Tradiciones religiosas y políticas públicas: el caso del Talmud y la educación

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En esta nota de Ignacio Mazzocco (que se invita a leer completa) (1), señala que el propósito de la misma es compartir «ideas del Talmud: una fuente de conocimiento milenaria que ha puesto en práctica una serie de procedimientos aplicados a un determinado campo: la educación. Estos procedimientos – convertidos en “políticas públicas” – tienen más de 2.000 años y surgen del propio Talmud, que es la fuente legal más importante del Pueblo judío. A continuación, enumero algunas de sus reglas, que ya tienen 20 siglos:

Educación universal obligatoria. La Torá (la biblia hebrea) señala a los padres como los responsables primarios de la educación de los hijos. El Talmud establece una regla maravillosa para resolver la situación de niños y niñas huérfanos, quienes al carecer de “padres” quedarían sin “maestros”: crea la escuela pública obligatoria.

Inclusión social. En aquella época, como consecuencia de la regla talmúdica que exigía la educación universal, se crean mútiples escuelas en Jerusalem. Todas las familias se dirigían allí con sus hijos para que estos sean educados. Sin embargo, los niños vulnerables volvían a estar en problemas: ellos no tenían forma de llegar a esa ciudad. Es por eso que se crea una regla dorada: debe existir una escuela en cada ciudad. Esto resolvió el acceso a la escuela para todos los niños y niñas. Uno de los sabios del Talmud termina por institucionalizar la edad de comienzo escolar: los seis años. Hasta aquí tenemos una educación con tres atributos: pública, masiva y temprana. ¿Suena familiar?

Aprendizaje colaborativo. Otra de las reglas talmúdicas consiste en exigir que el estudio se realice en parejas (denominado javrutá, en hebreo “grupo de compañeros, amigos”). Este es el método de estudio desarrollado en todas las casas de estudios judaicos del mundo (yeshivot). Es tan eficaz este sistema, que Corea del Sur – uno de los países más avanzados del planeta – adoptó el método talmúdico en todas sus escuelas públicas. La idea detrás de esta regla es que dos alumnos siempre aprenden más si comparten y discuten los contenidos; y un alumno que domina cierto tema aprenderá más todavía si tiene la obligación de explicárselo a otro que tiene dificultades para comprenderlo. Y, por último, el alumno que no ha logrado acceder a un conocimiento podrá hacerlo más eficazmente si un par se lo explica en su mismo idioma.

Grupos reducidos. Existe otra regla que tiene 2.000 años de antigüedad, pero parece haber sido diseñada hace tan sólo seis meses, en un centro de innovación educativa ubicado en un país nórdico: el número máximo permitido por clase (por maestro) es 25 alumnos. Si hubiera 40 alumnos, es obligatorio sumar un maestro ayudante.

Preguntas estructurales. Por último, el Talmud plantea una discusión brillante, y de furiosa actualidad. Nos propone una pregunta: ¿qué ocurre si llega a una ciudad un maestro que es mejor que aquél que ya se encuentra desempeñando su tarea docente allí? Fiel a su costumbre, el Talmud plantea más preguntas que respuestas. O sea, no resuelve el interrogante. Pero nos ofrece una reflexión para alimentar el debate: la libre competencia no siempre es la mejor opción, debido a que genera inestabilidad. En este caso, un docente vivirá pendiente de la posibilidad de ser desplazado por uno mejor. Sin embargo, afirma el Talmud, justo en el caso de la educación de nuestros hijos e hijas la competencia es bienvenida porque, necesariamente, generará un “mayor caudal de saber”: los mejores maestros (más dedicados, más talentosos, más apasionados) darán a los niños una mejor educación. Miremos cuán poéticamente lo expresa el propio Talmud: “(…) los celos de los escribas aumentan la sabiduría”. En un sistema de libre competencia, son estos últimos maestros quienes terminarán desempeñado la tarea docente. Ellos serán los protagonistas. Y las futuras generaciones, los grandes beneficiarios».

Sin duda es un gran aporte de la tradición talmúdica para fundamentar buenas políticas públicas, en este caso para la educación.

(1) Un amigo especialista en el análisis de esta tradición y con una mirada crítica, señala que la visión que expresa el autor de la nota es un tanto edulcorada.

 

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