Sabemos de la importancia del dinero, y de los distintos enfoques que ha tenido en la historia (como se ha tratado de resumir en esta reflexión). Una de sus funciones, vinculadas a los distintos tipos de ahorro y de inversión, es que permita -al menos- preservar el ahorro y, de ser posible, incrementarlo (difícil con tasas de interés nulas o negativas) así como de invertirlo productivamente (hoy diríamos en energía y producción limpia y reciclable) y no meramente especulativas.
Desde la Edad Media las finanzas ya fueron importantes, pero es desde la década del setenta del siglo pasado como el proceso de financierización de la economía mundial toma mucha predominancia como lo explican esta nota, esta y este link (1). La desregulación financiera en EEUU comenzada desde la época de Reagan tuvo, entre otros efectos, la crisis financiera de 2008 muy bien explicada por el documental «Inside Job» de Netflix (2)
Esta temática, lamentablemente, continúa hoy con implicancias vinculadas a la equidad y al rol del Estado, como lo señala esta nota de Eduardo Fidanza. Ahí se hace referencia al «estilo incisivo que lo consagró, Thomas Friedman, el columnista del New York Times, escribió en enero un artículo titulado “Made in the U.S.A.: Socialism for the Rich. Capitalism for the Rest”. ¿Qué invoca este título, que suena a un oxímoron? Algo aberrante para la narrativa del capitalismo clásico: desde hace décadas, los gobiernos de los países desarrollados están salvando de la ruina antes a los grandes propietarios de medios de producción ineficientes que a los consumidores. Y este comportamiento alcanzó un record absoluto con motivo del Covid.
Friedman se centra en describir las ideas de Ruchir Sharma, que no es precisamente un intelectual de izquierda sino el director de mercados emergentes y estrategia global de Morgan Stanley. En un ensayo publicado en el Wall Street Journal en julio pasado, Sharma sostiene que los rescates de empresas por parte de los gobiernos socavan las premisas del capitalismo, provocando consecuencias letales para la competencia, la productividad, la innovación y el reparto de la riqueza… El resultado es un capitalismo sobre endeudado, recesivo y deslegitimado, con evidentes desigualdades no solo entre estratos sociales sino entre sectores de la economía. Las unidades productivas eficientes, más pequeñas e innovadoras, son discriminadas y condenadas a competir en desventaja; los jóvenes carecen de oportunidades y se hunden en la desesperanza; la desigualdad se abisma provocando la lacerante pobreza mundial, amplificada por el Covid. Es el capitalismo para el resto que expone Sharma».
Es muy difícil cambiar esto, tal como queda evidenciado en el mencionado documental de Netflix, dado el poder de «cabildeo» del sector financiero en EEUU (y en otros países del mundo como Inglaterra y algunos de la UE), agravado por la presencia de funcionarios que provienen de los grandes grupos financieros (3) y actúan en roles claves del Estado. El rol de la sociedad civil, de los medios de comunicación y redes, serán claves para sensibilizar y presionar a la política, así como en la elección de los representantes que se elijan para el ámbito parlamentario y ejecutivo. Esto sería lo que permitiría implementar los cambios necesarios. Hay algunas iniciativas interesantes como esta, pero -por ahora- solo a nivel declarativo.
Es importante una nueva arquitectura financiera internacional, así como algunas medidas (además de las que se indican en el anterior link), que las vinculen con una nueva fiscalidad para disminuir la desigualdad y revertir el cambio climático, como las siguientes.
- Se propone insistir con instrumentos como la “tasa Tobin” (una “insignificante” alícuota a los movimientos de capitales) que ha sido muy resistida por el sector financiero de países como EEUU, Inglaterra y algunos de la UE. Si el G20 lo aprobara, los fondos derivados de la misma podrían ser administrados por el Fondo Monetario Internacional en proyectos aprobados por los países miembros con criterios de equidad, y aplicado a mitigar los efectos de la pandemia, la investigación y desarrollo de vacunas contra el Covid-19 y otros virus en curso (o potenciales), eliminación de la pobreza extrema y revertir el proceso de cambio climático, entre los principales objetivos,
- Ello debería ser acompañado de la eliminación de los denominados “paraísos fiscales” y la aprobación de lo que serían “buenas prácticas” a nivel internacional en el cobro de impuestos. Estas últimas podrían abarcar desde la eliminación de la regresividad de los impuestos, la desgravación o reducción impositiva para la economía verde y la industria del reciclaje (nacional e internacional como es el plástico en los oceanos), y todo lo que haga a un desarrollo sustentable. Acordar gravar los mayores ingresos y stocks de riqueza como se ha hecho en los países escandinavos y Japón (así como lo fue en EEUU en la época de la presidencia de Einsenhower), sin confundir activos con patrimonio neto (como lo ha hecho la ley argentina de “Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”),
- los impuestos recaudados en cada país se deberían asignar a proyectos y sectores concretos (y no al sobredimensionamiento de los estados), con un adecuado control social y parlamentario que eviten la corrupción, con eficiencia (mínimo costo para un buen standard o nivel de calidad), equidad y eficacia (en cuanto al logro de los objetivos y las metas),
- si cambiáramos la palabra “problemas” a resolver por la de enfrentar “enemigos universales”, deberíamos -además del cambio cultural de reducir la absurda ambición de hegemonía de muchos países- poder llegar a un acuerdo “razonable” de desarrme (comenzando por lo nuclear) que oriente los fondos de la industria bélica a la industria verde, a los vehiculos libres de carbono, a la eliminación de la contaminación existente, a la industria de la salud, a la industria que elimine la basura espacial y nos prevenga de los daños eventuales de meteoritos y ayude a mitigar otras catástrofes naturales (como huracanes, inundaciones, incendios en gran escala), a forestar y desarrollar agricultura en zonas desérticas y semidesérticas….
- en la reorientación de los fondos -y dado el impacto del cambio científico-tecnológico y otros fenómenos como las pandemias-, hay que implementar instrumentos orientados a garantizar un “ingreso mínimo” como los denominados de salario universal, renta básica o similares (como un buen seguro de desempleo), según las posibilidades de cada país y los recursos a escala global, acompañados de una educación y capacitación de calidad tanto para las generaciones actuales como las futuras y estímulos a la generación de trabajo,
entre otras medidas.
Por ahora es una utopía, pero es imprescindible insistir, insistir…..hasta que se vayan implementando, si queremos ir hacia un mundo mejor.
(1) También puede verse este link, o este texto sobre sus características en América Latina, y esta bibliografía: Epstein, Gerald (2005), Financialization and the World Economy, Cheltenham, Elgar; Fine, Ben (2013), “Financialization from a Marxist Perspective”, en International Journal of Political Economy, vol. 42, núm. 4, pp. 47-66; Lapavistas, Costas (2016), Beneficios sin producción. Cómo nos explotan las finanzas, trad. Carla Estevan Esteban y Laura de la Villa Alemán. Madrid, Traficantes de sueños; entre otras.
(2) Agradezco a Alejandro Gerardi la referencia. En esa línea se puede ver la película «Enron, los tipos que estafaron a América» (o esta) También puede verse esta explicación (agradezco a Elio Londero la referencia) y, con tono humorístico inglés este video (agradezco a Juan Kirschenbaum la referencia).
(3) Sectores de la banca con una mentalidad, enfoque y prácticas diferentes serán claves como lo expresa esta reflexión o esta nota (también se lo ha mencionado en este blog).