Construir un piso y un horizonte de desarrollo para dar sentido a una cultura del esfuerzo
En una nota del diario La Nación expresa que «en las polvorientas colinas de una de las regiones más pobres de China, Gon Wanping, se levanta todos los días a las 5.10 hs de la mañana para ir a buscar agua al pozo y prepararle el desayuno a su hijo. La mujer le lava los pies y el hijo no aparta ni un instante la mirada de sus libros de inglés y de química. Y si lo hace para espiar el celular de su madre, ella le da un coscorrón. Para esta mujer de 51 años que nunca terminó la escuela, el futuro de su hijo Liu Quicay, de 17 años, es su única prioridad. Si a Quicay le va bien en su examen de ingreso a la universidad, y si consigue una vacante en la universidad líder, entonces cumplirá su objetivo de convertirse en un ejecutivo de una empresa tecnológica, y eso cambiaría todo. «El es nuestra salida de la pobreza», dice la madre». El artículo luego continúa con interesantes datos acerca del contexto cultural, socioeconómico y político de China.
Si nos hiciéramos la pregunta respecto de si lo que narra esta nota es posible de trasladar a una realidad como la de la Argentina, seguramente podríamos responder que «no» o que «es muy difícil». Son historias y realidades muy distintas. Sin embargo entendemos que podemos sacar algunas enseñanzas que sí son posibles de aprender. Entre estas enseñanzas está que la cultura del esfuerzo de esta madre y de este hijo tiene sentido en un contexto donde hay posibilidades de acceder a una educación de calidad y posteriormente a un futuro de emprendedorismo con perspectivas de éxito. Esto último puede ser posible en un país que viene creciendo a tasas altas y sostenidas, y se plantea un escenario de liderazgo (se espera que no sea de «dominación») donde el Estado y los distintos actores sociales actúan mancomunadamente en esa dirección.
¿Cómo sería esto en la Argentina? En una nota sobre la inestabilidad económica y la fuga de capitales hacíamos referencia a algunos fenómenos históricos y a bosquejar lineamientos de acción futura que nos sacaran del ciclo de «la ilusión y el desencanto«. Llegar a acuerdos entre las principales fuerzas sociales, económicas y políticas, y con un debate serio en lo técnico, puede ir generando un sendero de mediano y largo plazo virtuoso. Ello necesariamente debe estar acompañado de una educación de calidad, en todos los niveles desde la comprensión de textos en el nivel primario pero particularmente en el nivel medio y universitario.
Entre tanto debe mejorarse un piso de sustento vinculado a la economía popular, y analizando qué sectores y emprendimientos pueden desarrollarse en zonas como los grandes conglomerados urbanos con un tipo de cambio relativamente alto que, se estima -con oscilaciones- estará vigente en los próximos años dada la situación de nuestra balanza de pagos y un alto endeudamiento externo. Estos sectores y emprendimientos permitirían dar un salto o evolucionar de la economía popular hacia trabajos de mayor calidad.
No es fácil en una realidad compleja como la de Argentina, pero un esfuerzo sincero y concertado nos puede ir conduciendo a un mundo mejor.