Lo maravilloso de los «ángeles anónimos»

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La temática de los ángeles se puede analizar desde distintas perspectivas, desde su significado etimológico como «mensajero», pasando por una figura mitológica e imaginaria, sin existencia real, hasta que es una creación divina y viviente (en especial en lo espiritual, pero -en ocasiones extraordinarias- también toman forma humana).

Una de las posibilidades es considerarlo, desde una perspectiva no religiosa y como una expresión más general, bajo la figura de «ángeles anónimos», como lo hace esta nota. Allí se enfatiza de que “necesitamos hablar más de los ángeles que de los demonios. Ángeles son todos esos anónimos que vigilan la seguridad de la noche, la de las cárceles, los bomberos de guardia. Los invisibles para la sociedad que disfrutamos de su trabajo duro y anónimo”.

El autor ha vivido una tragedia por la pérdida de su esposa en circunstancias terribles y entre otros conceptos dice que «sé que los ángeles existen y sigo apostando por la esperanza. Llegan a mi puerta anónimos a traerme consuelo, a veces solo compañía, en silencio. Esta mañana uno de esos ángeles llegó casi al alba a traerme tres panecillos calientes para el desayuno. No sé quién era.

Los demonios que hoy convulsionan y amenazan la paz del mundo tienen nombres y apellidos. Los ángeles son más bien anónimos, sin poder. El mundo sigue en pie por ellos. Son en verdad los verdaderos protagonistas. Los que trabajan las noches sin ver la luz del día para que la gran rueda de las ciudades siga girando. Son los invisibles. Recuerdo, estando en un hospital en Río, una joven enfermera de una favela que para estar a las seis en el hospital salió de noche de su casa y tomaba tres autobuses. Y otros tres a la vuelta ya de noche. Y se sentía feliz de tener trabajo y haber conseguido el diploma de enfermera. Ángeles son todos esos anónimos que vigilan la seguridad de la noche, la de las cárceles, los bomberos de guardia. Los invisibles para la sociedad que disfrutamos de su trabajo duro y anónimo.

De los demonios no quiero hablar. Son demasiado conocidos. Ellos sí tienen nombre y apellido. Y hay quién se siente fascinado por ellos. Recuerdo que en 2009, la editorial, Espasa Calpe, me pidió que les hiciera un libro sobre los demonios. Mi mujer Roseana me lo impidió. “Si quieren un libro tuyo que sea sobre los ángeles”. Nació así “La seducción de los ángeles”. Trabajé meses investigando la idea de los ángeles y me sorprendió ver que la figura de ellos es tan antigua como el mundo. Mucho más que la de los demonios. La imagen del ángel tiene en todas las culturas más antiguas, en los cultos religiones, en el arte, en la literatura, en la ciencia, en la música, en la arquitectura, en la pintura y hasta en la moda un lugar privilegiado que nunca tuvieron los demonios.

Quedé impresionado personalmente al constatar que ni uno solo de los grandes poetas desde la antigüedad a hoy había dejado de hacer poemas sobre los ángeles: desde los griegos y romanos a los más modernos como Shakespeare, Rilke, García Lorca, Borges, Pessoa, todos los grandes. El argentino Borges escribe en su poema Del infierno y del cielo que “Dios no necesita del esplendor del fuego”. Y no hay ningún genio de la pintura que no haya dibujado un ángel.

Rilke, el duro, escribe de los ángeles: “Tempranas perfecciones, vosotros, miembros de la creación, altas cordilleras, crestas arreboladas de aurora, del mundo creado, polen de la fluorescente divinidad, articulaciones de luz, pasadizos, escaleras, tronos”.

Y es que en un mundo donde los demonios, los vivos, los que despedazan la alegría de vivir, los que se adueñan de los sueños de los justos, de los que no saben que existen los ángeles de carne y hueso sin los cuales ellos no conseguirían vivir, esos ángeles humanos invisibles, para ellos parias de la historia, comodines de sus juegos sucios existen solo para eso, para ser los nuevos esclavos del mundo moderno….»

Y finaliza diciendo «ellos nos salvarán de la barbarie demoniaca de la ferocidad sin alma de nuestro mundo, que a pesar de todos los pesares ,apuesta por la “esperanza” que es la mejor y más consoladora divinidad.»

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