Razón, creencias y emociones: el caso de algunos intelectuales

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En una excelente nota de Tomás Abraham hace una cruda diferenciación entre la obra de grandes intelectuales y su vida privada, donde juegan emociones y sentimientos de todo tipo.

Un caso particular de lo anterior, es cómo jugó esto en quien fue, sin duda, el mayor historiador del siglo XX por su búsqueda de la objetividad y riguroso análisis de los datos: Eric Hobsbawm. Entre sus sus rasgos biográficos cabe destacar que se unió al Socialist Schoolboys en 1931 y al Partido Comunista en 1936. Fue miembro del Grupo de Historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña de 1946 a 1956. En 1956 cuando acaeció la invasión soviética de Hungría, Hobsbawm no abandonó el Partido Comunista de Gran Bretaña, a diferencia de sus colegas historiadores. En este video sobre su vida, en el minuto 32,45 en adelante, se explicita -que si bien aborrece lo que sucedía en la Unión Soviética- se le pregunta por qué no abandona el Partido. Al respecto expresa que él no quería estar en contra (como las personas que se fueron) sino luchar desde adentro, así como no quería traicionar a las personas que habían sacrificado sus vidas y las habían perdido, a diferencia de él que había tenido una vida fácil…. Sin embargo con el tiempo, luego de su paso por admirar el modelo eurocomunista italiano, fue un firme defensor de la socialdemocracia y su pensamiento tuvo una gran influencia en la actualización doctrinaria del partido laborista inglés. Ello demuestra que, finalmente, pudo superar en su reflexión a sus emociones -de mediados de los cincuenta- vinculadas a sus compañeros del movimiento comunista.

Claro, este tema excede a los intelectuales y en este artículo la autora considera «que la evaluación cuidadosa del modo de creer de un individuo puede ser una valiosa fuente de información sobre su funcionamiento mental. Es importante determinar, no sólo cuán realista o ilusorio es el contenido de sus creencias, lo que podría orientar al campo de los delirios, sino también el potencial de cambio de dichas creencias cuando la persona se enfrenta a la interacción con otras ideas o percepciones.

En el diálogo con los pacientes, es frecuente encontrar que la persona está convencida de poseer el conocimiento último acerca de un determinado ámbito de su realidad interna o externa y que esta idea le da sentido a su existencia y continuidad a su historia; sin embargo, al analizar más a fondo, se comprueba que ese supuesto conocimiento se basa en creencias idiosincrásicas que no tolera poner en duda ni contrastar con otras posibles explicaciones basadas en la experiencia. Lo que determina que cada cierto tiempo el individuo antepone ese tipo de ideas a la tarea de lograr el auto-conocimiento. De este modo, personas que se integran en forma activa a un grupo religioso, político o profesional recurren con frecuencia a su doctrina para explicar sus motivaciones, en diversas áreas de su vida personal».

Luego en su reflexión parte de Freud, sigue con M. Klein y otros psicoanalistas, pero queremos mencionar sólo a Bion. Al respecto dice que «Wilfred Bion es, probablemente, el psicoanalista que más se dedicó al tema del pensar y a analizar cómo el ser humano distingue la verdad de la mentira y cómo va adquiriendo conocimiento respecto de sí mismo y del mundo externo. Este autor planteó que las exigencias de la realidad imponen al ser humano la problemática tarea de pensar sobre sí mismo y sobre el mundo en el que vive y definió un modelo del pensamiento muy complejo, en el que destaca un elemento: la función que denomina función alfa, que es aquella que transforma la experiencia emocional en pensamientos. Bion afirmó que sólo gracias a esta función es posible que la persona aprenda de lo vivido y definió, a través de su trabajo psicoanalítico en pacientes psicóticos o esquizofrénicos, lo que llamó la personalidad psicótica, que estaría presente en todos los individuos y corresponde a aquella zona de la personalidad en la que prevalece el odio a la realidad interna y externa, lo que impide que se establezcan los vínculos necesarios para llevar a cabo el proceso de transformar las emociones en pensamiento.

Bion planteó que la persona que puede conocer sus emociones y dar cabida a los pensamientos verdaderos que surgen desde ella, posee la salud mental y que la mentira es un tóxico para el ser humano: la persona que se decide por la mentira se relaciona con ésta en forma parasitaria (destructiva), de tal forma que la mentira va a producir necesariamente la destrucción o deterioro de su personalidad; o bien, el individuo establece con la mentira una relación simbiótica, en la que la mentira cumple la función de mantener a raya los pensamientos verdaderos, porque si el individuo tuviera un acceso rápido a esos pensamientos se le haría insoportable la existencia».

Todo lo anterior nos da cuenta de la gran complejidad de esta temática para todos los seres humanos, incluidas personas de la inteligencia de Hobsbawm.

Dependiendo de cómo procesemos estas cuestiones podemos converger hacia un mundo peor o hacia un mundo mejor.

PD: En este blog hemos abordado cuestiones conexas y más extremas como el  fanatismo y la personalidad autoritaria. Respecto de cómo esto se expresa en el fascismo es muy interesante esta nota que hace referencia a su fundador.

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