En esta nota se desarrolla esta temática y se trata de ejemplificar con un caso reciente de Argentina.
Para quienes no tienen acceso a la publicación, aquí se hace una transcripción, respetando la fuente. Se expresa que «intelectuales como Julia Kristeva sostienen que los seres humanos tenemos la necesidad de creer. Esta necesidad se puede canalizar de distintos modos hacia lo trascendente, a corporizarlo en personas específicas de nuestro prójimo (algunas de ellas bajo la forma de arquetipos) y hacia nosotros mismos.
Cuando las creencias guardan relación con la razón nos permiten discernir la diferencia entre idealizar una persona o una situación, de lo que son las evidencias o hechos de sus actos, en cuanto a los “cómos” de los mismos y a sus resultados.
En tradiciones religiosas, como el cristianismo, es central el tema de los resultados alcanzados, como está expresado en el evangelio de Mateo 7, 15-20 sintetizado en “por sus frutos los conoceréis”.
Las intenciones y los relatos son importantes, quienes lideran también, pero lo más relevante son las consecuencias de nuestras acciones en resultados o frutos concretos.
Esto se puede aplicar a distintos hechos. Uno de ellos es el reciente gesto de un grupo de religiosos (sacerdotes y religiosas) que fueron al Senado a expresarle su solidaridad frente al repudiable atentado que sufrió la Vicepresidenta.
A nadie se le escapa que el acto de ciudadanos revestidos del orden sagrado del cristianismo tiene no tiene un sólo significado público (como es el repudio a lo sufrido), sino también su adhesión más general a una figura relevante de la política argentina.
Esta figura relevante despierta rechazos (según las encuestas: mayoritarios) y adhesiones. Estas últimas seguramente ligadas a su imagen de una Evita aggiornada, de sus explícitas intenciones de luchar por los pobres, la justicia social y la independencia de los pueblos. Todo ello, teóricamente, muy bueno. El problema es que los cómos, y en particular su cuestionamiento a los poderes republicanos y los resultados de muchas de sus políticas -en especial en lo económico- no concuerdan con estos valores declarados.
Si no salimos de la idealización de las personas, y no utilizamos la razón para discutir los mejores medios y procesos para alcanzar resultados que articulen ideales con mejores realidades, no iremos hacia una Argentina mejor»
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