La Vida es Bella y el Mundo puede ser Maravilloso

image_pdfimage_print

Esta visión es contraria al pesimismo indicada en la entrada anterior. Según la Wikipedia el “optimismo, al igual que la esperanza, es la doctrina y la disposición de espíritu que aguarda lo mejor y lo más positivo de todo en psicología, ética y filosofía.

La palabra optimismo proviene del latín «optimum«: «lo mejor». El término fue usado por primera vez para referirse a la doctrina sostenida por el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz en su obra Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal (Ámsterdam, 1710), según la cual el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles. Una postura parecida es sostenida con distintos matices por los filósofos William GodwinRalph Waldo Emerson y Friedrich Nietzsche. Por otra parte, el espíritu de algunos movimientos espirituales, como el Renacimiento y la Ilustración, fue identificado como optimista y lleno de fe en el hombre y sus posibilidades, frente a épocas opuestas y pesimistas como la Edad Media y el Barroco

La expectativa psicológica formula que los asuntos humanos irán bien a pesar de los contratiempos y de las frustraciones, que suelen ser salvadas por procedimientos como el humor y la resiliencia. Como valor ético, es la idea que tiene el ser humano de siempre alcanzar lo mejor y conseguirlo de igual manera, a pesar de la dificultad que para ello presentan algunas situaciones o encontrar el lado bueno y lograr los mejores resultados. Asimismo, es bastante difícil obtener una definición universal de la idea de bien, concepto por lo general asociado a la felicidad o a la satisfacción de todas las necesidades materiales y espirituales, que el epicureísmo identifica con el placer físico e intelectual.

Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, el optimismo es una actitud que impide caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. La noción de optimismo se opone al concepto filosófico de pesimismo. Por lo general, lo corriente es que las personas no se decanten única y exclusivamente por optimismo o pesimismo, sino que ambas pueden encontrarse alternativamente en un único individuo o aplicadas a distintos ámbitos, ya que la identificación con una u otra de ellas de forma excluyente raya en la patología o la enfermedad psiquiátrica. Igualmente si se pasa de un optimismo exagerado (hipertimia y euforia) a un pesimismo asimismo extremo (hipomaníatristeza) sin pasar por un largo estado intermedio, esto indica trastorno bipolar o algún tipo de ciclotimia.

Las personas optimistas aparecen fuertemente motivadas y apenas padecen estrés, están más relajadas que los pesimistas y se encuentran más conectadas con todo; por ello es más fácil que les surjan ideas: son más receptivas y fértiles y suelen ser más creativas. Esta creatividad individual se contagia empatizando la emoción del entusiasmo, de manera que las personas optimistas suelen ser grandes impulsoras de proyectos y equipos.

Uno de los más fascinantes descubrimientos de la psicología contemporánea, obra de Martin Seligman, padre de la psicología positiva, ha sido el de que el optimismo se puede aprender. No es científica, pues, la afirmación de que el pesimismo o el optimismo son conductas innatas” En última afirmación contradice lo que piensa Khaneman (que mencionarámos en el punto anterior). También es muy valioso lo que sostiene Steven Pinker vinculando progreso con optimismo.

Si podemos aprender el optimismo y de un progreso que promueva un desarrollo integral y sustentable podremos construirlo para un mundo mejor?

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *