Las raíces de la conducta violenta: un estudio empírico

image_pdfimage_print

Según esta nota, publicada en La Nación, en 2021, en base al proceso de paz iniciado en Colombia que permitió reintegrarse a la sociedad a quienes participaron durante seis décadas de la violencia, «y a lo largo de cuatro años, la Agencia Nacional de Reintegración de Colombia recopiló y chequeó las declaraciones de 26.000 excombatientes. Sin dudarlo, el neurocientífico argentino Agustín Ibañez, último autor del paper que se publicó en la tapa de la edición de febrero de la revista científica Patterns (https://doi.org/10.1016/j.patter.2020.100176), director del Centro de Neurociencias Cognitivas (CNC) de la Universidad de San Andrés, investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez, y Senior Atlantic Fellow del Global Brain Health Institute (GBHI, California), y su colega colombiano Hernando Santamaría, primer autor, investigador de la Universidad Javeriana de Colombia y del Centro de Memoria y Cognición Intellectus, del Hospital Universitario San Ignacio, de Bogotá, vieron en esto un tesoro y una oportunidad única para estudiar las raíces de la conducta violenta en el cerebro humano.

Los investigadores tuvieron acceso al reporte que incluía actos de violencia de cuatro tipos predominantes:“consecuencialista” (“el fin justifica los medios”), “retaliativa” o de venganza (“maté porque mataron a un amigo, a mi familia…”), “por placer” e “impulsiva” (”no me pude controlar, se me fue de las manos”). Un pequeño subgrupo de alrededor de 2000 individuos había ejercido todas las formas combinadas.  Lo importante –destaca Ibañez– es que los ‘controles’ compartían los mismos grupos, nivel socioeconómico y espacio geográfico”.Lo particular de este estudio es que se hizo una pregunta inversa: sabiendo cuáles de los individuos habían desarrollado conductas violentas y cuáles, no, exploraron ese enorme volumen de datos utilizando aprendizaje automático (deep learning y machine learning) para determinar los factores asociados con cada uno…..

Los sociales-contextuales fueron, tal como esperaban, los más fuertes. La posibilidad de que una persona dada ejerza la violencia depende en gran parte del tamaño de su red social, de si su familia fue sometida a malos tratos o testigo de hechos de violencia, si tiene una fuerte identificación con un grupo que la practica. En cambio los factores individuales, como el trastorno de personalidad antisocial, la impulsividad o la desinhibición, entre otros, inciden en menor medida. “Todos ellos habían sido estudiados previamente en forma aislada; ningún estudio había combinado tal número de indicadores”, destaca Ibañez. Y subraya Santamaría: “Pesaban mucho lo que se llaman ‘adversidades sociales’: haber vivido violencias, haber sido discriminado, excluido de los recursos sociales, políticos…Los factores que más peso tuvieron, en cantidad y en potencia, fueron los sociales. Las raíces de la violencia se encuentran más en las circunstancias que en el individuo. Los puramente psicológicos, para manifestarse, tienen que darse en conjunción con un contexto determinado. Por lo menos, se necesita un conjunto de 20 indicadores relevantes para lograr una buena predicción.»

De esta importante evidencia empírica se puede deducir que si no construimos un contexto o ambiente inclusivo, armónico, con una base de bienestar y empatía, no se resolverá la cuestión de la violencia, y por lo tanto no podremos construir un mundo pacífico y mejor.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *