Independientemente de cómo definamos el concepto de “pueblo” (*), podemos afirmar que un mundo mejor es aquel donde el pueblo (entendido aquí como la mayoría de la gente, y en particular quienes están en una situación de mayor fragilidad), esté mejor respecto de su situación socioeconómica y de calidad de vida anterior.
Sin embargo no cualquier camino nos lleva a estar mejor en el tiempo y más allá del corto plazo.
Se ha escrito mucho acerca del populismo. Sintéticamente diremos aquí tres cosas:
- Populismo en lo económico es resignar al corto plazo el largo plazo. Ello implica que las medidas económicas a corto plazo producen una mejora pero no son sostenibles en el tiempo en función del sistema socioeconómico y del nivel de conciencia –en particular- de quienes lo lideran. Esto ha sido criticado desde distintas posiciones ideológicas, incluso desde la izquierda como es el caso de Noam Chomsky
- Populismo en lo político va asociado a un liderazgo que tiende (cuando no directamente lo ejerce) a la autocracia, y por lo tanto contrario a un espíritu y práctica democrática y republicana. En una mesa redonda, del minuto 21,36 en adelante, se pueden encontrar otros elementos adicionales.
- Populismo a nivel ideológico, según el Papa Francisco, en enero de 2017 dice que “enemiga de la paz es la ideología que explota los problemas sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al otro como un enemigo que hay que destruir. Desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen constantemente en el horizonte de la humanidad. Haciéndose pasar por portadoras de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de sí pobreza, divisiones, tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia incluso la muerte. La paz, sin embargo, se conquista con la solidaridad”. En una declaración posterior diferenció entre «política popular y política populista».
Acerca de su caracterización en muy interesante el libro ¿Por qué funciona el populismo? y en esta nota se hace una síntesis del mismo. Un enfoque más radical es el texto «El pueblo contra la democracia«.
Por lo tanto si bien es una práctica frecuente en diferentes países (tanto del norte como del sur) y “redituable políticamente a corto plazo y asociada a renovaciones de mandato o a eternizarse en el poder”, no nos conduce en el tiempo a un mundo mejor.
En otra nota intentamos plantear la importancia que tiene hacer una política “popular” (en el sentido de un desarrollo humano inclusivo, en particular hacia los sectores de menores ingresos y en especial en situación de pobreza) de una “populista” que consiste “en pan para hoy pero hambre para mañana”.
(*) sobre sus características míticas y controversias con el Papa Francisco se puede ver este artículo de Loris Zanatta, así como su contrapunto con el enfoque de ciudadanía -en particular en el caso argentino- que se analiza en esta nota de Jorge Ossona.
PD: Sobre la temática del populismo es interesante este reportaje donde Moira MacKinnon y Andrés Malamud, conversaron con Infobae Cultura.