En un mundo tan complejo y diverso: ¿cómo nos posicionamos?

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En esta nota, Carlos Fara utiliza la expresión de la imagen de la entrada y dice que «este es el párrafo inicial de la obra de Dickens Historia de dos ciudades. Se desarrolla hacia fines del siglo XVIII, en la época de la Revolución francesa. Una es Londres, donde reina la paz y el orden, mientras que la otra es París, signada por el caos y la agitación. Pues si Dickens viviera hoy en la Argentina, escribiría Historia de dos países, porque eso es lo que está sucediendo». Luego hace un paralelo con la realidad argentina actual.

Más en general, entendemos que podemos extrapolar a las muy diversas situaciones micro y macro que vivimos los diferentes seres humanos. Sin duda debemos anhelar y luchar por un contexto personal y global donde los conflictos se resuelvan de manera virtuosa, predomine la armonía entre nosotros y con el ambiente, la paz, la libertad positiva se juegue por la equidad, la empatía y la solidaridad, aspirando a distintos momentos de felicidad.

Sabemos que la felicidad, en general, se presenta en determinados momentos y muchas veces no es duradera. Son como «chispazos» o momentos paradisíacos.

En esta nota Gabriel Rolón donde resalta la importancia de construir «momentos eternos» y desarrolla más -entre otros temas- al final de este video. Algo similar plantea Carlos Bayala -desde otra perspectiva y dimensión- la creación de riqueza con «propósito» construyendo «burbujas de humanidad«. En lo médico y en el rol de la palabra Mario Alonso Puig también se refiere a la temática de la felicidad, que viene desde pensadores como Aristóteles. En relación con lo nacional, lo económico-social y lo político -entre otros- ha escrito Andrés Oppenheimer.

Desde una perspectiva cristiana, entre quienes se han referido a los momentos eternos como «chispazos» está el Papa Francisco en el encuentro con el Comité de Coordinación del del CELAM, en el Centro Estudios de Sumaré, Río de Janeiro, el domingo 28 de julio de 2013. Allí dice que «el discipulado-misionero -que Aparecida propuso a las Iglesias de América Latina y El Caribe- es el camino que Dios quiere para este “hoy”. Toda proyección utópica (hacia el futuro) o restauracionista (hacia el pasado) no es del buen espíritu. Dios es real y se manifiesta en el ”hoy”. Hacia el pasado su presencia se nos da como “memoria” de la gesta de salvación sea en su pueblo sea en cada uno de nosotros; hacia el futuro se nos da como “promesa” y esperanza. En el pasado Dios estuvo y dejó su huella: la memoria nos ayuda a encontrarlo; en el futuro sólo es promesa… y no está en los mil y un “futuribles”. El “hoy” es lo más parecido a la eternidad; más aún: el ”hoy” es chispa de eternidad. En el “hoy” se juega la vida eterna.»

Ojalá nos podamos posicionar en generar esos momentos o chispazos de felicidad y eternidad, dándole un sentido o propósito a nuestras vidas hacia el bien, el amor y el bien común. Ello nos puede conducir hacia un mundo mejor.

 

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