Dialogando con los Mitos

Hace muchos años, un grupo de personas estábamos elaborando un documento y un sacerdote (el Padre Orlando Yorio) (1) sugirió incluir la temática de los mitos. Dado que era una persona muy sabia, humilde y con algunas características excepcionales, así lo hicimos. En lo personal entendía que los mitos remitían a una cuestión arcaica y premoderna, alejada de la racionalidad, pero -por respeto y gran valoración a este amigo- aceptamos su sugerencia.

Con el tiempo pude saber que «a lo largo de su obra Freud utilizó la mitología de diferentes maneras: a veces para desentrañar el sentido de las formaciones del inconsciente, otras para develar sentidos inéditos de los mitos a partir de los aportes del psicoanálisis, finalmente como fuente argumentativa». Por su parte Jung, como se expresa en la imagen de la entrada, hace un aporte diferenciado a la concepción de Freud. Como dice esta fuente: «en su autobiografía Recuerdos, sueños, pensamientos, Jung, al explicar la dinámica de su obra, señala el momento crucial en el que se le plantea como exigencia ineludible el conocimiento y el estudio de los mitos. Se trata del momento que precede y prepara la escritura de su obra Símbolos de transformación, publicada en 1912. Es el momento en que su relación con Freud entra en crisis, crisis que desemboca en ruptura precisamente con la publicación de ese libro, cuyos contenidos se desmarcan claramente de la doctrina de Freud».

Según la fuente que venimos de mencionar, para Jung «la capa superficial de lo inconsciente personal descansa sobre otra más profunda que ya no procede de la experiencia personal ni constituye una adquisición propia, sino que es innata. Esa capa más profunda es lo llamado inconsciente colectivo. Jung observa que eligió el término “colectivo” porque tal inconsciente no es de naturaleza individual sino general, es decir, a diferencia de la psique personal, tiene contenidos y formas de comportamiento que son iguales cum grano salis en todas partes y en todos los individuos. “Es, con otras palabras, idéntico a sí mismo en todos los hombres y por eso constituye una base psíquica general de naturaleza suprapersonal que se da en cada individuo».

Para la Wikipedia, «según Mircea Eliade, el mito es una historia sagrada que narra un acontecimiento sucedido durante un tiempo primigenio, en el que el mundo no tenía aún su forma actual. Los acontecimientos de la naturaleza que se repiten periódicamente se explican como consecuencia de los sucesos narrados en el mito (por ejemplo, en la mitología griega el ciclo de las estaciones se explica a partir del rapto de Perséfone). Sin embargo, no todos los mitos se refieren a un tiempo «primero», también pueden abordar sucesos acontecidos después del origen, pero que destacan por su importancia y por los cambios que trajeron.

Según la visión de Claude Lévi-Strauss, antropólogo estructuralista, todo mito tiene tres características:

  • Trata de una pregunta existencial, referente a la creación de la Tierra, la muerte, el nacimiento y similares.
  • Está constituido por contrarios irreconciliables: creación contra destrucción, vida frente a muerte, dioses contra hombres o bien contra mal.
  • Proporciona la reconciliación de esos polos a fin de conjurar nuestra angustia.

Por su parte, el antropólogo Bronislaw Malinowski afirmaba que no hay aspecto importante de la vida que sea ajeno al mito. Por ello, existen mitos religiosos (como el nacimiento de los dioses), políticos (como la fundación de Roma) o sobre temas particulares (por qué el maíz se convirtió en el principal alimento de un pueblo, como sucedió con los pueblos prehispánicos de México). Para Malinowski los mitos son narraciones fundamentales, en tanto que responden a las preguntas básicas de la existencia humana: razón para existir, razón de lo que lo rodea, entre otras. Malinowski también aclaró que el mito pertenece al orden de las creencias.

Las funciones de los mitos son múltiples ya que es parte de una cultura. No obstante, en general, se puede aceptar tres funciones esenciales: explicativa, de significado y pragmática. La función explicativa: se refiere a que los mitos explican, justifican o desarrollan el origen, razón de ser y causa de algún aspecto de la vida social o individual, por ejemplo, el mito griego que narra cómo se originó el mundo del «Caos» o el Génesis que comenta el nacimiento de la mujer de la costilla de un hombre. La función pragmática del mito implica que los mitos son la base de ciertas estructuras sociales y acciones, así, un mito puede marcar una línea genealógica y determinar quiénes pueden gobernar o no. Gracias a esta función, los mitos especifican y justifican por qué una situación es de una manera determinada y no de otra. La función de significado se refiere a que los mitos no son solo historias que brindan explicaciones o justificaciones políticas, también otorgan un consuelo, objetivo de vida o calma a los individuos, así sucede con mitos que hablan de la muerte, el sufrimiento o la victoria, por lo tanto, los mitos no son historias alejadas de la persona, sino que funcionan como un asidero existencial, un motivo, de acuerdo al psicoanalista estadounidense, Rollo May. Las tres funciones se suelen combinar de manera constante».

Según esta nota del diario El País «es usual calificar de “míticos” o “mitos” a las grandes estrellas del espectáculo, a futbolistas y atletas, y ahora también a algunos cocineros. “Mito” es así un sinónimo de “ídolo adorado por las masas”; “ídolo” es, en cambio, vocablo pasado de moda. Para sus fans son seres mitológicos, tan de fábula como los superhéroes, glorificados por los focos de la actualidad. Si bien entró bastante tarde en nuestra lengua —último tercio del XIX—, la palabra “mito” tuvo un éxito enorme: hoy, “el mito se dice de muchas maneras”. En el sentido de “lo fabuloso”, el término “mito” apunta a lo irreal, y se confunde con “lo falso”, y con esa fuerte connotación negativa se usa para descalificar exageraciones, bulos, y creencias ajenas. En ese sentido, los “mitos” son vanas “ilusiones” de los otros. A las “creencias” se contraponen “ideas”, como dijo Ortega, y antes los sofistas griegos. Pero los mitos perviven, se prestan a relecturas y a manipulaciones, a veces perversas».

Si bien hay enfoques (como el positivismo) y autores como Mario Bunge que rechazan al psicoanálisis, así como el planteo del inconsciente y los mitos como algo relevante (según él una especie de «brujería moderna»), es bueno -como sugirió Yorio en la frase de entrada de esta nota- valorar esta dimensión, que puede coexistir con el enfoque científico tradicional o clásico.

En esta reflexión hemos tratado de plantear esta temática en toda su diversidad y complejidad. Como se expresa en el título, es muy relevante reconocerla y «dialogar con ella». Analizar lo que contiene de válido o verdadero, como fenómeno subyacente de nuestra psiquis individual y colectiva, y aquello que nos relaciona con lo trascendente y nos refuerza el sentido de una vida plena. También es importante discernir, aunque no es fácil, cuando son sólo vanas ilusiones o se prestan a manipulaciones de sentimientos y emociones de personas que se sienten inseguras, que necesitan creer en alguien (idolatrizándolo) o en algo (confundir ideales con idealización), que lamentablemente a veces se utilizan para plantear supremacías de ideologías, creencias de todo tipo, razas, géneros o naciones sobre otras, y ello no se corresponde con un análisis riguroso de la historia, de los datos fehacientes de la realidad presente o de valores y prácticas que nos lleven -en la práctica y en el futuro- a un mundo mejor.

(1) Sirva esta reflexión como humilde homenaje a Orlando Yorio. En esta nota se hacen muchas referencias a su pensamiento sobre esta temática y en particular a este capítulo de un libro de Kusch (agradezco a Oscar Campana que me lo haya recordado).

 

El Rol de la Cultura

El concepto «cultura» tiene muy diversos significados. Según la Wikipedia la palabra proviene del «latín cultūra y es un término que tiene muchos significados interrelacionados. Por ejemplo, en 1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn compilaron una lista de 164 definiciones de «cultura» en Cultura: Una reseña crítica de conceptos y definiciones; y han clasificado más de 250 distintas. En el uso cotidiano, la palabra «cultura» se emplea para dos conceptos diferentes:

  • Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura.
  • Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo».

Para Julio Cortazar «la cultura es el ejercicio profundo de la identidad». Podríamos agregar: personal, familiar, grupal, étnica, popular, nacional y aquella que se va conformando a nivel global.

En una nota del diario El País la directora de la Fundación Europea de la Cultura, Katherine Watson, considera que las ideas innovadoras de la sociedad civil pueden mostrar a los políticos soluciones inclusivas para ciertos problemas. Al respecto, en una parte del reportaje, se da este diálogo:

«P. ¿Este concepto de cultura puede ser una herramienta para luchar contra la pobreza o la desigualdad?

R. Creo que somos muchos los que vemos en la cultura una fuerza de cambio del mundo, para lograr sociedades más igualitarias y justas. Y eso puede ser a través de proyectos en el terreno económico, político, social, educativo… Pero con la intención compartida de que la sociedad sea más inclusiva y democrática en Europa.

P. Pero, ¿cómo?

La democracia no es solo votar. La democracia de cada día que tiene que ver con la participación en tu comunidad, incluso si no eres un ciudadano oficial

R. La democracia no es solo votar. La democracia de cada día que tiene que ver con la participación en tu comunidad, incluso si no eres un ciudadano oficial. Tenemos la idea de que la cultura es arte y literatura. Pero tenemos el ejemplo de la chica egipcia que trabaja con mujeres con Down que quiere abrir una cafetería y vender galletas. Eso es un espacio cultural también, como lo puede ser un teatro o una biblioteca. Hablamos de lugares compartidos en los que la gente pueda aprender a vivir conjuntamente. Pongo un ejemplo. Entre todos nuestros programas, desde hace una década entregamos anualmente el premio Princess Margriet, que es un galardón de cultura para el cambio. Uno de los ganadores de 2017, Luc Mishalle, es músico y de bastante éxito, por cierto. Él trabaja en Molenbeek, en Bruselas, un barrio conocido en los medios de comunicación porque allí residían los terroristas que atentaron en el aeropuerto de la ciudad. Esto ha provocado que sus vecinos estén divididos, muchos sienten que ese barrio ya no es el suyo. Por eso Mishalle lleva años trabajando con niños y personas mayores de diferentes culturas en la creación artística para la comunidad y tocan en las plazas públicas, lo que tiene poco que ver con su trabajo en los grandes escenarios. Así que él es un artista, pero también es un trabajador social. Y eso es lo que queremos destacar y celebrar.

Otro ejemplo lo encontramos en una de las ideas que tenemos en esta edición del IdeaCamp. Se trata de la creación de una plataforma online en la que personas que quizá todavía no tienen sus papeles en regla, puedan conectar sus capacidades con las necesidades en la comunidad. Un lugar para compartir habilidades».

Se considera que este enfoque de la cultura, relacionándolo con «lo mejor» de la identidad (en el concepto de Cortazar) en sus diferentes expresiones, así como otros planteados, por ejemplo, por el Papa Franciscolíderes sapienciales, nos pueden ayudar a converger hacia un mundo mejor.

 

¿Una economía con otros valores?

En esta entrada nos planteamos la pregunta, si la economía (entendida como la corriente principal de la misma), puede tener «otros valores» que no sean la maximización del excedente económico que denominamos «lucro».

La primera respuesta sería «no», si consideramos a la economía -en el contexto del sistema capitalista- como una forma de «carrera» o competencia para el progreso individual, para generar riqueza y -a veces- sólo para sobrevivir en el mercado en el contexto institucional que se de, y en oportunidades, bajo modalidades informales sin importarnos los medios que utilizamos para ello. En esto coincidirían tanto economistas de esta corriente como de la economía marxista, en el sentido de que las «las leyes» o lógicas de acumulación del capitalismo llevan a esta situación por más que el «capitalista a nivel individual» quiera hacer otra cosa. La realidad está compuesta de múltiples evidencias de daños ambientales y sociales (v.g. trabajo «no decente» y desigualdad) que así lo demuestran. Una visualización de esta afirmación para las grandes compañías se presenta en la película «La Corporación» o en la reciente serie «Dirty Money«. Ello no quita que algunos dueños de estas empresas o corporaciones, «disocien su negocio» de «su ganancia personal», y con esta última sean filántropos donando parte o gran parte (como es el caso de Bill Gates) de su fortuna a fines solidarios. También está la posibilidad -en el marco de la legislación que los habilite- de que sus empresas deduzcan ganancias de sus impuestos para aplicarlos a fines solidarios o de mecenazgo, sin que esto cambie el núcleo central de la «forma de hacer negocios» y con el beneficio de «mejorar la imagen» de la empresa ante la sociedad. Aunque la respuesta inicial sigue siendo «no, en lo sustantivo» (más allá de acciones de marketing que no van al fondo de la cuestión), no hay que subvalorar o menospreciar estos gestos y acciones -en especial cuando son «significativos»- de «otros valores» de manera paralela al accionar de la empresa.

Una segunda respuesta podría ser que «si», en el marco de que «estamos condicionados» pero «no determinados« en el sistema económico, donde emprendedores consideran que es imprescindible contar con un excedente para subsistir, innovar y eventualmente crecer, pero no buscan su maximización y menos «de cualquier manera». Para que esto suceda ¿de qué depende? De varios elementos, entre ellos, los móviles del empresario, los enfoques y prácticas del mismo, y el contexto socioeconómico e institucional (la cultura y la sociedad donde está inserta, la economía y el rol e instrumentos del Estado).

En lo que se refiere a los móviles en un trabajo de Hugo Kantis, Masahiko Ishida y Masahiko Komori (ver esta publicación, en particular el Gráfico 2-7 «Principales motivaciones para ser empresario»), donde se muestran los resultados de una encuesta a fundadores de empresas de los países seleccionados en el estudio). De estos resultados empíricos se puede observar que sólo un mínimo porcentaje tiene como motivación «ser rico» o que se plantean la maximización del lucro. En un resumen de esta investigación se presenta el siguiente gráfico:

Del mismo autor (Hugo Kantis) se puede ver esta conferencia sobre los distintos tipos de emprendedores y su dinamismo. Por lo tanto, si las condiciones en las que operan no son de gran rivalidad (o, de lo que podríamos denominar, gran «darwinismo» socioeconómico), está la posibilidad concreta de que haya una economía con «otros valores». Va en línea con experiencias prácticas, como la de Inés Berton quien, en esta nota, expresa que la gente quiere trabajar en «empresas épicas» así como la mencionada en esta nota.

En cuanto a los enfoques y prácticas, lo anteriormente explicado -más otros elementos de contexto que coadyuvaron a llevarlo a cabo- fue el origen del enfoque y práctica de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE, que se muestra en la imagen de la entrada), o también denominado «responsabilidad social corporativa», y una de cuyas derivaciones recientes -que buscan superarlas- ha sido las empresas de triple impacto o «empresas b» (es interesante este testimonio, esta nota o experiencias similares). Ya hay más de 1200 empresas de este tipo que se certifican en 40 países en el mundo y que -desde su misión y propósito- buscan beneficios económicos, sociales y ambientales de manera integrada (*) La Wikipedia expresa, entre otros elementos, que «aunque la expresión RSE surge entre los 50-60 en EE.UU., no llega a desarrollarse en Europa hasta los 90, cuando la Comisión Europea utilizó el concepto, para implicar a los empresarios en una estrategia de empleo que generase mayor cohesión social, puesto que en la sociedad europea había cada vez más problemas en torno al desempleo de larga duración y la exclusión social que eso suponía. Más tarde, en 1999, el secretario general de la ONU durante el Foro Económico Mundial de Davos, pidió al mercado mundial que se adoptasen valores con rostro humano».

La fuente que acabamos de mencionar expresa también que, en lo relativo a cuestiones institucionales, mediciones y evaluaciones, «como documento decisivo en Europa, destaca el llamado ​sobre RSC. El artículo 116,de la ley francesa sobre nueva reglamentación económica del 2001, incluso impone la obligación jurídica a las empresas, de informar acerca de sus acciones de índole social. En Brasil, la coalición presidida por el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, en la que participan numerosos empresarios, ha promovido la RSC y existe un proyecto de Ley de Responsabilidad Social de octubre del 2003. Existen normas oficiales acerca de la RSC como la norma SA 8000 (Social Accountability Standard 8000) impulsada por el Council on Economic Priorities y aplicada por SAI,​ así como la norma SGE 21 de Foréticanorma que certifica globalmente la RSC en todos sus ámbitos. En noviembre de 2010 fue publicada la norma-guía ISO 26000, desarrollada con la participación de 450 expertos participantes y 210 observadores de 99 países miembros de ISO y 42 organizaciones vinculadas. La ISO 26000 no tiene por finalidad ser certificable ni un sistema de gestión, sino orientar las organizaciones en la introducción de prácticas socialmente responsables. Según la ONG Accountability en un ranking​ de los 108 países cuyas empresas tienen un mayor grado de desarrollo de la Responsabilidad Social Empresarial, los líderes son Suecia, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Reino Unido, Noruega y Nueva Zelanda

