El mundo de los Trump y Bolsonaro ¿a dónde nos conduce?

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En una nota de este blog decíamos que «a esta altura del siglo XXI podemos observar múltiples manifestaciones de crisis socioeconómica y política en muchos países, y la emergencia de liderazgos “anti-sistema” y fuerzas autocráticas. Ellas apelan a sentimientos nacionalistas, xenófobos, a excederse -mediante la violencia- en el uso de la ley, y a medidas implementadas vinculadas con variedades de populismo, entre las principales».

El 6/1/19 Jorge Fontevecchia hace una reflexión sobre «qué indican Brasil y EE.UU. de lo que pasa en el mundo (II)» señalando los distintos elementos que estarían jugando en esta situación. Entre otras cosas, menciona que «lo que está pasando en el mundo en el siglo XXI, se podría decir, es resultado del definitivo reacomodamiento de la política ante la inexistencia del comunismo como alternativa real, lo que caracterizó todo el siglo XX y luego dejó vaciada a la izquierda mundial, como bien explicó Slavoj Zizek en el extenso reportaje publicado por PERFIL en septiembre pasado. Además del fin de la Guerra Fría, con el impacto de violencia que tuvo en Latinoamérica, con guerrillas y golpes militares, y su sustitución por la guerra comercial con China como potencia capitalista. Orbán en Hungría, como Andrzej Duda, el ultraderechista presidente de Polonia, o Matteo Salvini, de la Liga Norte, de derecha, quien declaró que “el fascismo hizo muchas cosas por Italia”, al igual que Bolsonaro defendiendo logros de la última dictadura de Brasil o Trump, todos comparten un escenario propicio para la disrupción: el fin del mundo bipolar del siglo XX, donde la palabra libertad, con prensa y Justicia independientes, estaba asociada a las palabras democracia y capitalismo versus lo opuesto del comunismo, mientras que en el ingreso al siglo XXI, donde reina el capitalismo con distintos grados de los otros componentes, se dinamitó ese orden. Sumado a la reducción del mundo físico por la revolución que produce la masificación de lo digital con todas sus oportunidades y alteraciones que genera en la política y las relaciones humanas».

A esta descripción podríamos agregar que la situación actual es también el resultado de que modalidades socialdemócratas y socialcristianas (como la de Merkel en Alemania) -por citar sólo dos grandes referencias históricas- no pudieran globalizar este enfoque y estas políticas para construir un mundo menos desigual y más sustentable ambientalmente. Como mencionamos en la nota de la entrada es un desafío poder redefinirlo y actualizarlo, dado que los fenómenos descriptos en el párrafo anterior y el «sálvese quien pueda«, sin duda nos llevan a un mundo peor (más allá de logros transitorios y acotados que pueden alcanzar para sus países).

 

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