Una de las definiciones de política -un tanto ingenua y distante de la mera conservación del poder- es la de resolver conflictos pacíficamente encontrando puntos de encuentro vinculados -de una u otra manera- con el bien común. Lamentablemente uno de los casos en que no ha sido así es la provisión de vacunas contra el Covid-19 por parte del gobierno argentino desde el origen de la pandemia hasta hace muy poco, donde ha cambiado su enfoque.
¿En qué basamos la afirmación anterior? En la carta que Cecilia Nicolini (Asesora Presidencial) envió al CEO del Fondo Ruso de Inversión Directa publicada por el periodista Carlos Pagni, donde -entre otras cosas- se lamenta y exige el cumplimiento de los envíos de la vacuna Sputnik (en particular por la gran demora del componente 2).
En la nota de Pagni, en una parte, se afirma que «el párrafo siguiente tiene un matiz enternecedor: Nicolini intenta sensibilizar, tal vez presionar, al hombre de Vladimir Putin al informarle: “Recientemente emitimos un decreto presidencial que nos permite firmar contratos con empresas americanas y recibir donaciones de los Estados Unidos. Las propuestas y entregas son para este año y también incluyen vacunas pediátricas, lo que es otra ventaja. Le pedimos a su equipo que comparta un protocolo para uso pediátrico que nos permita ejecutar un estudio aquí, pero todavía no recibimos nada”. El pasaje sugiere algo así como “si nos siguen ignorando nos vamos con los Estados Unidos”. Una insinuación significativa, que confirma lo que se sabe: la estrategia de vacunación está guiada por criterios geopolíticos, acaso más que sanitarios. Un aspecto que ilumina de nuevo la resistencia a comprar vacunas norteamericanas, sobre todo la del laboratorio Pfizer, única autorizada para uso pediátrico». Podríamos decir que además de criterios «geopolíticos» también han predominado criterios «ideológicos» (1) contradiciendo lo que se afirma en la imagen de la entrada de esta nota, o de ceder o no ceder a presiones de los laboratorios.
Así mismo se podría afirmar que no se han privilegiado los intereses nacionales -en línea con esta reflexión– y terminó -en la actualidad- predominando un viraje con criterio pragmático de conservación del poder con vistas a las próximas elecciones en sintonía con lo expresado al final de esta nota.
Este tipo de enfoques y de prácticas, han tenido un alto costo en vidas humanas que se podrían haber evitado y no nos llevan a un mundo mejor.
(1) Hay una definición amplia de ideología como «sistema de ideas» (que todo ser humano tiene) y otra de connotación negativa (como la que se deriva de esta reflexión) que consiste en «cuando asume una versión muy simplificada y distorsionada, por falsa creencia, de la filosofía original. En este sentido se produce, de forma general, un carácter insincero, cuando un pensamiento original se convierte en «—ismo» (Platón → platonismo; Marx → marxismo; capital → capitalismo; anarquía → anarquismo; etc.). Su origen se sitúa en el personal, de acuerdo con las necesidades que sustentan socialmente un determinado pensamiento. Se separa y disocia de la realidad, porque la manipula en forma de propio interés»