y seguimiento«, analizó. (2)

«La tercera dimensión es un gran sistema de créditos no bancarios con una tasa muy baja, de 2% o 3% anual, para la compra de herramientas y máquinas», detalló Arroyo, que contó que «gran parte de la gente genera su propio trabajo». Esta pata del plan «apunta a artesanos, a pequeños emprendedores y a empresas recuperadas. Los créditos tienen una doble lógica: capitalizar, pero también desendeudar, porque muchos tomaron deuda a 200% anual en la financiera de la esquina. Esto permite que la gente saque la cabeza afuera del agua y vuelva a respirar«. Esa parte le demandaría al Estado alrededor de $20.000 millones que, sumado al programa de tutores, implicaría sumar otro gasto a un presupuesto que ya funciona con déficit fiscal en el marco de una recesión que no cede. Por último, Arroyo destacó que «todas las dimensiones del plan forman un sistema que tiene el objetivo de vincular a las personas que tienen planes sociales con el trabajo asociado al mercado interno«.

Esperemos que este tipo de enfoques, en el marco de un consenso socioeconómico y político -y de una economía sólida con un crecimiento que logre un desarrollo con equidad-, nos permitan revertir gradualmente la dramática situación de quienes viven en la pobreza.

(1) Cabe destacar que estas políticas no sólo se dan en países desarrollados, sino también en países como Bolivia.

(2) Respecto del programa empalme, según esta nota de Julian De Diego, destaca que sólo una minoría logra reinsertarse a través de esta modalidad. 

 

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