Uno de los autores que más ha trabajado el concepto de competitividad es Michael Porter. Ha desarrollado un concepto de diamante o el análisis de las cinco fuerzas, con los distintos elementos que la componen (que tiene su nombre) y ha escrito numerosos libros como es caso de «La Ventaja Competitiva de las Naciones» que va en línea con el concepto de competitividad sistémica que se muestra en la imagen de la entrada.
El Foro Mundial de Davos elabora un informe con los distintos elementos que forman parte de esta competitividad sistémica, y la CEPAL desde 1996 en su Revista desarrolla los distintos componentes a nivel macro, meso y micro. Una breve explicación se encuentra en este artículo.
Detrás de este enfoque es que una empresa, o una nación, no puede ser competitiva si sus distintos componentes no son competitivos y no colaboran entre si. La colaboración puede ser informal, responder a una estrategia nacional (desagregada sectorial y territorialmente) y/o una colaboración articulada en cadenas de valor (por ejemplo en clusters o en procedimientos como «just in time») o de manera asociada como lo plantearon Adam M. Brandenburger y Barry J. Nalebuff con su noción de «coopetición» o «coopetencia», evitando caer en la cartelización de la economía.
Este enfoque es una manera de «hacer negocios en los que todos participan» de alguna manera, como lo hemos planteado en esta nota. Ello es un paso hacia un mundo mejor que tendría que orientarse a ser competentes y no competitivos, así como a un sistema postcapitalista y un cambio profundo.