La importancia de buenos liderazgos para un mundo mejor

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En general se define a los líderes como las personas capaces de guiar e influir a otras personas o grupos de personas, y que éstos además lo reconozcan como tal. Según esta fuente «hay quienes clasifican a los líderes según ciertas características que poseen. En primer lugar es importante distinguir a los líderes naturales de los institucionalizados. Los primeros son aquellos que surgen de los grupos de personas de manera natural y el resto decide reconocer su función de líder y respetarlo como tal. Por otro lado se encuentran los institucionalizados, ellos poseen su cargo de manera legítima. Este puede cubrir distintos cargos, sean políticos, espirituales, como educadores, entre otros.

Otra manera de clasificar a los líderes es en positivos y negativos. Un ejemplo de los segundos son los líderes autoritarios. Los mismos se caracterizan por ser dominantes y abusar de su poder. Además imponen cuales son las cuestiones a tratar. Tampoco permiten la libre expresión del resto de sus compañeros. El caso contrario a este tipo de líderes son los que permiten que el resto del grupo opine y permite que haya mejores relaciones entre los distintos miembros del grupo

El sociólogo Max Weber definió tres tipos ideales de líderes:

  • En primer lugar se encuentra al que denomina legal. Este tipo de líderes acceden a su rol de líder mediante elecciones, es decir que es elegido por otras personas. Estos suelen ser identificado con los líderes políticos.
  • El segundo tipo es el líder que llama tradicional. Este obtiene su rol gracias a la herencia o a la costumbre, un ejemplo de este tipo de líderes son por ejemplo los reyes.
  • El último tipo de líder es el que denomina carismático. Estas personas se caracterizan por poseer la virtud del carisma, el cual se expresa de diversas formas y en distintos tiempos«.

Según Chris Lowney, en un estudio que hizo sobre el tipo de liderazgo de los jesuitas, «existen 4 pilares fundamentales para el desarrollo del liderazgo en los individuos y que la práctica en la adquisición de conocimientos para ser un buen líder, es un trabajo continuo y sin fin que se puede aplicar en la vida diaria; en el trabajo, en la escuela, en el hogar y en cualquier parte del mundo. Para lograr ser un líder que motive a los otros, lleno de virtudes y éxitos, es importante según los jesuitas la necesidad de ver a cada individuo como un ser lleno de habilidades y virtudes que hay que guiar para que se convierta en un líder para el mundo. Para esto, los jesuitas proponen 4 pilares: el ingenio, el amor, el heroísmo y el conocimiento de sí mismo». En cambio para Maquiavelo, desde la perspectiva del siglo XVI, ser un buen líder significaba tener astucia, ser pragmático, poseer inteligencia, tener encanto personal y ser despiadado (por lo tanto temido).

Para la psicología social, según esta fuente, los principales tipos de liderazgo son cinco:

1. Liderazgo laissez-faire (o delegativo).

2. Liderazgo autocrático (el líder concentra todo el poder y nadie desafía sus decisiones).

3. Liderazgo democrático (habitualmente llamado liderazgo participativo).

4. Liderazgo transaccional (se basa en transacciones, es decir, en procesos de intercambio entre los líderes y sus seguidores).

5. Liderazgo transformacional (aportan niveles altos de comunicación para conseguir los objetivos y aportan una visión de cambio que consiguen transmitir al resto de las personas bajo su influencia. Apuestan por generar una visión compartida y transversal acerca de lo que debe ser la organización o el espacio en la que se comparten acciones).

Tal vez coincidamos que para la construcción de un mundo mejor es bueno que haya liderazgos democráticos y transformacionales. Al respecto quisiéramos dar un ejemplo de estos liderazgos en la organización escolar, basados en el libro «Hacer de una escuela, una buena escuela», de Claudia Romero. En el capitulo 1, se plantea que «detrás de toda buena escuela hay una buena dirección«, y se demuestra a través una investigación empírica de Amelia Canavese, realizada en la Ciudad de Buenos Aires en el año 2006.

Además de estas experiencias micro, podríamos señalar la relevancia de que haya buenos líderes a nivel nacional e internacional. A veces estos liderazgos son bastante solitarios y rechazados por sus pares, como ha sido el caso de Winston Churchill durante la segunda guerra mundial (1) o de Nelson Mandela en Sudáfrica. A veces estos líderes lo son a pesar de sus partidos (el caso de Churchill), y otras gozan el apoyo no sólo de su partido, sino de una coalición y de la mayoría de la población. A veces estos líderes lo son de «movimientos» con la ventaja de su amplitud movilizatoria pero la grave desventaja de su ambigüedad ideológica o de propuesta programática y por lo tanto de serias contradicciones que se presentan a su interior. Teóricamente los partidos políticos son más homogéneos en sus plataformas y visión, pero muchas veces eso no es así en la práctica. Al respecto se puede citar por ejemplo al Partido Demócrata de EEUU donde en un tiempo los del sur eran pro esclavitud y los del norte no, o más recientemente diferencias importantes en planteos como los de Bernie Sanders y Hillary Clinton, por citar sólo dos figuras. En la práctica terminan pareciéndose a un «movimiento». Sobre el funcionamiento «real» de las organizaciones y sus lógicas es interesante este libro de Gareth Morgan, que lo trabaja en base a nueve metáforas..

Es importante tener un buen horizonte compartido (con objetivos y procedimientos bien definidos y consensuados) y que los liderazgos se articulen virtuosamente -es decir democrática y participativamente- con sus instituciones y sus culturas, a fin de no caer en autocracias (2). Esto puede dar sostenbilidad en el tiempo. Así mismo es bueno que los liderazgos se aprendan desde la juventud, como es esta experiencia, citada en esta nota. En el caso del cristianismo se puede hacer referencia a la parábola del buen pastor, como bien hace referencia esta reflexión.

PD: Es interesante esta nota sobre «liderar en la inclemencia» acerca de Ernest Shackleton, que comandó la nave Endurance (cuya meta era bordear la Antártida, quedó atrapada entre los hielos, terminó hundiéndose y la tripulación estuvo aislada más de dos años), rápidamente reconvirtió esa meta por la de lograr que todos sus hombres sobrevivieran, y concentró toda su energía en ese objetivo, manteniendo en alto el espíritu de todos ellos, convencido de que lo conseguirían.

(1) Además de las biografías que se han escrito sobre él, se puede visualizar en el film «Las horas más oscuras«. Ahí plantea, entre otras cosas, que «no luchamos por la gloria sino por la libertad», y que la lucha conlleva sacrificios («sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor«).

(2) En la obra «Julio César» de William Shakespeare, César no es el centro de la acción, apareciendo tan solo en tres escenas, y muriendo al comienzo del tercer acto. La figura más relevante de la historia es Bruto, y la trama gira en torno a la lucha psicológica entre las demandas en conflicto sobre el honor, el patriotismo y la amistad, así como si se presenta o no una buena articulación -presente y en perspectiva futura- entre liderazgo (en este caso carismático) e instituciones republicanas. Es claro que para el pueblo de Roma de ese entonces las instituciones republicanas eran bastante «abstractas» y el líder era muy concreto y había sido muy eficaz en sus logros. Este es un tema que sigue hasta nuestros días (a veces con la búsqueda de «un mesías» operando terrenalmente en lugar nuestro) y debería resolverse armoniosamente, para evitar los absolutismos y la vigencia de las libertades básicas (no fácil de implementarse, por ejemplo, en tiempos de pandemias y de inteligencia artificial que pueden llevar a un alto control de las personas).

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