Un nuevo gobierno

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En el marco de una reconfiguración del escenario político argentino (que para algunos significa la intemperie), el balotaje presidencial dio como resultado la elección de la fórmula Milei – Villarruel.

Ella estuvo precedida de un gran debate público muy polarizado, donde se hizo énfasis en los peligros (y por consiguiente los miedos o el terror) que representaban aspectos específicos de ambos candidatos, y cuál era el menos malo o el mejor, según el eje de análisis que se adoptara. Por el resultado electoral también parece que se reflejó en un hartazgo (1) de la situación económica que no se pudo resolver en los últimos periodos de gobierno. Ello se reflejó así mismo en fuertes intercambios de opiniones en las redes o en distintos ámbitos (algunos llegaron a la descalificación o al agravio personal) por si se votaba por alguno de los dos o si se votaba en blanco. Iba fundamentado de argumentos considerados «decisivos» o «terminantes» por quienes los esgrimian (todos muy razonables  y respetables), por lo que fue particularmente difícil optar por algunas de estas alternativas en esta elección.

Habrá que ver, en la práctica, si las medidas del nuevo gobierno tienen consenso en el Congreso, o si funcionan o no las propuestas de quien fue electo (2), cómo será la transición hasta el 10/12 (en especial en la conformación de su gabinete y en lo económico) (3), el rol de los distintos sectores de la oposición, de los gobernadores, las reacciones de los distintos mercados….y en fin de la ciudadanía. Por el bien de la Argentina ojalá que se hagan efectivos gestos como este o similares.

(1) Una muestra muy puntual aquí o explicaciones más sofisticas como esta.

(2) Por ejemplo esta y cómo se dirimirán estas diferencias.

(3) Una de las dificultades es lo que aparece como desorden y la falta de un programa integral. 

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