El resurgimiento del pensamiento antidemocrático

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La imagen de la entrada es la de Carl Schmitt, junto con un oficial nazi, que ha sido tomada de esta nota del diario El País, de España. En su libro «El Concepto de lo político» plantea que la política se desenvuelve en base a la antinomia amigo-enemigo (para más detalle se puede consultar este enlace).

Este pensamiento tuvo una gran influencia en el nazismo y en el fascismo. Sin embargo este enfoque radicalmente agonal es más amplio y es característico de todo régimen integrista (ya sea desde lo étnico, lo religioso, lo ideológico de extrema izquierda o de extrema derecha, etc.), autoritario extremo o totalitario, donde la historia y la cultura existente también inciden en que haya personalidades autoritarias. Cabe destacar que el fascismo es sólo una expresión particular de totalitarismo y -a veces- se lo usa como equivalentes, y esto es incorrecto.

Para aclarar aún más lo anterior es importante conocer la definición de fascismo que da Robert Paxton en su libro «Anatomía del Fascismo«, y es la siguiente: «Una forma de política caracterizada por una preocupación obsesiva por la decadencia de la comunidad, su humillación o victimización, simultáneamente compensados por cultos de unidad, energía y pureza. Cultos en los que un partido  con una base de militantes ultra nacionalistas comprometidos, trabajando en una colaboración incómoda pero sumamente eficaz con elites tradicionales, abandona las libertades democráticas y persigue con violencia redentora y sin limitaciones éticas o legales objetivos de limpieza interna y expansión exterior» (1).

La consideración que se viene de realizar sirve para discrepar -en un punto- sobre esta excelente nota de Juan Corradi sobre la resurrección del pensamiento antidemocrático, donde usa como equivalentes ambos términos. Más allá de esta precisión conceptual vale la pena leerla y, para quienes no tienen acceso, nos permitimos transcribirla a continuación:

«Se han cumplido cien años del nacimiento del fascismo en Europa. Hoy estamos presenciando su resurrección en el mundo entero. A pesar de su derrota por las armas en la Segunda Guerra Mundial el fascismo en realidad nunca murió.

Winston Churchill decía que la diferencia entre la política y la guerra está en que en la guerra se muere sólo una vez. En política la resurrección es frecuente. ¿Dónde anida el fascismo? Muchos dirán que anida en las emociones de un pueblo decepcionado por el sistema político, en particular el democrático.

Yo propongo otra hipótesis: el nido del fascismo no está en el corazón humano sino en su cerebro. Es un cierto tipo de razonamiento polarizante, un razonamiento que funciona con oposiciones simples del tipo nosotros/ellos. Su forma abstracta es la computación, los “bits” 0/1 de cualquier cálculo algorítmico.

La lingüística estructural distingue entre las relaciones paradigmáticas y las relaciones sintagmáticas. Las primeras son contrastes funcionales. El método semiótico incluye la identificación de oposiciones semánticas polares o binarias, por ejemplo “amigo/enemigo,” “público/privado,” etc. 

En el pensamiento político el caso más notable se encuentra en un libro publicado en 1927 por Carl Schmitt bajo el título de El Concepto de lo político en el que sostiene que toda relación política puede reducirse a la oposición “amigo/enemigo.” Schmitt intenta hallar una serie de distinciones que puedan servir como criterio para considerar un problema político. Son binarias, es decir, paradigmáticas.

Schmitt fue celebrado como el teórico del nacional-socialismo alemán. Su concepción de la política la reduce a una relación de fuerza, y rechaza todo campo de negociación y compromiso, que es la esencia de la democracia. El enemigo político “simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo.”

Tal concepción se distingue nítidamente de la reflexión de otro teórico, Norberto Bobbio para quien la gran contribución del pensamiento occidental es la idea de democracia como forma de gobierno dirigido por la razón en el diálogo y la libertad entre iguales, más allá de la lucha y la dominación. Es una concepción de lo político asociada a la paz, la inclusión y los derechos humanos.

Para un fascista, toda reflexión es síntoma de debilidad. La acción se antepone a todo razonamiento. El poeta Antonio Machado captó bien esta actitud en la España de su época (la fascista): “De diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. De la misma España Borges dijo: “Hablan con el aplomo de quien no conoce la duda”.

La prioridad de la acción ha conducido a igualar el fascismo con el irracionalismo. Umberto Eco escribió que la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de proto-fascismo (“alpargatas sí, libros no”). Sin embargo, hay un método detrás de la aparente locura, y se llama razonamiento binario, o “razón subjetiva” que hoy cunde en las pequeñas pantallas del Iphone y sus aplicaciones. Permite el cálculo rápido e irreflexivo en un mundo cada vez más dependiente de la inteligencia artificial.

Las redes sociales hacen uso frecuente de los opuestos simples. En términos semióticos rechazan el sintagma (frases lineales y a veces complejas) a favor de paradigmas simples. El lingüista Roman Jakobson llamaba a tal característica (presencia/ausencia de un elemento) marcación. El discurso fascista hace uso frecuente de la marcación de una característica distintiva a un significante antes desmarcado.

Por ejemplo, antes de la irrupción del nazismo en Alemania, la asimilación cultural de los judíos significaba que el judaísmo estaba desmarcado. Los nazis hicieron una intensa campaña de marcación (oposición judío/no-judío) para movilizar al pueblo en contra de ese grupo y promover su persecución y exterminio.

El uso de oposiciones binarias cultiva el odio en la polarización. Hoy la operación cunde por las redes sociales. Se trata de “colgar el cartelito” de discriminación y rechazar lo desmarcado como “camaleónico,” o “débil.” Se reduce toda ambigüedad a una marcación fuerte con términos opuestos. El “cortar por lo sano” es cada vez más el modo de hacer política. Valen tomar el poder y eliminar al enemigo. La soberanía se iguala al golpe y la dictadura.

El razonamiento anti-democrático tiene algunas de sus raíces en el uso difundido de oposiciones binarias y en la acción mediatizada por los algoritmos de nuestro andar cotidiano. El corolario político no es nada halagüeño. La verdadera reflexión parece quedar marginada en ambientes cada vez mas reducidos. Hoy el “hombre masa” de Ortega es un ser híper-informado pero incapaz de pensar con profundidad y serenidad.

Pero no desesperemos. La reflexión y la democracia no morirán. El fascismo encuentra resistencias y comete errores. Hasta hay un rayo de esperanza en la inteligencia artificial, hasta hoy basada en el cálculo binario. Estamos ante el umbral de la computación cuántica, que a su manera habrá de potenciar nuevamente el pensamiento complejo y multidimensional. Por ahora, hagamos descansar las pantallitas, suspendamos la matriz binaria y cultivemos la duda. No dejemos que futuros extra-terrestres nos consideren simios teledirigidos.”

(1) Agradezco a Israel Lotersztain la referencia.

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