La diferencia entre tristeza y depresión, y su abordaje

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En esta interesante entrevista a Juan David Nasio, se hace referencia a la temática de «la depresión, una enfermedad de la que se ocupa hace más de 55 años, que no deja de crecer y que ya es considerada la primera causa de discapacidad en el mundo», donde sus aportes son esclarecedores.

Al respecto expresa que «la depresión es una enfermedad. Es muy importante decir esto. Y es una enfermedad que se caracteriza por 3 manifestaciones, 3 síntomas. Uno es la tristeza: efectivamente la persona está triste, y llora sin motivos.

Segundo, se caracteriza por una indiferencia afectiva, es decir, nada le interesa, ya no le dan placer las cosas que antes le daban. Cuando ve a los hijos está indiferente, lo mismo cuando está con su pareja o con sus amigos; es decir, se siente anestesiado emocionalmente.

Y la tercera es la excesiva autocrítica: la persona rumina. La ruminación es la manera de alimentarse de las vacas, cuando decimos que ruminan, es porque vuelven a lo anterior, y vuelven a tragar. Es decir, hay una ruminación obsesiva, porque se vuelve a ideas que son negativas.

Para que sea considerada una enfermedad -y esto es muy importante que el lector lo sepa- tiene que durar mínimo 15 días. Si yo lloro sin querer hoy, pero mañana voy al parque y digo «qué lindo que está el sol», y me pongo a jugar con mis hijos a los barriletes, eso no es una depresión».

En cuanto a la tristeza, en el artículo citado, señala que «todos hemos vivido la tristeza, porque forma parte de los sentimientos normales del ser humano. Pero esta tristeza normal, es muy diferente de la tristeza de la persona deprimida, porque la persona deprimida vive una tristeza que es más intensa, que ocupa su espíritu.

De hecho, hay 3 características de la tristeza del deprimido: primero es intensa, se siente como una congoja en el pecho, que está mezclada con la angustia. Es una tristeza angustiante

Segundo, es una tristeza con rabia, el deprimido tiene una tristeza rabiosa, acrimoniosa.

Tercero, es una tristeza que dura, y con otra diferencia de la tristeza normal que me parece un punto fundamental: es una tristeza de algo que perdí de mi mismo.

La tristeza normal es un sentimiento basado en la idea de perder algo que amaba, entonces cuando estoy triste es porque perdí algo que quería, como en un duelo, en el que una persona que quería mucho a su papá, lo pierde. Va a estar triste porque perdió algo.

En cambio, en la tristeza del deprimido, no solamente se perdió algo que quería, algo amado, sino que además me pierdo yo. ¿Qué quiere decir que me pierdo yo? Que no me quiero. No me quiero más. Perdí algo, que es lo que me hacía sentir yo».

En el reportaje completo (se sugiere su lectura) se habla de la temática de las ilusiones, de la depresión en la tercera edad y de la importancia de la consulta profesional (1) cuando esta persiste.

Lo único que nos animamos a agregar es que es importante que construyamos contextos íntimos o privados, así como públicos, que nos ayuden a implementar escenarios donde cada quien -en la medida de sus posibilidades reales- haga su aporte hacia un mundo mejor. Será entonces una esperanza realista que mitigue o supere -según el caso- tristezas y depresiones.

(1) Es interesante lo que dice de su enfoque concreto de abordaje: «mi método es primero el método de todos los profesionales, yo no invento nada, no hay nada especial, lo hace todo profesional que sea un buen profesional.

Ahora bien, lo interesante es que yo agrego, además, que al poder trazar una línea de tiempo y empezar a marcar los diferentes acontecimientos que ha vivido la persona, el hecho de poder esquematizarlo en una hoja, y trabajar juntos, esto ayuda, y es lo que llamo una interpretación gráfica».

 

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