¿El cristianismo como «forma de locura» para «el mundo»?

image_pdfimage_print

En este blog hemos intentado plantear distintos enfoques (tanto científicos como de diferentes creencias) que nos pueden acercar o nos pueden alejar hacia un mundo mejor.

En esta nota nos referiremos a una afirmación específica del Apóstol Pablo en su Carta a los Corintios, 1, 22-23, cuando dice que el mensaje cristiano «es locura para los gentiles» (1), que podríamos traducir de manera contemporánea como una «sin razón» (o una forma de locura) (2) de personas no creyentes en Dios (en particular en su versión cristiana) o «gente común del mundo».

El concepto de «mundo» tiene diversas acepciones (3), y desde el punto de vista cristiano se puede sintetizar en esta. Simplificando podríamos decir que son personas que -en general y no en todos los casos- tienen una gran valoración de lo material (muchas de ellas apegadas a esta dimensión) y a lo concreto o tangible, y con limitaciones para comprender vivencialmente el concepto de espiritualidad y trascendencia. También están las muy solidarias y las que buscan la justicia en lo terrenal, que no entienden porque Dios no interviene -de manera directa- en la historia humana para evitar tragedias como el Holocausto (o similares), o que consideran que «se desentiende del destino humano» (4). En este grupo heterogéneo de personas, también están las que tienen una gran valoración del poder (como dominio, y en especial en el ir por Todo), la gloria (como vanidad personal, grupal o nacional) y la riqueza como objetivo central de la vida humana (5).

Si entendemos la intervención de Dios en la historia humana, en su versión cristiana, como se expresa en los dioses de la mitología griega, no lo hace. Pero lo viene haciendo muy activamente, a través de los profetas de la antigüedad (y podríamos decir con «los posteriores hasta la actualidad»), enviando a Su Hijo, con su «rostro femenino» (la Virgen María), en su diálogo -a través de Su Espíritu- por medio de los santos, y de hechos excepcionales como «los milagros». Por lo tanto su modo de intervención es muy especial, respetando la libertad humana y «no desatendiendo su Creación». De todos modos quisiéramos también destacar que Su mandato se centra en responsabilizarnos para que juguemos nuestra «libertad positiva» involucrando nuestros talentos y esfuerzos humanos en «dar de comer al hambriento...». ¿Cual sería «la razón de Dios» para obrar de esta manera? No sabemos, pero podríamos hipotetizar que -tal vez- antes de la Creación, hubo un «mundo teóricamente perfecto», donde algo salió mal… Un ángel se rebeló y jugó su libertad en querer ocupar el lugar de Dios (similar al relato mítico del pecado original) y ese orden o paraíso «estalló» en un caos.  Ello habría dado lugar a un nuevo orden expresado en el universo (o en múltiples universos) y mundos que vamos conociendo, donde coexisten espíritu y materia, bien y mal. El ordenamiento del caos hacia el bien y la vida es un mandato de Dios, para todas las criaturas vivientes del Universo (6). Asimismo, y según el Evangelio, Dios ha reservado un lugar o espacio (en otra dimensión) «con muchas moradas«, para que vayan las almas -luego de la muerte- que han sido fieles a su mandato de amor en todas las dimensiones.

La presencia divina, además de lo expresado más arriba, se canalizó terrenalmente de diversas formas, y una de ellas fue permitiendo que Su Hijo fuera crucificado y muerto en este mundo, para luego resucitar y estar presente a través del Espíritu Santo. Para una racionalidad moderna y basada en evidencia empírica (7), sin duda es una «forma de locura».

De igual manera predicar el «desapego» (no la miseria o la pobreza material) frente a las enormes posibilidades que nos proporciona la época actual de acumular muchos bienes,  puede considerarse también como algo muy irracional o difícil de entender. Afortunadamente hay textos, como el de Erich Fromm, en «Tener o Ser«, (al igual que los vinculados a las implicancias que tiene sobre el cambio climático), que lo explican bien contemporáneamente, para quien pueda oír, quiera entender y tenga la disposición para cambiar.

Personas que me han formado, me han recalcado que los antiguos místicos decían que: «frente a Dios sólo se puede estar en silencio», y que es un misterio para nosotros los humanos (8). En ese sentido esta nota se podría catalogar como «una forma de locura» de quien la escribe, o sino como un acto de vanidad o de soberbia. Espero sepan ser tolerantes y comprensivos, y analizarla como un mero «ensayo» que busca compartir un discernimiento personal de algo tan complejo e inconmensurable.

PD: Agradezco a Alejandro Gerardi y Francisco del Campo sus valiosos comentarios.

(1) ¿Qué significa gentiles en la Biblia Reina Valera? hebreo goyim, griego ethne, gentes, naciones. Con este término, generalmente usado así, en plural, se designa a las gentes o los no judíos, que no pertenecían al pueblo elegido, a los incircuncisos.

(2) El trastorno psíquico denominado «locura» ha tenido distintos significados como expresa esta nota o esta fuente, y debe ser tratado por profesionales idóneos, a fin de evitar que la persona se dañe y/o dañe a los demás.

(3) De acuerdo con esta fuente «en el Tractatus de Wittgenstein, distingue “mundo” (el ámbito en que acaecen todos los ámbitos) de “universo” (el ámbito de objetos experimentalmente cognoscible por las ciencias naturales). Así, el universo ha de considerarse como un ámbito más dentro del mundo y se evita el error naturalista de reducir el mundo al ámbito de lo experimental. Para Gabriel, «el mundo no es ni la totalidad de las cosas, ni la totalidad de los hechos, sino aquel ámbito en que acaecen todos los ámbitos que existen»». Este último autor ha escrito el libro «Por qué el mundo no existe«.

(4) Bien planteado, por ejemplo, en el libro y la obra fílmica «El olvido que seremos«.

(5) No solamente en la versión materialista occidental sino también en la versión china, que se le atribuye a Deng Xiaoping, referida a que «enriquecerse es glorioso». Esto último parece estar en revisión en la China actual, por la generación de efectos «indeseados».

(6) El «fenómeno humano» en palabras de Teilhard de Chardin, se replicaría en otros seres vivientes inteligentes de todos los planetas con características similares a las de la Tierra.

(7)  El rechazo ya se producía desde los tiempos de Jesús y de Pablo. En el libro de Los Hechos de los Apóstoles, se relatan las «evidencias empíricas» que tuvieron sus discípulos directos de la resurrección de Jesucristo. De igual modo se podría decir de «la evidencia» que tuvo el Apóstol Pablo u otros místicos y santos. Sin embargo si la evidencia concreta no pasa por las demás personas (ejemplo de «Tomás el incrédulo«) o por la ciencia moderna, muchas veces no se acepta.

(8) Bien explicado, en particular, en la última parte del Libro de Job.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *