En este blog hemos planteado en distintas notas la importancia de luchar por la construcción de la paz. Hoy es más que nunca urgente seguir bregando por ello no sólo por guerras como la de Rusia con Ucrania, sino por el agravamiento del conflicto del medio oriente como señala esta nota.
En Argentina se dio este interesante debate que -entre sus elementos- plantea si no sería conveniente aunque sea tener una «paz de mierda». Esta expresión en realidad proviene del gran intelectual judío Amos Oz, que se refería al sueño original de algunos en el seno de la izquierda judía respecto de Israel y Palestina, de dos pueblos en dos naciones, una al lado de la otra, conviviendo, colaborando, ayudándose, enseñando uno al otro cada uno al otro lo suyo, con una frontera porosa, prácticamente inexistente. Esa paz, vino a darse cuenta Amos Oz, era una vaga, imposible ilusión. Y por lo menos pedía entonces «una paz de mierda», con muros y alambrados separatorios, con torres y centinelas vigilantes, con desconfianza permanente… pero por lo menos PAZ» (1).
De todos modos hay algunos que siguen insistiendo en hacer algo superador y evolucionado, tal como figura en esta nota del diario El País, de España, que se transcribe a continuación:
“Un faro de esperanza palestino-israelí
El ex primer ministro israelí Ehud Olmert y el exministro palestino Nasser aI Kidwa reclaman en una tribuna conjunta el fin de la guerra en Gaza, la liberación de los rehenes y la convivencia de los dos Estados con las fronteras de 1967 y sin soberanía sobre la ciudad vieja de Jerusalén
El pasado 7 de octubre de 2023 aconteció un nuevo capítulo trascendental en la historia de los encuentros violentos entre israelíes y palestinos al lanzarse la guerra más devastadora en la historia de estos dos pueblos.
Ahora, casi un año después de aquel horrible día, demasiados miles de personas han perdido sus vidas en ambos lados. La franja de Gaza ha sido destruida, la mayoría de sus habitantes se han convertido nuevamente en refugiados, ahora hay alrededor de dos millones de habitantes de Gaza sin hogar. Decenas de miles de israelíes también se han quedado sin hogar, obligados a dejar sus hogares destruidos y quemados.
No nos conocíamos en el pasado, en tiempos que ambos desempeñábamos cargos oficiales al servicio de nuestros pueblos. Nuestros caminos profesionales no se cruzaron y no nos llevaron a trabajar juntos, hasta ahora.
En nuestra común búsqueda para ubicar un socio en el otro lado del conflicto hemos decidido trabajar juntos, con respeto mutuo, y con el propósito de encontrar un avance hacia el fin de la guerra en Gaza y así comenzar negociaciones renovadas entre Israel y la Autoridad Palestina con la aspiración de alcanzar un acuerdo que ponga fin definitivamente al violento conflicto entre nuestros dos pueblos.
Sabemos que esto conducirá a la creación de un frente, compuesto por Estados moderados de la región, incluyendo a Arabia Saudí y otros países musulmanes, junto con el Estado de Israel y el Estado de Palestina, haciendo que toda nuestra región sea más estable, más segura y más próspera para todos sus pueblos.
En nuestras sociedades, la israelí y la palestina, existe una gran propensión a destruir a cualquier político que se salga del cómodo consenso, a través de las más extremas formas de criticar y ridiculizar. En tiempos de guerra, el consenso se une en torno a la bandera y cualquier desviación del apoyo absoluto al esfuerzo bélico se compara con no menos que traición.
La sugerencia de un cambio radical de rumbo se considera una capitulación o una concesión de la victoria al lado opuesto. Pero la verdadera prueba para líderes no es seguir a la opinión pública, guiando sus palabras por encuestas sobre esta opinión, sino más bien determinando el mejor camino estratégico para el futuro de su nación y presentarlo con valentía y sin temor.
Nosotros, dos exlíderes que hemos servido fielmente a nuestro pueblo durante décadas, nos hemos unido a través de una visión compartida y con una propuesta que desafía nuestra trágica realidad. Estas tienen el potencial de cambiar nuestras naciones, nuestra región y, de hecho, el mundo entero.
Comencemos con lo más básico. La guerra en Gaza debe finalizar. Los rehenes israelíes mantenidos en cautiverio por Hamás deben ser liberados y devueltos a sus familias. Israel, por su parte, tendrá que liberar una cantidad acordada de prisioneros palestinos y deberá retirarse de Gaza.
Los palestinos deben crear allí una nueva entidad, legítima y responsable, que no estará compuesta por políticos de ninguna de las facciones palestinas existentes y que estará vinculada orgánicamente a la Autoridad Palestina, pero será lo suficientemente independiente como para ganarse la aceptación de los palestinos mismos, de los Estados árabes vecinos y de la comunidad internacional.
La siguiente fase de nuestro plan describe los componentes de lo que permitiría ser una paz israelí-palestina, sostenible a largo plazo. Debe basarse en la existencia de los Estados de Israel y de Palestina, viviendo uno al lado del otro, dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967.
Estamos de acuerdo en que el 4,4% de Cisjordania, donde actualmente existen los principales bloques de asentamientos israelíes, incluida la zona de Jerusalén, será anexado a Israel a cambio de un territorio israelí de igual tamaño y que se anexará al Estado de Palestina para adaptarse así a las realidades del terreno que son demasiado difíciles de restituir.
El corazón de nuestro conflicto es Jerusalén, para lo cual proponemos un plan que exima a la ciudad vieja de Jerusalén, el centro de los sitios religiosos, del control soberano exclusivo de Israel y Palestina. A pesar de que hemos abordado todos los temas centrales, este no es un plan completo con todos sus detalles. Hemos coincidido en los contornos dentro de los cuales debe basarse la paz genuina entre israelíes y palestinos. En un futuro no muy lejano, una nueva generación de líderes de ambos pueblos tendrá la tarea de negociar y transformar esta visión en una realidad.
Como parte de nuestro compromiso, estamos ahora invirtiendo nuestro esfuerzo y nuestro tiempo en generar apoyo para nuestra propuesta por parte de los pueblos israelí y palestino, por medio de quienes influyen en la opinión pública y a través de los líderes políticos en la región y más allá de ella.
Estamos presentando la verdad inevitable, que este conflicto debe resolverse por medios diplomáticos para que podamos crear un rumbo para un mañana diferente. Trabajamos incansablemente para explicar nuestros planes y conseguir el mayor apoyo público posible. En nuestra opinión, este no es solo un documento, sino una visión viva de un futuro diferente para Israel, Palestina y el mundo.
En un periodo de oscuridad tan aterradora, hemos elegido hacer brillar una luz de esperanza y señalar el camino que nuestros dos pueblos deben tomar.
Ehud Olmert fue primer ministro de Israel entre 2006 y 2009. Nasser aI Kidwa fue ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina entre 2005 y 2006.”
Tal vez pueda catalogarse, en las actuales circunstancias, como ilusoria y utópica, pero no por ello menos urgente e imprescindible.
(1) Se agradece el aporte de I. Lotersztain sobre el particular. Es muy interesante también esta nota para entender la complejidad del conflicto.
2 thoughts on “El agravamiento del conflicto del Medio Oriente y si es ilusorio insistir en la paz”
Desde un punto de vista político la única solución debe atender a la cuestiones que se mencionan. Dos estados soberanos en una geografía actualmente en disputa marca el camino a seguir. Caso contrario es jugar al exterminio de una de las partes.
De acuerdo Ernesto. Gracias por tu comentario.