Economías de la Cuna a la Cuna

En la nota sobre Economía Ecológica nos hemos referido a las distintas modalidades, entre ellas, la economía circular. Un caso particular es la denominada economía «de la cuna a la cuna» (ver el libro en la imagen de la entrada) donde lo que se recicla es integralmente sustentable. Para ello es fundamental ¿cómo se define o encara la cuestión del diseño de un producto, un servicio, una vivienda o una ciudad?

En este link se expresa que «el sistema de economía circular y el concepto de la cuna a la cuna (cradle to cradle) son dos alternativas que se han dado para reducir desechos, sin embargo, no hay que confundir una con la otra. La economía circular se trata de aprovechar al máximo los productos, extendiendo su vida útil lo más que se pueda antes de desecharlos. Por otro lado, el diseño de la cuna a la cuna es un método holístico que se preocupa por asegurar que todo lo que involucra un producto –desde la concepción de la idea hasta el declive– sea sustentable y su ciclo de vida no termine, lo que la convierte en la mejor de ambas opciones. Organizaciones y empresas se han interesado en este procedimiento y han conseguido certificar sus productos con Cradle to Cradle Product Certification Program (C2C), que evalúa los elementos que conforman los materiales que usa una empresa, por ejemplo, si contienen químicos dañinos o son reutilizables, cuántos recursos consume su producción y qué tan socialmente responsable es el corporativo productor».

Por su parte en esta nota se menciona que ello «supone un cambio radical del concepto tradicional de nuestro sistema de producción porque exige poner la idea de ecoefectividad y del equilibrio entre la economía, la equidad y la ecología en el centro del diseño y desarrollo. El concepto “cradle to cradle” se basa en tres principios:

  1. Residuo = Recurso. Todo se debe diseñar para que una vez acabada su vida útil, el 100% de los elementos que lo componen puedan ser aprovechados como recursos. Este sistema elimina el concepto de desecho porque estos equivalen a recursos.
  2. Energías renovables.  Este sistema depende de fuentes de energía renovables (solar, eólica, hidráulica, biocombustibles). Siempre que cumplan el principio anterior.
  3. Diversidad. Los sistemas naturales funcionan y prosperan a través de la complejidad. En lugar de crear soluciones genéricas como hacía el sistema tradicional, hay que apoyar la diversidad de diseños con un enfoque local, que cumplen mejor su función original al tener en cuenta las interacciones con los sistemas naturales en los que se enmarcan.

Os dejo un vídeo de una conferencia sobre diseño “de la cuna a la cuna” que dio el arquitecto Willian McDonough, que junto al químico Michael Braungart publicaron en 2002 el libro Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things (De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas)».

Es un enfoque que no plantea restricciones al crecimiento ni al consumo (como muchas corrientes de la economía ecológica), sino que se basa en la abundancia (podríamos agregar: sin despilfarro y con responsabilidad). Para ello se requiere que los diseños, procesos y resultados de los mismos sean ecoefectivos (a fin de evitar cuestiones como esta), es decir, que sean 100% sustentables y re-aprovechables. Hay muchas empresas que lo están encarando, así como diseños y construcciones de nuevas ciudades en países como China. Entendemos que una cultura que promueva diseñar y hacer cosas «sanas» y una institucionalidad que genere normativas públicas (más allá de certificaciones privadas), están en línea con un mundo mejor.

PD: Más videos se pueden ver en este sitio. Sobre el tema de la «ecoeficiencia» y la «eco-efectividad» se puede ver este documento, así mismo esta nota, entre otros.