Ajustar para equilibrar y desarrollar de manera inclusiva y sustentable

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La idea del ajuste tiene que ver con el equilibro, y con que este, de manera dinámica y con una adecuada gestión de las políticas públicas, promueva el desarrollo. En este artículo se reflexiona sobre esta temática. Dado que puede haber personas que no pueden visualizarla se la transcribe a continuación.

«Una de las definiciones que da el diccionario de la RAE sobre la palabra ajuste, es el “encaje o medida proporcionada que tienen las partes de que se compone algo”. En un mecanismo, donde hay procesos o tornillos que están flojos, su ajuste conlleva a que los mismos puedan volver a funcionar bien. En economía, esta palabra tiene mala prensa para un sector de la sociedad, dados sus costos iniciales para los sectores afectados, y también a que se lo asocia a una política neoliberal que promueve el empobrecimiento y la desigualdad.

Para otros, depende de cómo se haga el mismo, y está vinculado al reequilibrio de distintas variables como ser la relación entre ingresos y egresos fiscales, monetarias cambiarias, tarifarias y de precios y salarios, entre las principales. Cuando se encara desde el estado, usualmente se utiliza el término “plan de estabilización”. En la Argentina el ministro Sergio Massa ha vuelto a utilizar la palabra ajuste, y no sabemos aún si su accionar se dirige a encarar un plan de estabilización integral, si el mismo sería aceptado por su coalición de gobierno, o si son solo parches para que la economía no se termine de desbarrancar y posibilite finalizar sin grandes sobresaltos el actual período de gobierno.

Hay otra dimensión que es la variable temporal y la sustentabilidad del reequilibrio en el tiempo. Por ejemplo, si no se corrige el desequilibrio entre aportantes activos y lo que reciben los pasivos del régimen previsional, esta será una fuente de inestabilidad en el tiempo. Del mismo modo se puede mencionar el desequilibrio entre los que están en la informalidad y la formalidad laboral, y sus implicancias con lo que se viene de mencionar. Otro ejemplo, es si la gestión y escala de los distintos organismos del estado (en sus diferentes niveles) no guarda relación con una función eficaz (en cuanto al logro de objetivos con adecuados niveles de calidad) y eficiente (en cuanto a su costo), también será un elemento inadecuado para la sociedad a la que se propone servir.

El ajuste debería también estar relacionado con las medidas a encarar con una agenda de desarrollo sustentable en el tiempo. De nada servirá un equilibrio de las cuentas públicas y de los organismos del estado, si no tenemos un horizonte que de un sentido de bienestar y prosperidad compartida.

Se pueden dar muchos ejemplos virtuosos de países donde esto se encaró, como los europeos luego de la Segunda Guerra Mundial o Israel luego de su fundación, y en especial a partir del gobierno de coalición encarado por Shimon Peres. La baja sostenida de la inflación le fue dando popularidad en el tiempo.

En la Argentina es claro que hay muchos sectores con gran potencial de desarrollo y de oportunidades de mayor valor agregado, como ser la bioeconomía y los alimentos, el turismo, la minería y la energía (en la medida que se haga de manera sustentable ambientalmente) y la economía del conocimiento, en tanto mejoremos nuestra educación. Ello no alcanzará para incorporar toda la población informal y debería complementarse con una industria de la construcción orientada al reordenamiento territorial, la economía circular (en particular del reciclaje), y servicios como la economía del cuidado, de la cultura y el esparcimiento -con sus cadenas asociadas-, por citar solo algunos casos.

Sería deseable que la dirigencia política, que tenga una visión que vaya más allá de ganar una elección cada dos años y del asistencialismo, haga acuerdos programáticos parlamentarios (reflejados en presupuestos plurianuales) así como de gestión ejecutiva multinivel, que renueven la esperanza colectiva, posibilitándonos dejar un sufrimiento autoinfligido sin sentido. Todo esto conlleva sensatez, apertura mental (dejando de lado relatos anacrónicos) y una temporalidad que, luego de comenzada, tendrá que sostenerse con constancia y paciencia durante varias generaciones. No es fácil, pero otros seres humanos lo pudieron hacer. ¿Nosotros no?»

 

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