Cuando el negocio es para todos

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Muchas corrientes en la historia de la filosofía han visualizado como contrapuestas actitudes y valores, como el altruismo, con buscar lo mejor para uno mismo, desde una perspectiva egoísta e individualista. Otra forma de expresarlo -aunque no es lo mismo- sería que el amor a los demás está contrapuesto a amarse a uno mismo. Sin duda esta es una posibilidad real y concreta que podemos visualizar en una gran cantidad de vínculos y situaciones.

Entre las preguntas que nos podemos hacer está: ¿es fatalmente así? La respuesta que podemos dar es «no». Entre quienes tienen este enfoque está el premio Nobel de Economía John Nash. En la película «Una mente brillante» (ver imagen de la entrada) -donde se cuentan aspectos de su vida- el actor que personifica a Nash expresa lo siguiente: «Adam Smith dice que el mejor resultado es producto de que cada uno en el grupo haga lo mejor para sí mismo ¿no? Eso está incompleto, incompleto. Porque el mejor resultado es producto de que todos en el grupo hagan lo mejor para sí mismos y para el grupo». En su formalización matemática, referida a la noción de equilibrio (y a la «teoría de los juegos«), esto se despliega en una mayor complejidad, y se combina con situaciones de incentivos y desincentivos a cooperar o no cooperar, donde el miedo, el cálculo racional y como juega la libertad humana, son relevantes. El marco institucional donde los seres humanos actuamos, puede ir en una u otra dirección, por lo que será fundamental contar con instituciones que faciliten o promuevan la cooperación, como algo deseable incluso en un sistema capitalista (1).

A fin de dar ejemplos concretos sobre lo que se acaba de mencionar podemos citar casos de la llamada «economía circular«, que hemos mencionado en esta nota como una corriente dentro de la la economía ecológica. Algunos ejemplos son con:

  • los residuos que se generan con los neumáticos de autos y otros vehículos. En vez de contaminar depositándolos en rellenos sanitarios sirven como materia prima para hacer zapatillas o revestimientos de pavimentos, entre otras.
  • los residuos de la cerveza que tienen un alto valor proteico y energético,
  • con los residuos orgánicos que sirven para hacer compost,
  • con los residuos de metales que son canalizados a través de organizaciones como la Cooperativa Trabajo y Dignidad, que pasaron de ser cartoneros a capacitarse para reparar computadoras, y esto les permitió saber procesar residuos de metales y hacer un emprendimiento formal exitoso,

y muchísimos otros ejemplos con reciclados de cartón, papel, plástico, vidrio… Se despliegan en cadenas de valor y «negocios virtuosos» con impactos positivos en el empleo y una mejora sustantiva en el medio ambiente.

Los que generan los residuos se «ahorran» de pagar multas o recibir sanciones (tanto del estado como de las casas matrices de multinacionales que tienen estas normativas) como responsables primarios de su generación, pueden colaborar facilitando la donación de estos residuos y pagando el costo de logística para su entrega a la industria recicladora, y se despliega una cadena de valor o «negocio virtuoso» con un eslabonamiento «ganador-ganador». Ello nos ayuda a ir a hacia una economía del bien común y converger hacia un mundo mejor.

(1) Al respecto ver los enfoques de asociativismo (en particular en cadenas de valor y clusters), competitividad sistémica y la llamada «coopetencia«. Sobre las denominaciones de «negocio» y «ocio» pueden verse reflexiones como esta o esta, entre otras.

PD: Esta nota surgió en base a elementos vertidos en un foro de la Fundación Metropolitana relacionado con la economía circular.

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