¿Cómo reaccionar frente a las pestes?

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La frase de la imagen de la entrada está tomada de un excelente artículo de Silvia Fesquet donde señala que «suena oportuna, en tiempos de coronavirus, la reflexión de Aldous Huxley, el escritor y filósofo inglés autor, entre otros textos, de “Un mundo feliz”. Situaciones como las que atraviesa hoy prácticamente el mundo entero tienen la capacidad de poner en evidencia lo mejor y lo peor de la condición humana».

Este artículo, más adelante, continúa diciendo que «en tiempos revueltos, donde la mayor certeza ante una amenaza que se ha vuelto global parece ser la incertidumbre, otra de las víctimas es la verdad. Con una irresponsabilidad digna de mejor causa, y sin que se entienda bien el porqué, las redes sociales y otros instrumentos se han convertido en vehículo de informaciones y recomendaciones falsas que, de buena fe, retransmiten en proporción astronómica quienes los reciben, multiplicando en simultáneo la angustia y el miedo. A tal punto llegó el fenómeno que la Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó el término “infodemia” para definirlo y lanzó una serie de aclaraciones para echar por tierra con las falsedades, de las que llegó a hacerse eco hasta el propio presidente Alberto Fernández.

“Una epidemia es como un incendio, no sirve el ‘sálvese quien pueda’”, dijo ayer en Clarín Pedro Cahn, infectólogo argentino integrante del comité de expertos convocados por el Gobierno por el coronavirus. Esa también es una lección para aprender, y poner en práctica. No hay salidas individuales, sino responsabilidad y solidaridad social. Botón de muestra, el que vacía las góndolas del supermercado, barriendo con las existencias de jabón sólo por las dudas, debería pensar que el jabón que lleva de más es el que le faltará a otro que también debe lavarse las manos, para no contagiar ni contagiarse… Todas estas conductas, negligentes, irresponsables, egoístas, no sólo contribuyen a propagar la epidemia sino que generan desconfianza, alimentan el temor, favorecen las estigmatizaciones y rompen con un contrato social tácito que debería volverse explícito: más temprano que tarde, cualquiera de nosotros puede ser ese otro al que no cuidamos».

Además de las reacciones de «corto plazo», y las enseñanzas que podemos aprender de ellas, deberíamos tener una perspectiva de mediano y largo plazo donde esperemos lo mejor pero estemos preparados para lo peor (1), donde reformulemos la globalización, desarrollemos planes alternativos de autosubsistencia a nivel local (como sería esta posibilidad) así como para cuidar de la salud humana frente a pestes y catástrofes… ¿Aprenderemos de tanto dolor y muerte o será «algo pasajero» para luego volver a lo mismo? Si bien la sabiduría no abunda, ojalá tengamos actitudes como esta y aprendamos que podemos ir hacia un mundo mejor.

(1) Por ejemplo la educación a distancia, la posibilidad de trabajos a distancia (cuando ello sea posible, como es el caso de la telemedicina y otros), posibilidad de pagar un porcentaje de los salarios de los trabajadores despedidos (como es el caso de Dinamarca) cuando se produzcan estas situaciones, entre muchas otras posibilidades. Una actualización al 16 de marzo de 2020, del tema del coronavirus, se puede ver en este programa, y en particular -en los aspectos sanitarios del minuto 25 en adelante- con la opinión del Dr. Gustavo Lopardo.

 

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