La Verdad

Sabemos que la fuente de la Wikipedia, en oportunidades, debe ser re-chequeada (ella misma lo afirma en ocasiones específicas), pero -en general- ofrece buenas síntesis de distintos puntos de vista. En el caso que nos ocupa (la temática de «la verdad»), dice al comienzo de su explicación en español que, «el término verdad se usa informalmente para significar la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere1​ o la fidelidad a una idea. El término se usa en un sentido técnico en diversos campos como la ciencia, la lógica y matemáticas o la filosofía.

El uso de la palabra verdad abarca asimismo la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en general; también el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades: los hechos o la cosa en particular;​ y, finalmente, la relación de los hechos o las cosas en su totalidad en la constitución del Todo, el Universo.​ Las cosas son verdaderas cuando son «fiables», fieles porque cumplen lo que ofrecen.​ El término no tiene una única definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos y las teorías sobre la verdad continúan siendo ampliamente debatidas».

Ha tomado recientemente una «nueva actualidad» vinculada a la problemática y al debate sobre «las noticias falsas» o «fake news«: ya sea vinculadas a cuestiones de comunicación de Facebook -y las reacciones que ello provocó- o a intencionalidad política (su relación con el concepto de posverdad) y a preguntarnos ¿por qué no cambiamos de opinión aunque nos demuestren que estamos equivocados?. Esto último se lo vincula a limitaciones de la razón, sesgos cognitivos o al concepto freudiano de «desmentida«. En esta línea se puede agregar lo que pone en evidencia este video.

La frase de la entrada del científico Max Planck es muy dura, y podríamos decir que conlleva una visión «pesimista» de este fenómeno. Hay visiones más «optimistas», como es el caso de la expresada en la versión cristiana de la «parábola del sembrador» en el Evangelio. En la versión de Mateo (Capítulo 13) dice: «Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:

He aquí, el sembrador salió a sembrar.
 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
El que tiene oídos para oír, oiga.»

Esta parábola nos hace referencia a que «la verdad, desde el punto de vista cristiano» sólo puede prosperar en «la buena tierra» (Jesús explica al final de la parábola que conlleva esto). Es una invitación sapiencial (del «sembrador») a quienes puedan estar «abiertos a oír«, y por lo tanto excluye cualquier tipo de imposición o violencia de sus mensajeros (1). Para que esta invitación sapiencial fructifique en nosotros, según Grün y Steindl Rast, es necesario diferenciar el ego del “self”, que algunas corrientes llaman el “yo espiritual” o el “yo mismo”. Mientras que el ego se reconoce por su necesidad de mostrarse, el “yo mismo” se manifiesta en “ser uno con el otro”. Y en relación a los miedos que nos habitan, y en una conferencia dada en Argentina, propusieron amigarnos con ellos y a diferenciarlos del temor, una actitud que se resiste hasta convertirse en pánico.

Podríamos agregar que «los mensajeros» de la verdad  (en sus distintas expresiones -como las religiones– y campos desde las ciencias hasta la política) deben ser personas (o instituciones) «fiables» y «mensajeros de la paz» (por lo tanto de las distintas expresiones del amor). Esta es una restricción importante, dada nuestra limitada y débil condición humana (en el caso de las instituciones se complica adicionalmente cuando juega «el poder», y uno de sus recursos como es «el dinero»), y que nos desafía a estar en constante revisión crítica y actitud de humildad tanto en el conocimiento de la misma como en su comunicación eficaz a los distintos públicos.

Sin duda, la búsqueda de la verdad (compleja, que se nos va revelando de a poco, que está relacionada con la sabiduría…) es un requisito indispensable para la búsqueda y construcción de un mundo mejor.

(1) Esto se complementa con la afirmación de que «la verdad os hará libres» y «Yo soy el camino, la verdad y la vida«.

El mundo en trincheras, lo binario y el abuso del enfoque comparativo

La lucha entre lo que consideramos “bien” y lo que consideramos “mal” puede tomar diferentes características.

Comenzaremos por las que eliminan “los matices”, los “grises”, la complejidad… Por lo tanto son “absolutos”, y generalmente van acompañados de un enfoque integrista y religioso, de lucha contra “los infieles” o personeros del mal. Entonces hay que colocarse en trincheras (no hay términos medios) entre una y otra parte del conflicto (como diría Laclau o Carl Schmitt) y en función de esto –por ejemplo- “si criticás al chavismo” es porque “estás con el imperialismo y el neoliberalismo” (y se nomina a los que se consideran sus representantes). Sólo hay “dos lados” y por lo tanto “¿de qué lado estás?”.

Lo binario o mundo sólo dual tiene que ver con enfoques antiguos como el “maniqueismo” (derivado del sabio persa Mani o Manes, c. 215-276), que gozan de buena salud en pleno siglo XXI.

Otro enfoque que se utiliza para “defender la trinchera” es “universalizar las comparaciones”. No se puede, por ejemplo, criticar en qué ha derivado la revolución bolivariana, sin hablar de México, Brasil, Argentina, Estados Unidos…. y por lo tanto equiparar situaciones (a veces muy disímiles y puntuales). La conclusión que se derivaría sería: “esto se da en todas partes, y a veces peor, por lo tanto no critiquemos o no exageremos”. De ahí que matar a más de cien civiles desarmados en un país sería equiparable a reprimir con gases lacrimógenos a movimientos sociales que bloquearon una avenida en otro país. Entendemos que esto esconde “un sesgo cognitivo” y una “desmentida o renegación” que no posibilita poder admitir que algo noble y bien intencionado haya derivado en una tragedia (y por lo tanto hay que «relativizar su análisis»).

Tampoco el «enfoque de trincheras» binario, religioso (con mistica revolucionaria) y transformando ideales en idealización, permite analizar los distintos aspectos que componen las políticas públicas en los distintos países, porque no se está razonando tratando de buscar una verdad compleja sino que se está en guerra (o conflicto muy acentuado) de ideas para que “triunfe el bien sobre el mal”

Si no podemos debatir con cierta racionalidad, asumiendo que podemos tener visiones diferentes, no convergeremos hacia un mundo mejor.