En la Argentina, al redactar esta nota, se ha retomado el debate sobre los «Ni Ni», es decir los jóvenes que no trabajan ni estudian, aunque -como dice la economía feminista- las jóvenes que son madres, no encuadran en esta denominación, dado que tienen mucha tarea de cuidado de sus hijos/as. El debate se produce porque el Gobierno (presidido por Mauricio Macri) lanzó el Servicio Cívico Voluntario en Valores (1), tal vez tomando la experiencia francesa y como iniciativa de campaña política en el proceso electoral argentino (el primer día se inscribieron 9000 jóvenes).
En una nota de Mariana Iglesias expresa que «Ni» es una negación. «Ni Ni» es una doble negación. Así se les llama a las y los adolescentes que no pueden estudiar y tampoco tienen un trabajo. Se dice que son un millón en el país. Y que casi siete de cada diez son chicas con niños a cargo. Estos niños pueden ser sus hijos, o sus hermanitos, ya que las adolescentes suelen quedar a cargo de los más chicos de sus familias si sus madres tienen un trabajo fuera del hogar. Ni trabajan ni estudian», se repite por todos lados. Lo que no se repite es el fracaso del nivel medio de la educación. Hace años se plantea que el secundario quedó «antiguo» y no hay modificaciones. Tampoco se ahonda en el aumento del desempleo que genera pobreza. En Buenos Aires, por ejemplo, en este último año hay casi cien mil nuevos pobres. Y es la ciudad más rica del país. Ni se habla del embarazo adolescente: 7 de cada 10 embarazos a esta edad son no deseados, es decir, no fueron planificados. Aquí, lo que falta, es que la Educación Sexual Integral se aplique y llegue a cada uno de los alumnos de todo el país en todos los niveles educativos. Tampoco se habla de abrir nuevas escuelas: en la ciudad de Buenos Aires hay 22 mil chicos sin vacantes. Ni se propone firmar convenios con empresas, organismos del Estado o asociaciones civiles para que les den empleo a los jóvenes». Esta reflexión es muy crítica de que la Gendarmería sea el lugar de acogimiento de estos jóvenes para su capacitación.
En este programa de Terapia de Noticias (lamentablemente el video ha caducado) se debatió la iniciativa gubernamental. En un momento del intercambio se planteó un caso de «jóvenes en conflicto con la ley«, por lo que es posible inferir que -en un aspecto- se está pensando para ellos en que no «cuadraría un lugar de enseñanza común» (se debe tener miedo a desbordes que no se puedan manejar). De allí también los resultados de la encuesta que mencionáramos al principio.
Por su parte en esta nota del diario Clarín expresa que el «especialista en Educación, Gustavo Iaies no ve mal esta iniciativa, aunque remarca que se trata de una idea de campaña. «Todavía es muy prematuro para tener una opinión formada, pero también entiendo que con esos chicos que no hacen nada hay que hacer algo. Fundamentalmente algo que tenga método, que los ordene, que les den pautas y orden para hacer algo cada día a determinado horario», expresa el educador. Cuando dice «algo», Iaies remarca «adquirir herramientas y contenidos que demanda el mercado laboral. Es clave que alcancen algún conocimiento que les pueda ser de utilidad para un futuro». Sobre si es Gendarmería la institución correcta para brindar esa preparación, el especialista cree que esta fuerza «pondrá los edificios y quiero imaginar que en el proyecto habrá educadores, especialistas, y en ese sentido diría que no es malo que eso suceda en lugares donde los pibes no fracasaron«.
Iaies habla de que «esos pibes deberían tener revancha en otro lugar que no sea la escuela, a la que abandonaron por algún motivo. Por eso insisto en que me parece positivo si se lo arma en serio, con pedagogos que produzcan un contenido«. Por otra parte, el también licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) no vincula el Servicio Cívico Voluntario con el no bien recordado Servicio Militar Obligatorio. «Creo que es un prejuicio de nuestras cabezas más que la realidad. Estamos muy sensibilizados con la palabra ‘militar’ y entramos en cólera. Debemos ser más abiertos, más flexibles y buscar alternativas para contener con saberes a estos chicos sin rumbo». Iaies siente que puede haber mucha demanda de «estos chicos que necesitan que alguien les tienda una mano. Espero que esto prospere, lo encaminen seriamente y no se trata de una mera idea electoral«.
Por su parte Guillermina Tiramonti (ver esta reflexión en La Nación), siguiendo con la nota de Clarín indica que «en contraposición con Iaies está indignada con este impulso del Gobierno nacional, al que define como «de terror». Y amplía: «Los ni-ni son producto del fracaso del mercado de empleo y del fracaso de la educación. Y se busca subsanar lo mal que se han hecho las cosas para darles una mano a los chicos». Con vehemencia, Tiramonti siente que los dichos de Patricia Bullrich y esta implementación del Servicio Cívico es a partir de creer que «esos chicos que no estudian ni trabajan son una amenaza para nosotros, los de la sociedad…Si yo les doy una formación, la que sea, desde Gendarmería Nacional, los estoy poniendo en el lugar de chicos que deben ser atendidos por una fuerza de seguridad. Y si a vos te atiende una fuerza de seguridad es porque vos sos una amenaza«.
Ex directora de FLACSO, Tiramonti está convencida de que «el gobierno está enviando un claro mensaje al mandar a estos chicos a Gendarmería, en lugar insistir con destinarlos a una institución educativa, y mucho menos a una asociación que apunte al mercado de empleo. Pero no, se los busca disciplinar con Gendarmería… ¿Es la institución indicada para enseñarles valores democráticos? ¿Qué incentivos pueden tener esos chicos? No se me ocurre, salvo que piensen: ‘Soy pobre, desocupado, la única salida que tengo es ésta’. Pero es muy peligroso», concluye». Después siguen otras expresiones igualmente críticas a esta iniciativa gubernamental. Cabe destacar que el nuevo gobierno la dio de baja.
Finalmente podemos afirmar que la problemática NI NI es compleja, hay que abordarla de manera integral y desde múltiples perspectivas, no debería ser una iniciativa de campaña o -eventualmente copiada de otros contextos- y lo que se requiere es cambios en el sistema educativo (en particular la escuela secundaria), la formación profesional y la articulación virtuosa con el mundo laboral en general, y en especial con iniciativas como las que menciona Tiramonti en La Nación (los casos de Arbusta y La Juanita, a modo de ejemplo). También hay experiencias muy valiosas en otros países como Inglaterra. Su adecuación e implementación nos puede conducir, de manera sostenida, hacia un mundo mejor.
(1) El nuevo gobierno, que asumió el 10/12/19, anuló este programa.