El peligro de usar enfoques y categorías generales, sin visualizar contextos y detalles de implementación

Muchas veces incurrimos en definiciones y enfoques donde usamos expresiones generales, como -por ejemplo- «la gente» (1), «la sociedad», «el pueblo»… sin visualizar que expresan conceptos muy genéricos que no distinguen la gran heterogeneidad que hay dentro de ellos y terminamos en una «torre de babel» donde no nos entendemos en lo que queremos decir. Esto imposibilita el diálogo, y por lo tanto llegar a acuerdos o consensos.

Algo similar nos pasa cuando nos referimos a corrientes filosóficas, religiosas, culturales y políticas. A continuación daremos solo algunos ejemplos, para el debate:

  • El cristianismo, el mensaje inicial de Jesucristo, no se vivenció con la misma fidelidad y coherencia a lo largo de la historia. Por citar sólo algunos casos el momento de la conversión de Constantino (y su vinculación con el poder temporal), el Sacro Imperio Romano, las cruzadas, la venta de indulgencias en una época del papado, son algunos ejemplos. También bajo esta denominación no sólo está la Iglesia católica, sino también las denominadas ortodoxas, las protestantes o denominadas evangélicas. Por lo tanto, es importante tener en cuenta todas estas variedades al momento de hablar de esta cuestión.
  • El liberalismoTiene una expresión filosófica, así como distintas formas en lo político, en lo económico (en el origen de la ciencia económica, en el liberalismo social, en el neoliberalismo…), entre las principales acepciones.
  • En el caso argentino, el peronismo. Para algunos es un sentimiento relacionado con una experiencia histórica (desde mediados de los años 40 donde hubo movilidad social ascendente de los trabajadores) que fue variando en el tiempo (2) y un liderazgo, una doctrina que propugna la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, distintas acepciones de lo que se denominó «socialismo nacional» (con muy diferentes acepciones desde la cubana hasta la de Mussolini)… mientras que para otros ha sido y es una forma de populismo, la no valoración de las instituciones democráticas y autoritarismo, entre las principales.

Son solo algunos ejemplos, de las características polisémicas y variadas que tienen estas categorías, enfoques y experiencias.

Sabemos que la búsqueda de la verdad es difícil, siempre relativa y muy compleja. Pero si no queremos equivocarnos gravemente tenemos que analizar «los detalles» (como bien expresa la imagen de la entrada) o «los cómos» (3), y en consecuencia poder discernir -más allá de nuestros sentimientos– las distintas acepciones y contextos pasados, quienes los lideran en el presente (sus equipos y rol de sus partidos) y qué enfoques y propuestas tienen -en especial- para el futuro en línea con un mundo mejor. Lo demás termina siendo anecdótico.

(1) Existe una anécdota que se le atribuye a Jorge Luis Borges. Ya bien pasada la segunda guerra mundial se le pregunta: ¿qué opina de los alemanes?. Con su inconfundible cadencia hace una pausa y responde: «Me va a tener que disculpar, no los conozco a todos».

(2) Podríamos diferenciar períodos como el de 1945-1952, el de 1952-1955 (con un plan de ajuste y aumento de la productividad), el de 1955-1973 (con el exilio de Perón), el 1973 (con el abrazo con Balbín y el modelo argentino), y luego las distintas expresiones sindicales, juveniles y políticas (el menemismo, el kirchnerismo de sus comienzos y luego los gobiernos posteriores), el de la alianza con el Frente Renovador…

(3) En esta entrada hemos intentado de darle un tratamiento más integral.