Cambiar el mundo ¿es ilusorio?

Sabemos que el mundo, en tanto universo conocido, viene cambiando o evolucionando desde hace aproximadamente 13.700 millones de años, con sus galaxias, estrellas y planetas, entre los que se encuentra el nuestro. La especie humana también, donde se vienen haciendo descubrimientos de orígenes de millones de años, siendo la más evolucionada desde hace miles de años.

Los genes han seguido evolucionado (así como en la actualidad la biotecnología ya los puede editar y modificar, tomando «el control en sus manos») y la cultura ha tenido un rol protagónico. Sobre la misma sabemos que pasamos de ser recolectores y cazadores nómades, a sedentarios domesticadores de animales y plantas, donde se fue dando un proceso de distribución del trabajo, aparición del excedente, la propiedad, el estado, la familia así como una creciente individuación que se fue modificando (cambios tecnológicos y de relaciones sociales) y sofisticando hasta nuestros días. Por lo tanto el mundo viene cambiando y seguirá cambiando. Hay algunos aspectos que están fuera de nuestro alcance y otros –como los que venimos de mencionar– que dependen de nosotros.

Respecto de estos últimos, lo que queremos con esta nota es preguntarnos si los humanos podemos darle alguna direccionalidad a este cambio, o no. Aquí hay distintos enfoques, entre los que encontramos los siguientes:

  • no podemos darle ninguna direccionalidad: sólo adaptarnos. Sería tomar una parte del enfoque darwinista, y como metáfora una imagen de un animal: el arquetipo sería el camaleón,
  • los seres humanos somos naturalmente malos (Hobbes, Maquiavelo…) y a lo único que podemos aspirar es, a través de la ley y el Estado, a convivir sin matarnos y de la mejor manera posible. Una versión más tenue sería que lo que predomina en nuestros vínculos son los intereses de cada uno y el mercado sería el mejor mecanismo para armonizarlos (aquí también hay variaciones respecto del rol del Estado: desde un encuadre general hasta distintas formas de intervención). La política sería la mejor manera de cambiar (1), y la violencia (al interior de los países o entre países) (2) la peor,
  • los seres humanos somos naturalmente buenos (Rousseau) pero el proceso de división del trabajo, aparición del excedente y la lucha por su apropiación (la cuestión de las relaciones de poder) van a dar origen a la desigualdad. La economía clásica va a entender que la complementariedad de la división del trabajo a través de la economía de mercado y la competencia va a conducir al progreso y a la riqueza de las naciones. Por su parte la economía marxista planteará que esta es una modalidad de  producción de explotación del hombre por el hombre y qué solo se puede resolver por la socialización de los medios de producción, en general a través de un proceso autocrático. Las alternativas socialdemócratas buscarán acotar la desigualdad generando un piso de bienestar y un techo para la concentración del ingreso por vías democráticas,

entre otras. Los últimos dos enfoques plantean la posibilidad de darle un sentido al cambio y a la evolución que depende de nosotros. En algunos casos predominará la articulación entre sabiduría y practicidad (como metáfora se puede plantear la imagen de el erizo y el zorro) y en otros casos la tentación de «ir por todo», con la consiguiente violencia (la aplicación del camastro de Procusto) e inviabilidad a mediano y largo plazo. También estarán los que pueden caer en «un optimismo bobo» (o en meras expresiones de deseo), y por otro lado los escépticos. Estos podrán oscilar entre dudar de todo y no hacer nada, o aquellos que su escepticismo les dará un espíritu crítico para discernir lo que es posible de lo que no lo es (en particular a corto plazo).

Sin duda el cambio personal y cultural será fundamental para expresarlo en las dimensiones macro (políticas, económicas, tecnológicas y sociales). En la imagen de la entrada se muestra a Jane Goodall y su frase acerca de la importancia de la escala de las decisiones éticas para cambiar el mundo. Esto es coincidente con una cultura del compartir y enfoques sapienciales que valoran lo trascendente y el cambio hacia un mundo en paz (3). Ojalá que las distintas corrientes que quieren cambiar el mundo, con humildad y realismo, en un sentido de mejora continua puedan vencer al egoísmo, el individualismo, el pesimismo y la pasividad, y converger en sus prácticas hacia un sentido profundo del mismo.

(1) aquí entrarían todas las formas no violentas de buscar resolver los conflictos, promover y ampliar derechos ciudadanos y vinculados con el medio ambiente, las personas con un enfoque realista, o aquellas que combinan escepticismo con ciertas cuotas de esperanza de poder contribuir en algo a un mundo mejor. También aquí están las principales modalidades de abordaje frente a un capitalismo desigual.

(2) pensadores como Malthus le agregarán a las guerras, la pobreza y el hambre, las enfermedades y las pestes, así como las catástrofes naturales, como modalidades de cambio.

(3) es el caso de San Francisco de Asis con su «oración de la serenidad» donde invoca y ora a «Dios mío, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, y la sabiduría para conocer la diferencia. Viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia la paz…»

Lo Universal y lo Particular

La inteligencia y la curiosidad humana busca entender los distintos fenómenos de lo universal y lo particular. La creencia en Dios es una expresión de la búsqueda del «Todo» así como la denominada «teoría del todo» en la ciencia (en especial en la física) van en la dirección de lo universal y de allí a entender y correlacionar las imbricaciones de lo diverso y particular. En las distintas disciplinas científicas esto también se reproduce en las diferentes corrientes.