En la línea de una economía con rostro humano o con otros valores, encontramos el enfoque de la Doctrina Social de la Iglesia que emerge, en el contexto de una tradición católica, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Sobre este tema, además de otros, se expresa el economista Jeffrey Sachs en un reportaje que le hace Jorge Fontevecchia, donde este le pregunta: «Las encíclicas del Papa Francisco critican el capitalismo desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia. ¿La doctrina social de la Iglesia fue una tercera vía entre el capitalismo y el comunismo? ¿Qué opina sobre el Papa?», y Sachs le responde:

«Sí, en realidad, desde 1891 las doctrinas sociales de la Iglesia han estado a favor de una economía de mercado, pero en contra de la codicia. Por lo que volvemos a nuestra discusión de que teníamos que aceptar el acuerdo faustiano (**) tal como es. Cuando León XIII introdujo el Rerum Novarum en 1891, se refería a la industrialización. Había un orden industrial nuevo, y dijo: “La Iglesia no está en contra del mercado, no está en contra de la propiedad privada, pero la propiedad privada tiene que vivir dentro de un marco moral”. Eso dice Francisco en el Laudato si’. Lo mismo. Creo que es una idea maravillosa. Una economía de mercado en un marco moral. Es lo que necesitamos, y el Papa lo pide: “No les hablo solamente a los seguidores de la Iglesia, hago un llamado al mundo todo”. Debatir sobre ese marco moral con los chinos, con los indios, con los africanos, con los latinoamericanos, con mi país. Creo que puede haber un marco moral común, de lo que es decente, de lo que es correcto. Es la idea básica más importante y lo que necesitamos en el mundo actual: el diálogo moral. No tenemos mucho de eso. Sigo de cerca los discursos del presidente Xi. Habló en el XIX Congreso del partido el mes pasado, en China, y mencionó muchos conceptos morales. ¡Fantástico! Esa es mi idea de hacia dónde el papa Francisco se dirige con esa importante contribución. Tiene razón. Las enseñanzas sociales de la Iglesia tienen mucho que decirnos».

Este enfoque del «marco moral» en una economía de mercado estará relacionado, sin duda, con el plano individual y social, expresado este último en normas que así lo estimulen o promuevan, con el peligro de que lo hagan mal (como hemos señalado en otra entrada) o no adecuadamente.

En fin, hemos intentado dar elementos sobre un debate que «no está cerrado», y donde hay elementos esperanzadores como los que hemos señalado en la posibilidad del «si«, y fundamentalmente en enfoques y experiencias como los de la economía social y solidaria, de Sekem, la economía del bien común o la economía de comunión, entre las principales. Sin duda, todo ello nos puede conducir a un mundo mejor.

(*) También presentan vinculación con enfoques como el de los negocios inclusivos, el de los cuatro retornos, entre los principales. Cabe destacar que en el enfoque de los cuatro retornos se coloca «al final» el retorno financiero o al capital. Este es un enfoque similar al mencionado por Jack Ma (fundador de Alibaba) respecto de «primero los clientes, luego los trabajadores y por último el capital» (accionistas o inversores), que se puede visualizar en este video en particular del minuto 9 en adelante.

