¿Por qué los inútiles llegan al poder?

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En esta nota, titulada «El líder menos pensado. Por qué los inútiles llegan al poder», Andrés Hatum hace una reflexión vinculada con el mundo de las organizaciones empresarias, y comienza citando una historia concreta.

Indica que muchas veces «ascender o morir es una consigna del mundo corporativo. La ambición es el factor común de todos aquellos que quieran llegar al olimpo organizacional. El dulce néctar de un suculento paquete de compensaciones y el estatus que ese lugar otorga explican esta desmesura».

Continúa diciendo que «el problema está en que muchas de las personas que ambicionan un gran crecimiento profesional y ascensos permanentes pueden llegar al límite de su inutilidad y, por ende, al fin de su vida corporativa. Es lo que suele llamarse el “principio de Peter”, nombre que le otorga el libro homónimo publicado por Laurence Peter en 1969, que establece que las organizaciones promueven a sus buenos empleados hasta el límite de su incompetencia. El problema es no darse cuenta. Esteban Iriarte es argentino y CEO de la compañía Millicom para Latinoamérica con base en Miami. El ejecutivo asegura a LA NACION que “al haberse superado el límite de la competencia, todos en la organización se dan cuenta menos el propietario de la incompetencia…

Tener un líder inútil puede generar muchísimos inconvenientes para una organización. En Estados Unidos, el bajo compromiso de los empleados resultante de malos jefes, implica una pérdida de productividad anual estimada en US$500.000 millones.

Un gran problema es la falta de obstáculos que tienen las personas inútiles para llegar a posiciones de poder. Hay que tener en claro que lo que nos permite obtener un empleo no es siempre lo mismo que se requiere para hacer bien el trabajo… cuando un líder es competente y es seguro de esa competencia, no necesariamente necesita ser carismático.

Amancio Ortega, el fundador y chairman de Zara, la multinacional textil española y la persona más rica de Europa, no habla en público y no acepta premios o reconocimientos. Cuando los líderes son humildes, los empleados emulan su comportamiento, admiten errores, comporten el crédito de los éxitos con el equipo y son más receptivos a las ideas de otros y al feedback.».

Luego cita casos de dirigentes políticos europeos (que se puede extender a otras latitudes), en esta nota que se invita a leer completa.

Por su parte la imagen de la entrada hace referencia al film «Idiocracia» que es una comedia satírica sobre las implicancias imaginarias que tiene un contexto de baja cultura en la emergencia de líderes «idiotas». Claro, sabemos que no es sólo la baja cultura sino -a veces- situaciones de deterioros socioeconómicos y políticos que hacen emerger este tipo de liderazgos.

Es un desafío para las democracias, que sus sistemas educativos y sus partidos políticos, interactúen virtuosamente generando líderes para un buen gobierno.

 

 

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