Algunos ejemplos de lo anterior se da en la economía, en especial con la modernidad cuando nace como ciencia. En la nota que escribimos en «otras economías», señalamos que una de sus características es su «carácter universalista y cosmopolita: las leyes económicas se suponen válidas en todo tiempo y lugar y las diferencias de un país a otro son “despreciadas” o consideradas sin importancia». Este paradigma supone, por ejemplo, que fomentar la competencia perfecta es lo ideal para cualquier país y circunstancia. Hoy sabemos que lo «de perfecta» es prácticamente imposible de lograr, que el competir -bajo instituciones claras, no discrecionales y transparentes- es importante (en particular en una economía capitalista), pero se subestima o no valora lo competente que comparte a través de distintas formas de reciprocidad u otras formas de intercambio, ni tampoco muchas veces resuelve -entre tanto- las formas de desigualdad que se van produciendo hasta llegar a ese ideal.

En cuanto a la economía marxista (además de lo que escribimos en una nota) terminó predominando -en particular en la experiencia soviética- un enfoque lineal y universal pasando por el desarrollo industrial para luego llegar al socialismo y al comunismo. Una militante revolucionaria llamada Vera Zasúlich le consulta a Marx sobre la experiencia comunitaria rural del caso ruso, si hay que anularla pasando a la industrialización directamente o puede ser una base para la instauración del socialismo. Marx le contesta el 8/3/1881: «El análisis presentado en El capital no da, pues, razones, en pro ni en contra de la vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial que de ella he hecho, y cuyos materiales he buscado en las fuentes originales, me ha convencido de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia, mas para que pueda funcionar como tal será preciso eliminar primeramente las influencias deletéreas que la acosan por todas partes y a continuación asegurarle las condiciones normales para un desarrollo espontáneo» (1) Esta carta y este enfoque fue ocultado por los líderes de la revolución bolchevique de 1917.

Un pensador que trató la temática de lo contextual y particular fue el filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch, del cual hemos extraído algunas de sus ideas en la imagen de la entrada. Frente a la pregunta: ¿qué es la filosofía?, responde: «es una cultura que ha encontrado su sujeto«. Se centra en la crítica al desfasaje, o a la descontextualización del sujeto que piensa de la del sujeto cultural. Una muy buena síntesis de este pensador la podemos visualizar en este video donde el filósofo Carlos Cullen comenta su enfoque y anécdotas sobre el mismo (también hay textosotros videos complementarios donde se lo relaciona con «la América profunda») (2).

El enfoque de Kusch es muy valioso y significativo, aplicable a lo que venimos de mencionar más arriba (de la corriente principal de la economía o de una perspectiva lineal del marxismo), así como a otras situaciones que -con un ejemplo concreto- vamos a comentar en el párrafo siguiente. Todo ello sin caer en chauvinismos, negación del diálogo intercultural y la evolución, o el camino particular hacia la complejidad que la ciencia va evidenciando, valores universales que aspiramos y vamos construyendo como los derechos humanos, la justicia, la libertad, la solidaridad, el amor en todas sus dimensiones…

El ejemplo concreto que venimos de hacer mención, está relatado en un excelente libro de Osvaldo Peiretti, denominado «Asociativismo y Educación en un Plan de Desarrollo Rural» (Ediciones CGCYM, Buenos Aires, 2017), que analiza la experiencia de «El Proyecto Rio Dulce», en la provincia de Santiago del Estero, de Argentina, en particular como proyecto de desarrollo rural integral. El análisis es amplio pero se centra en un sub-proyecto de colonización y rehabilitación (financiado por el BID: Préstamo No. 136/SF/AR) en la Colonia El Simbolar, llevado a cabo por la Corporación del Rio Dulce, en el período 1970-1991. Sin pretender sintetizar 277 páginas del texto, podemos afirmar que, si bien las intenciones eran muy buenas plasmadas teóricamente en un modelo de aplicación general del BID, en ese contexto histórico institucional la mezcla de colonos con evacuados de inundaciones, las consignas confusas, cambiantes y -a veces- autoritarias a los destinatarios, que los flujos de fondos del préstamo no llegaban para el momento de la siembra y cosecha sino después (por cuestiones burocráticas con los consiguientes efectos desestimulantes), y en definitiva no tener en cuenta estos elementos históricos-territoriales, y no haber podido generar una construcción socioeconómica democrática de abajo hacia arriba con las diversas culturas, mezclados con incentivos -en la práctica- inversos a una construcción asociativa y de economía solidaria, terminó fracasando en estos objetivos.

La sabiduría de la filosofía que nos ayude a discernir sobre la verdad de lo universal y lo particular de cada caso es compleja y difícil, pero necesaria. El Rabino Abraham Skorka en una nota expresa que «la verdad no fue concedida a los hombres. Tenemos que buscar la verdad a través del diálogo, los consensos, firmar contratos sociales; un diálogo real, sincero. En la literatura rabínica hay un pasaje escrito hace 1800 años que es brillante. Dice “que el ángel de la verdad no estaba presente en el momento en que fue creado el hombre. De esto se desprende que -como humanos- con humildad, apertura mental y diálogo entre las personas, contextualizados en distintas culturas, diversas corrientes y enfoques científicos, podemos gradualmente converger hacia un mundo mejor, si aprendemos de nuestras limitaciones y errores.

(1) Una versión más detallada se puede encontrar en este link. Agradezco al Lic. Norberto Crovetto la referencia.

(2) Hay enfoques recientes que analizan la realidad a través de cómo se expresa una identidad compleja del sujeto o persona frente a su contexto. Una versión de ella se encuentra al comienzo de esta nota que luego pasa a abordar cómo enfocan los modelos de integración de las culturas inglesa y francesa la cuestión de la igualdad.