( **) Se refiere a otra pregunta donde dice: «el capitalismo, históricamente, es una especie de acuerdo faustiano en este sentido. En la Edad Media, la economía era una economía agraria y en Europa se guiaba por principios eclesiásticos. No se utilizaban precios justos. La idea era que había un marco moral y una sociedad rural estable. El capitalismo surgió con el descubrimiento de América, las primeras empresas capitalistas fueron las de las Indias Orientales y las del Sur. Estas sociedades de capital conjunto salieron a explotar las nuevas rutas comerciales, a producir algodón, azúcar, tabaco, oro, plata. El capitalismo era un acuerdo faustiano en el sentido del doctor Fausto: significaba aprovechar la codicia para el desarrollo. La codicia es una fuerza poderosa. La gente codiciosa moverá montañas, destruirá bosques tropicales, creará guerras, esclavizará gente, todo para generar riqueza. La riqueza es una adicción increíblemente poderosa. El capitalismo se sirvió del instinto más poderoso que tenemos para la economía, y creó este dinamismo que no se había visto nunca antes. No existe un sistema económico que pueda compararse con el dinamismo capitalista. Puso la codicia en el centro del sistema y todos miraban hacia otro lado mientras la gente era esclavizada, o se cometían genocidios para quitarles sus tierras a los indígenas. En el siglo XIX, el capitalismo se enfrenta a sus dos grandes contrincantes. Uno, el socialismo, que dice: “Esta codicia es cruel, mejor tengamos una sociedad dirigida por el Estado”. El segundo fue la socialdemocracia, que dice: “Podemos domar esa codicia”. El socialismo del siglo XX que conocimos creó sus propias atrocidades. Eliminó el dinamismo y creó tanto poder estatal que desató fuerzas imposibles de controlar. La idea socialdemócrata, que llegó a Escandinavia en la década de 1930, y a Alemania después del nazismo, resultó ser el mejor modelo. Se acepta cierto nivel de codicia como un mal que hay que tolerar, no elogiar.»

 

Influencers

Sabemos que las redes sociales tienen cada vez más influencia, no sólo en nuestras personas y vínculos, sino también con impacto en el sistema democrático y en la confianza en general.

Del mismo modo en la cuestión de los valores y arquetipos con los cuales nos identificamos. Una modalidad relativamente reciente de esto, en general vinculado con las marcas, lo comercial y muchas veces con lo banal, es lo que -utilizando un anglicismo- se denomina «influencer» (ver imagen de la entrada).

Si buscamos este concepto en google se lo define como una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca. Una descripción más completa se puede encontrar en la Wikipedia. Según algunos estudios el 92% de los consumidores confía en un «influencer» y en sus recomendaciones mucho más de lo que lo hace un anuncio tradicional o en el mensaje que lanza un famoso de un producto. Hay redes que enseñan a construir digitalmente a este arquetipo.

Dada la potencia que tienen estas redes y estos enfoques en la actualidad, seguramente coincidiremos que sería fundamental trascender lo mercantil (reconociendo lo lícito de esta actividad) y lo banal, y destacar en las mismas arquetipos que sean testimonio vivo de experiencias que valoremos como buenas, en un sentido amplio y como puede ser la construcción de la paz, o en cuestiones específicas como educación, la reducción de la pobreza, el cuidado de la salud, del medio ambiente, una economía más humana… entre otras. Esto puede ayudar a contribuir en la construcción de un mundo mejor.

PD: También hay micro influencers que se visualizan en plataformas como waip y que también podrían adoptar enfoques como el que se menciona en el último párrafo de esta nota.

La Verdad

Sabemos que la fuente de la Wikipedia, en oportunidades, debe ser re-chequeada (ella misma lo afirma en ocasiones específicas), pero -en general- ofrece buenas síntesis de distintos puntos de vista. En el caso que nos ocupa (la temática de «la verdad»), dice al comienzo de su explicación en español que, «el término verdad se usa informalmente para significar la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere1​ o la fidelidad a una idea. El término se usa en un sentido técnico en diversos campos como la ciencia, la lógica y matemáticas o la filosofía.

El uso de la palabra verdad abarca asimismo la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en general; también el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades: los hechos o la cosa en particular;​ y, finalmente, la relación de los hechos o las cosas en su totalidad en la constitución del Todo, el Universo.​ Las cosas son verdaderas cuando son «fiables», fieles porque cumplen lo que ofrecen.​ El término no tiene una única definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos y las teorías sobre la verdad continúan siendo ampliamente debatidas».

Ha tomado recientemente una «nueva actualidad» vinculada a la problemática y al debate sobre «las noticias falsas» o «fake news«: ya sea vinculadas a cuestiones de comunicación de Facebook -y las reacciones que ello provocó- o a intencionalidad política (su relación con el concepto de posverdad) y a preguntarnos ¿por qué no cambiamos de opinión aunque nos demuestren que estamos equivocados?. Esto último se lo vincula a limitaciones de la razón, sesgos cognitivos o al concepto freudiano de «desmentida«. En esta línea se puede agregar lo que pone en evidencia este video.

