Las razones para ser pesimistas, optimistas y emprender un cambio

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Ha habido y hay personas que han fundamentado su pesimismo. Sólo citaremos dos. El primero de ellos el intelectual rumano Emil Cioran (1911-1995). Posiblemente su pesimismo haya estado muy marcado -en su temprana edad- por el horror con que vivió el traslado de su pueblo natal (Rasinari), al que consideraba un paraíso, a Bucarest para asistir allí al Liceo. Esta pérdida de la alegría del vivir, seguramente lo marcó en su filosofía, y lo expresó en uno de sus axiomas acerca de “la inconveniencia de la existencia” (influido por el filósofo ruso León Chestov).

Lo llevó, entre otras temáticas, a cuestionar la existencia de Dios (retomando reflexiones que se remontan a Epicuro) y a la lectura de diversos autores. Uno de ellos fue Oswald Spengler (1880-1936), que influyó en su filosofía política. Cabe recordar que el filósofo e historiador alemán pronosticó que, aproximadamente, hacia el año 2000 la civilización occidental entraría en un estado de pre-extinción, lo que haría necesaria la aparición del cesarismo. Bueno… podemos decir que, con la pandemia, los efectos de la guerra en Ucrania y el cambio climático (por citar sólo algunos de los más relevantes), la emergencia de un cesarismo más generalizado aparece -lamentablemente- como la más “lógica” (cabe el entrecomillado).

En el caso argentino la persistencia de la crisis y nuestra decadencia socioeconómica también nos hace ser pesimistas. El supeditar el corto plazo al largo plazo sin planes consistentes, el financiamiento de la política (o peor aún el personal, sea de quien fuere) a través de la corrupción, el no respeto a las decisiones de la Justicia (y que esto se dirime en la calle), el no entender que ser ordenados fiscalmente no es de izquierda o de derecha sino que es sencillamente sensato, así como que los déficits fiscales de los países más desarrollados se han financiado (y refinanciado) -en general- con endeudamiento a tasas muy bajas (dada la solidez de sus economías) y que, cuando tuvieron que aumentar la emisión por la pandemia, también tuvieron alzas inflacionarias pero significativamente mucho más bajas que la nuestra… son algunos de los componentes de no comprensión de nuestras dificultades para salir del pesimismo.

Sin embargo, el abismo al que nos hemos acercado, con la grave crisis socioeconómica y política, hizo pegar un viraje al gobierno con el nombramiento de un nuevo Ministro de Economía (con perspectivas aún inciertas en cuanto a su eficacia), la objetivación y visibilización de pruebas relacionadas con hechos de corrupción juzgadas por magistrados nombrados por la principal acusada, si se confirma que la oposición está elaborando un plan consistente unificado en el marco de sus Fundaciones, supera sus fisuras y finalmente resuelve su liderazgo de cara a las próximas elecciones… parecen alumbrar signos de un optimismo moderado. Tal vez, sea más apropiado utilizar como denominación el título del libro de Terry Eagleton -citado por Guillermo Oliveto-, “Esperanza sin optimismo”.

Finalmente a nivel global, quienes decimos profesar el cristianismo, deberíamos ser conscientes que Dios no sólo hizo libres a sus ángeles, sino también a nosotros los humanos en el uso de nuestras capacidades como co-creadores y emprendedores para el bien y la vida, como está bien descripto en el inicio de la parábola de los talentos.  En general, para todos los seres humanos, sean cual fueren sus creencias, coincidiremos en que es importante la madurez, la sensatez y la sabiduría que emerja de sus valores, y darnos el espacio para preguntarnos acerca de cómo usamos nuestra libertad y nuestra energía en nuestros vínculos. Por ejemplo, si lo hacemos privilegiando la empatía y la cooperación, así como no canalizando nuestra agresividad y poder contra otros, o con la naturaleza. En este último caso, los efectos globales de la guerra en Ucrania han retrotraído avances en una mayor utilización de energías renovables, que posibiliten progresos en la reversión del cambio climático. El mismo está generando condiciones cada vez más graves y extremas.

Ojalá podamos construir un optimismo basado en acciones hacia una esperanza realista, porque de ello dependerá nuestra vida y nuestra felicidad o no en la Tierra.

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