El insulto y sus implicancias

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La ira, la rabia, el rencor, las emociones negativas… generan distintas formas de agresividad entre las que está el insulto.

En esta referencia (en línea con la imagen de la entrada) se expresa que  «Insultar es la consecuencia de la incapacidad de la persona para mantener un autocontrol suficiente como para poder expresar lo que siente, su opinión, su punto de vista, de una manera adecuada. Insultamos convencidos de que es el otro el que tiene la culpa, el que me ha provocado, el que hace las cosas mal, el que me ha decepcionado. Esto es tirar balones fuera, no asumir la responsabilidad de que la percepción que tenemos de la situación que nos cabrea, la gestión de esa información, lo que sentimos y la reacción que manifestamos, únicamente es responsabilidad del que insulta. En definitiva, no nos cabrean sino que nos cabreamos. No estamos predeterminados para sentir ira y reaccionar de manera desmedida, podemos aprender a gestionar todo tipo de emociones ante las situaciones familiares, sociales, laborales.

La RAE nos dice que insultar significa ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones. No existe el insulto cariñoso, no se insulta sin intención de dañar nipara que el otro aprenda. La falta de respeto, la autoexigencia desmedida hacia el otro, la rigidez de que las cosas son correctas únicamente como las veo yo, la falta de empatía, la inseguridad para manejar la situación que nos empieza a incomodar, la manipulación desde el temor para que el otro haga o sienta o piense como nosotros, facilita que el hábito de insultar se va instaurando en nuestra forma de entender las situaciones cotidianas y el insulto empieza a ser una herramienta que utilizamos con la intención de debilitar la autoestima de la persona que tenemos enfrente.» Luego la nota hace otras consideraciones y plantea alternativas para que esto no suceda (muy importante).

También se puede agregar que, sobre las características del insulto «hay dos razones principales por las que los insultos se perciben como más poderosos y más intensos que los reproches, las acusaciones y las críticas. En primer lugar, permiten que la fuerza emocional del mensaje supere a su fuerza racional, lo que afecta no sólo al destinatario, sino también a otros participantes que presencian el intercambio verbal. En segundo lugar, mientras que las acusaciones o las críticas permiten al destinatario justificarse o rehabilitarse, los insultos pretenden socavar la imagen, la posición y la autoridad del destinatario hasta el punto de impedir cualquier diálogo posterior.»

Evidentemente el insulto no nos lleva a un mundo mejor.

(1) Agradezco a Enrique Bianchi esta cita y referencia:  Ilie, C. (2001). Unparliamentary language: Insults as cognitive forms of ideologycal confrontation. En R. Dirven, F. Roslyn & C. Ilie (Eds.), Language and ideology, II: Descriptive cognitive approaches (pp. 235-263). A raíz de la utilización frecuente del insulto por parte del presidente argentino Javier Milei. Para algunos (como esta nota de Marcelo Bonelli) sería parte de una estrategia de polarización para las elecciones del año 2025. Allí comienza diciendo que «Javier Milei tiene un ambicioso plan político secreto que busca consolidar su endeble gobernabilidad. Incluye medidas económicas clave y la búsqueda de una absorción futura del PRO. Se trata de la formación de un nuevo espacio político de derecha liderado por el propio Milei. También, su estrategia tiene tiempos de ejecución y busca conformar una amplia fuerza de derecha. El programa lo “cocina” solo entre los íntimos y buena parte de esos sueños se discuten en el “freezer”. Así le dicen a la blindada oficina presidencial en la Casa Rosada: a Milei le encanta trabajar a bajísimas temperaturas. Clarín confirmó que la táctica combina decisiones fuertes y un audaz timing político.”

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