¿Hay plan o no hay plan?

En este blog hemos escrito notas como esta o esta planteando la importancia de tener un horizonte que pueda ser formalizado en un plan. En esta entrada intentaremos dilucidar si para el gobierno actual es importante o no tener un plan.

Antes de asumir Alberto Fernández sus equipos técnicos plantearon un plan para los primeros cien días de gobierno, luego con la pandemia se instrumentaron una serie de medidas de emergencia (como el IFE, el ATP, etc.), acompañadas del programa Potenciar Trabajo del Ministerio de Desarrollo Social (1) y priorizando a nivel económico la renegociación de la deuda externa. Muchos opinan que en -este contexto- es muy difícil formalizar un plan a largo plazo, pero hay sectores del peronismo que sostienen que esto es parte un plan. En cuanto a definiciones del Ministro de Economía, en este programa televisivo, indicó que en el presupuesto para 2021, y a partir del año que viene, habrá un plan consistente.

Sin embargo, un elemento de confusión sobre esta temática (ilustrada en la imagen de la entrada) fue introducido por las declaraciones del Presidente al periódico Financial Times, donde expresó que “francamente no creo en los planes económicos” (2). Economistas como Marcos Buscaglia sostienen que “sí hay un plan económico, y que consiste en la sustitución de importaciones”. Vamos a partir de suponer que esta conjetura fuera cierta y analizar algunos aspectos de su viabilidad.

La industrialización por sustitución de importaciones en general, en el mundo y también en Argentina, se realizó a partir de las dos guerras mundiales. Una reflexión sobre este proceso en nuestro país se hizo en esta publicación. El desbalance de comercio entre EEUU y China, generó en la presidencia de Donald Trump el “First America” buscando que las industrias se queden, y fundamentalmente vuelvan a ese país. La pandemia del Covid-19 ha reinstalado esta temática, en especial para insumos críticos o estratégicos y, países como Japón lo están incentivando.

En un intercambio de mails, Carlos Gervasoni, aporta “un dato clave pero a menudo desconocido: Argentina es algo así como el cuarto país del mundo que MENOS importa en relación a su PBI (y, la contracara, uno de los que menos exporta también). O sea, no hay muchas importaciones para sustituir, pero sí un enorme potencial para el crecimiento exportador. Pero buena parte de la clase política sigue con el discurso de la “avalancha de importaciones” y “sustituir importaciones”. Contra los esteroetipos, incluso en lo agroindustrial estamos lejísimos de nuestro potencial: hay países con mucha menos tierra y clima que Argentina, que exportan muchos más dólares en alimentos (Bélgica, España, Francia y Holanda por ejemplo). Es lógico en uno de los pocos países del mundo que cobra impuestos a las exportaciones y hace lo imposible por mantener un tipo de cambio bajo (= dolar barato)” (3).

Si bien cada país quiere tener la mayor diversidad de bienes y servicios producidos en su territorio, en un mundo donde hay competencia global (por más que esté en crisis) deben tenerse en cuenta las ventajas comparativas que tiene y las ventajas competitivas que dispone o puede generar en un futuro cercano (por ejemplo vinculada a la economía del conocimiento). Por lo tanto no es racional ni conveniente cerrar o condicionar seriamente la importación de insumos para el proceso industrialización porque ello genera efectos negativos como en el caso argentino de una fábrica de aviones en Córdoba que tuvo que cerrar o experiencias como las de Satellogic que ha tenido que deslocalizar partes de su producción.

Tenemos en la Argentina casos muy exitosos de desarrollo industrial, como es el de la maquinaria agrícola, donde no sólo abastecemos el mercado local sino que somos importantes exportadores y otros que no como el caso de gran parte de lo localizado en Tierra del Fuego. Ojalá que el gobierno aclare bien cual es su enfoque al respecto, en el marco de un programa o plan económico (4).

(1) Focalizado en cinco sectores: construcción, textil, alimentos, economía del cuidado y economía circular. Se propone que esté acompañado de un plan de infraestructura social para 4000 barrios y un programa de Ingreso Básico (que incluye la transformación del IFE).

(2) La hipótesis del periodista Daniel Bilotta sobre por qué habría realizado esta afirmación, se debería a que no desea explicitar cómo se va a generar el pago de la deuda externa en dicho plan y en el presupuesto. Desde el humor se puede ver esta nota.

3) Sobre la importancia de un significativo aumento de las exportaciones (en especial agroindustriales), y de un nuevo equilibrio se han escrito notas como las de Pablo Gerchunoff, Martín Rapetti y Gonzalo de León,

(4) Esperemos que la frase expresada al Financial Times haya sido “poco feliz” (y, que sólo son importantes los objetivos), finalmente se implemente un plan económico consistente. Sergio Berensztein nos  recuerda, en esta nota,  la afirmación de Saint-Exupéry de que «un objetivo sin un plan es solo un deseo».