Sabemos que somos seres imperfectos. Nos cuesta mucho reconocerlo. En particular nos preocupa que nuestra imagen externa o fachada muestre nuestras sombras, debilidades y, a veces, aspectos sórdidos de nuestra interioridad.
El título de esta nota está tomado de la película“ Vicios privados, virtudes públicas”. Se trata de una “recreación libre de los últimos días de la vida de Rodolfo de Habsburgo, heredero del trono austro-húngaro, centrada en su vida sexual. En contra de la voluntad de su padre, el emperador Francisco José, sus días transcurren en el libertinaje, en una permanente fiesta donde abundan los escándalos y las orgías; además, mantiene un largo amorío con una mujer de la nobleza rural húngara, muy inferior en clase a la suya, María Vetsera, junto con quien muriera 1889. Existen dos teorías sobre este suceso, conocido como el «incidente de Mayerling«: por un lado, que se trata de un pacto suicida entre amantes, por otro, que se trató de un asesinato de corte político.”
Esto también ha tenido otras manifestaciones más recientes como la frase que se le atribuye a Roosevelt respecto del dictador Somoza (y que parece nunca dijo) hasta casos latinoamericanos.
A esta realidad no escapan instituciones religiosas, como la Iglesia católica, poniendo de manifiesto lo expresado por San Ambrosio: que es «santa y prostituta». Muy doloroso este último aspecto, a menudo negado por sectores «ortodoxos», pero que -a lo largo de la historia- ha tenido múltiples expresiones concretas. En los últimos años han aparecido muchos testimonios de casos de religiosos que, a pesar del voto de castidad, incurrieron en prácticas de heterosexualidad y homosexualidad (a veces no consentida), casos de pederastas y otras aberraciones similares a esta última.
La prensa francesa es una de quienes han destacado casos como los sucedidos hace tiempo en la comunidad de Taizé o los muy dolorosos de célebres personalidades como el Abate Pierre, Este último héroe de la resistencia francesa, condecorado con la Legión de Honor, fundador de los traperos de Emaús, pero… la jerarquía eclesiástica primero tapó los graves hechos (1), luego intervino para que se tratara en un hospital neurosiquiátrico y finalmente -a su salida de esta institución- no pudo hacer nada para impedir la continuación de estas cuestiones tan aberrantes.
Para tratar de evitar lo anterior se deben priorizar la prevención contra el abuso, la alerta temprana de estas situaciones, la rápida separación de las personas presuntamente imputadas (hasta que se aclare la situación), el presuroso accionar de las autoridades y la Justicia, entre los principales elementos. Todo ello nos podría conducir a mundo mejor, donde se minimicen o eliminen de cuajo estas situaciones.
(1) Seguramente una parte importante de esa jerarquía tuvo un mal enfoque (o muy limitado) del «principio de prudencia» tratando de evitar que el escándalo privado pasara a ser público, con la vana ilusión de que este último -finalmente- no iba suceder. Ello se terminó pagando muy caro en cuanto a deserción de fieles practicantes en muchos países. No tuvo el valor que tuvo Jesucristo a llamar «Satanás» a Pedro, un discipulo tan importante para El. Con el Papa Francisco esto ha venido cambiando y expresando que en la Iglesia no hay lugar para el abuso.
PD: Agradezco a Enrique Bianchi las referencias de la prensa francesa.
2 thoughts on “¿Es posible hacer algo frente a la problemática de «vicios privados, virtudes públicas»?”
Cuando las perversiones se mantienen a traves de los siglos, solo cabe conjeturar acerca de conductas de minorías que no podrían arrasar con los valores sociales que prevalecen. Así que las actitudes de quienes pretenden confrontarlas finalizan siendo recordatorios de un rechazo social.
Gracias por tu comentario Ernesto.