En esta sección sobre el trabajo, hemos mencionado muchas modalidades. En esta nota se adiciona una vinculada con el «quiet vacationing», en particular en jóvenes que vienen haciendo «home office». En la misma se expresa que «ante la demanda de disponibilidad constante de los empleadores, muchos deciden tomarse tiempo libre sin hacer un pedido formal, mientras siguen conectados a través de correos o mensajes
Las discusiones en torno al empleo son variadas: desde la cantidad de horas y días por semana que se deberían trabajar hasta la conexión constante, el estrés y su consiguiente burnout. Ahora, los jóvenes que ganan terreno en el ambiente laboral —los millennials, nacidos entre 1982 y 1998, y los gen z, entre 1999 y 2009— ponen de moda una práctica para descansar en secreto: “quiet vacationing“.
El término puede traducirse como “vacaciones silenciosas”. Se trata de tomar tiempo libre de manera discreta, empleando diversas estrategias para no hacer uso de las vacaciones ni un pedido formal a los jefes, en parte debido a la valoración que estos tienen de la constante disponibilidad de sus empleados
La tendencia se acrecentó tras la pandemia, sobre todo en el caso de quienes empezaron a trabajar cerca de la fecha de cuarentena (la gen Z). Sobre este fenómeno, Andrés Hatum, profesor de Management y Organización de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, dijo: “Ese proceso, asfixiante para muchos [el encierro] para otros terminó en un proceso opuesto: la búsqueda de libertad laboral. Esto no significa dejar de trabajar, sino hacerlo con otras condiciones que, por supuesto, muchas empresas no soportan”.
En este sentido, tras la pandemia se creó una especie de nuevo código de trabajo, con el home office, aunque después volvió la presencialidad. Para el especialista el problema es la dispersión entre lo que la gente quiere y lo que las empresas están dispuestas a hacer: “Hay compañías que usan tecnología para saber cuántas horas están [los empleados] frente al teclado. Una estupidez. Hay que cambiar el concepto del ‘delivery’ del trabajo: pasar de sumar horas ‘culo silla’ a evaluar los entregables y resultados”.
Un ejemplo de quien lleva a cabo la práctica del quiet vacationing es el de Lucía, de 23 años, quien trabaja de social media y digital manager, y, por razones obvias, contó su experiencia utilizando un seudónimo. Hace unas semanas se fue a Brasil por nueve días sin avisarles a sus jefes. “Me iba a la playa y cada dos horas, más o menos, volvía a la computadora. Tenía que hacer que trabajaba, más que nada muy temprano o a la noche”, contó.
Como no quería gastar sus vacaciones, llegó a conectarse a la red wifi de un barco para responder mensajes y correos en medio de una expedición. Su trabajo suele ser a distancia, por eso no fue difícil llevar este método a cabo. “Hubiera disfrutado más el viaje si realmente me tomaba vacaciones, sí, pero no las quería gastar, y de todas formas pude descansar de mi rutina”, agregó.
Por su parte, Jorge Catelli, psicoanalista y miembro titular de APA, realizó un análisis etimológico para abordar la problemática actual. Explicó que la palabra “trabajo” deriva del latín “tripalium”, un elemento de tortura parecido a un cepo y compuesto de tres palos. “Es decir que eso de que el trabajo dignifica es muy discutible, es la versión que le conviene a los núcleos de explotación en general. Lo que dignifica es el pago del trabajo, porque los esclavos también trabajaban y, sin embargo, no era una actividad digna. Ahora las nuevas generaciones se empiezan a animar a un nuevo desafío”.
También Martín, otro seudónimo, se sumó a la práctica. Tiene 28 años y trabaja de diseñador gráfico. En junio viajó a Bariloche juntando tres días laborales con el fin de semana, sin avisar a sus empleadores que iba a estar fuera de la ciudad. “No quería que pensaran que no iba a ser productivo, así que no dije nada, y me conectaba desde allá todos los días para responder consultas o contar cómo venían los distintos proyectos en los que tenía que trabajar”, detalló.
Respecto de la concepción de productividad, Hatum dijo: “Hay que borrar esa idea. La pandemia nos enseñó que pudimos trabajar a distancia sin problemas. Mi pregunta es, entonces, ¿por qué tenemos que seguir trabajando de la misma manera como lo hacíamos antes del covid? Pareciera que no aprendimos nada. La gente asimiló esto antes que las organizaciones, que se quedaron en la prehistoria y, cual paquidermos, están pensando lentamente cómo amortizar la inversión en las oficinas corporativas que ya pocos usan”.
