¿Para qué sirve la política?

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Aristóteles fue uno de los primeros -junto a Platón- que sistematizó la temática de «la política» (1), en línea con lo que se expresa en la imagen de la entrada y a lo señalado en el último link respecto de que «el hombre puede alcanzar el eu zeen, el bien vivir o felicidad (audaimonía). En la pólis, desde otro ángulo la naturaleza social encontraría la plenitud de su expresión, porque en definitiva el hombre no es solamente un zoon koinonikón, un animal comunitario, sino más que eso, un zoon politikón,  un animal abocado a llevar una vida política o ciudadana, un bíos politikós. O sea, una vida en la comunidad más completa, que es la polis. Por eso, interpretando fielmente a Aristóteles, Tomás de Aquino llamó societas perfecta a su versión latina, la civitas».

Este enfoque premoderno de la política ha sido retomado por la Iglesia católica desde Tomás de Aquino hasta los papas Pablo VI y Francisco. Este último ha destacado el rol «noble» que tiene la política. Tal vez la expresión más correcta sería que «debe tener la política».

Con la modernidad (2), y considerando a la política como «ciencia política,» se deja de lado esta perspectiva valorativa. Según la fuente que acabamos de mencionar, «Norberto Bobbio propone dos acepciones, una en sentido amplio (ciencias políticas), y otra en sentido estricto (ciencia política). La primera abarcaría todos los estudios relacionados con la política desde la antigüedad hasta nuestros días, incluidos todos los filósofos y teóricos que han pensado, escrito y analizado la política. En sentido estricto, la ciencia política contemporánea nació a partir de la corriente conductista que trata de observar las conductas de los actores políticos y de los ciudadanos conforme a premisas estrictamente científicas. Esta última acepción hace referencia a lo que se denomina generalmente «ciencia política positiva», para distinguirla de la filosofía política o teoría política normativa; la otra parte de estudio de la disciplina tiene como objeto de estudio propio al poder que se ejerce en un colectivo humano. La politología se encarga de analizar las relaciones de poder que se encuentran inmersas en un conjunto social, sean cuales sean sus dimensiones (locales, nacionales o a nivel mundial).»

El politólogo Andrés Malamud ha elaborado un libro denominado «El oficio más antiguo del mundo. Secretos, mentiras y belleza de la política» donde hace una excelente reseña de esta temática.

Hay muchos enfoques y prácticas de la política que se encarga de analizar la «sociología política» y se desarrollan en la «filosofía política«. Entre los enfoques más recientes -y más vinculados a esta última- están las versiones posmarxistas así como del populismo de izquierda, entre las que se pueden destacar -entre otras- a las de intelectuales como Chantal Mouffe y Ernesto Laclau. Han tenido importante incidencia en corrientes políticas de Argentina, en especial en el kirchnerismo. Un ejemplo de esto último es lo que menciona la periodista Luciana Vazquez, en este video y en esta nota, donde expresa -en un momento- que «la palabra clave acá es «puja», es decir, conflicto. Lo sintetizó bien Máximo Kirchner ayer: «Hay que afectar intereses para darle consistencia a la política»Podríamos preguntarnos si la agenda política es fundamentalmente «conflicto» y «afectar intereses»,  y ¿eso es lo que le da «consistencia a la política«? (3) Posiblemente, si en esto consiste la política, su consistencia y su agenda (4), sea explicativo de por qué no predomina el diálogo (5) y ¿por qué estamos como estamos no pudiendo lograr acuerdos básicos para desatar el «nudo gordiano argentino«, no?. ()

Ojalá que el enfoque y práctica de la política trascienda a «la lógica conflictiva», y la «consistencia» esté relacionada en cuestiones «sustantivas» como es alcanzar acuerdos superadores de las facciones, posibilitando superar los conflictos articulando los intereses de manera virtuosa para superar una pobreza creciente así como salir del estancamiento y grave deterioro (en especial, aunque no sólo, producido por los efectos de la pandemia), pudiendo así alcanzar un desarrollo integral.

(1) Aunque tiene antecedentes anteriores, particularmente en las obras de Homero, Hesíodo, Tucídides, Jenofonte o Eurípides.

(2) Durante el Renacimiento italiano, fue Nicolás Maquiavelo quien hizo observación empírica directa de los actores e instituciones políticas (El Príncipe). Se considera a Maquiavelo como uno de los teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre camino a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración social.

(3) A este tema, también responde a una pregunta de Pablo Marmorato el Dr. Alejandro Razé, en el minuto 15,50 de este programa de radio.

(4) Sobre el tema de «la agenda» de esta corriente (a septiembre de 2020) es interesante la reflexión de Alejandro Catterberg que se puede visualizar en este video.

(5) Para ello hay que hacer un esfuerzo para objetivar las principales causas de los problemas argentinos más relevantes, cómo articular crecimiento, justicia social e institucionalidad, y cuáles son las mejores políticas y los mejores instrumentos (sin caer en el «efecto cobra«) que nos permitan ir hacia un sendero de desarrollo sustentable en lo económico, en lo social y en lo ambiental.

(6) Ello no obsta para destacar la importancia que también tienen las otras fuerzas políticas (en especial de la oposición, donde no ha predominado la autocrítica de los errores cometidos) y socioeconómicas (en especial de aquellos sólo han privilegiado sus intereses sectoriales y cortoplacistas, o que se han beneficiado de manera prebendaria) para alcanzar el diálogo en la Argentina, que trascienden al rol del kirchnerismo y del gobierno (aunque este último es quien está a cargo de conducir el rumbo del país -y por lo tanto con una responsabilidad «mayor»- desde que ganara las elecciones).