Algunos de los métodos más comunes para esconder que se está trabajando en medio de un descanso incluyen programar correos en horario laboral o, en los casos en donde se controlan a distancia los movimientos del mouse o monitores, mantener ambos activos con frecuencia.
Las nuevas generaciones
Los puntos a considerar respecto de la interacción entre ambos aspectos de la vida son varios. Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity y consultora de investigación y tendencias, detalló, en diálogo con LA NACION, las concepciones del empleo que tiene cada generación.
La gen Z no está dispuesta a “hipotecar” su vida en el presente por un futuro mejor, porque no sabe si lo habrá. Incorporaron la frase “vamos viendo” para demostrar que nada está totalmente definido o planificado. Valoran la libertad, incluso si esto implica postergar responsabilidades, por eso eligen proyectos más pequeños que les den flexibilidad y autonomía. Los millennials se caracterizan por la adaptabilidad y también buscan la independencia y el equilibrio entre la vida personal y sus carreras.
Ambos ponen de relieve el tiempo libre, los viajes y el bienestar ante las exigencias laborales de hoy. “El balance se vuelve cada vez más complejo. Por tanto, se observa a nivel mundial el fenómeno de quiet vacationing. Se manifiesta trabajando menos pero sin que se note, para evitar despidos, tomando vacaciones solapadas sin informarlas o asumiendo puestos de menor responsabilidad para evitar el estrés y las presiones”, explicó la especialista.
Catelli lo tomó, a su vez, como el “nuevo desafío” de las generaciones más jóvenes, que tiene que ver con la posibilidad de no “responder a pies juntillas” lo que se demanda de ellos en cuanto a la exigencia laboral de la historia moderna. Así, el fenómeno de las vacaciones silenciosas serían, en realidad, una ruptura cultural y simbólica intergeneracional.
“Esto es una situación absolutamente disruptiva para quienes crecimos y nos criamos en lo que antiguamente llamábamos ‘cultura del trabajo’. Pero la cultura del trabajo también está marcada, sobre todo en nuestra sociedad, la argentina, por lo que fue herencia de la cultura inmigrante, que implicaba la cultura de la valoración del esfuerzo”, repasó el psicoanalista.
También Mociulsky remarcó que hoy se está “cambiando el paradigma” del ámbito laboral: mientras que hasta hace 10 años era prácticamente inaudito tomar días libres por salud mental, hoy existe la “renuncia en silencio” o “quiet quitting”, que implica realizar las tareas estrictamente necesarias y no más.
Al referirse a los factores principales que impulsan a tomar vacaciones silenciosas destacó la ansiedad de solicitar días de descanso, la presión por estar siempre disponibles, y el sentimiento de culpa y preocupación por la percepción de sus jefes. “Esto obedece a diversas causas y factores: no ven necesario seguir el patrón tradicional de vacaciones, sienten culpa por descansar, preocupación por impresionar a sus jefes, reciben mensajes a toda hora todos los días y esto les genera agotamiento y ansiedad”, sostuvo.
Hatum enfatizó que, además, esta actitud es un grito o pedido de liberación: “¿Equilibrio trabajo y vida? Olvidate, no se consigue. Mi generación, la X (nacidos entre 1964 y 1980) buscó ese equilibrio, no lo encontró, se perdió debajo de la alfombra corporativa. Pero las nuevas generaciones no buscan equilibrio, saben que no lo van a encontrar. Las nuevas generaciones buscan integrar el trabajo a sus vidas, para que la vida tenga sentido”.
Por otro lado, Mociulsky se refirió a otra reacción que suelen compartir los millennials respecto del trabajo: “Estas generaciones informan un incremento en los niveles de agotamiento debido a las tensiones laborales. Las redes sociales también tienen un impacto en su salud mental”. Sus principales factores de estrés son el futuro financiero, tanto diario como a mediano y largo plazo, y la salud y bienestar de sus familias.
Básicamente, la tendencia del quiet vacationing se relaciona con las nuevas prioridades: la autoconciencia y el cuidado personal, que hoy son más importantes que el éxito profesional: “Hoy los jóvenes están dispuestos a sacrificar la estabilidad laboral en busca de una vida más equilibrada y satisfactoria”, concluyó.
Finalmente, Catelli también expresó que, desde el punto del psicoanálisis, el nuevo fenómeno actúa como si fuera una “vía para sortear lo que antes se consideraba una responsabilidad ejemplar y una autoexigencia dañina, porque implica estar sometidos a la demanda externa, que se acrecienta por la demanda interior, y que puede generar enfermedades psicosomáticas”.
Un fenómeno laboral que seguramente perdurará.