La frase de la entrada del científico Max Planck es muy dura, y podríamos decir que conlleva una visión «pesimista» de este fenómeno. Hay visiones más «optimistas», como es el caso de la expresada en la versión cristiana de la «parábola del sembrador» en el Evangelio. En la versión de Mateo (Capítulo 13) dice: «Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:

He aquí, el sembrador salió a sembrar.
 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
El que tiene oídos para oír, oiga.»

Esta parábola nos hace referencia a que «la verdad, desde el punto de vista cristiano» sólo puede prosperar en «la buena tierra» (Jesús explica al final de la parábola que conlleva esto). Es una invitación sapiencial (del «sembrador») a quienes puedan estar «abiertos a oír«, y por lo tanto excluye cualquier tipo de imposición o violencia de sus mensajeros (1). Para que esta invitación sapiencial fructifique en nosotros, según Grün y Steindl Rast, es necesario diferenciar el ego del “self”, que algunas corrientes llaman el “yo espiritual” o el “yo mismo”. Mientras que el ego se reconoce por su necesidad de mostrarse, el “yo mismo” se manifiesta en “ser uno con el otro”. Y en relación a los miedos que nos habitan, y en una conferencia dada en Argentina, propusieron amigarnos con ellos y a diferenciarlos del temor, una actitud que se resiste hasta convertirse en pánico.

Podríamos agregar que «los mensajeros» de la verdad  (en sus distintas expresiones -como las religiones– y campos desde las ciencias hasta la política) deben ser personas (o instituciones) «fiables» y «mensajeros de la paz» (por lo tanto de las distintas expresiones del amor). Esta es una restricción importante, dada nuestra limitada y débil condición humana (en el caso de las instituciones se complica adicionalmente cuando juega «el poder», y uno de sus recursos como es «el dinero»), y que nos desafía a estar en constante revisión crítica y actitud de humildad tanto en el conocimiento de la misma como en su comunicación eficaz a los distintos públicos.

Sin duda, la búsqueda de la verdad (compleja, que se nos va revelando de a poco, que está relacionada con la sabiduría…) es un requisito indispensable para la búsqueda y construcción de un mundo mejor.

(1) Esto se complementa con la afirmación de que «la verdad os hará libres» y «Yo soy el camino, la verdad y la vida«.

El Desapego

La imagen de la entrada remite a una frase de Bodhidharma (vigésimo octavo patriarca del budismo y el primer patriarca legendario y fundador de la forma de budismo Zen. También el Taoísmo, en el capítulo 44 del Tao Te King expresa el concepto así: «El renombre o la propia persona,

¿qué es más digno de estima?
La propia persona o las riquezas,
¿qué es más importante?
Ganar o perder,
¿qué es peor?
Una gran ambición conduce necesariamente a la ruina,
quien mucho acumula inevitablemente sufrirá grandes pérdidas.
Por eso, quien se contenta
no conoce la humillación,
quien sabe refrenarse no conoce el peligro, y puede vivir largo tiempo»

La cuestión del  “desapego” entendemos que es la correcta interpretación contemporánea que respeta la esencia del concepto de “pobreza” del cristianismo: no es el elogio a la pobreza material, dado que hay que “darle de comer al hambriento, de beber al sediento…”, practicar la justicia, poner en valor los talentos. Esto último no sólo conlleva a que nos podamos proveer el alimento por nosotros mismos sino también elegir un camino «desapegado» pero orientado a un desarrollo (*) integral de la persona y la sociedad: bien planteado por la Enciclica Populorum Progressio de Pablo VI. Todo ello en el marco de que el desapego puede tomar distintas expresiones (algunas de ellas radicales, como se lo expresa Jesús al joven rico o como lo vivió San Francisco de Asís) y que somos administradores transitorios –dada nuestra corta vida- de los bienes terrenales.

Esto va en línea con el aporte de Erich Fromm en “Tener o Ser”, donde privilegia “el ser” y diferencia “el tener existencial” (compatible con lo anterior) del “tener caracterológico” (la compulsión por acumular y consumir).  Por otra parte la cuestión del “desapego” es planteado por otras corrientes, como es el caso de las que toman distancia del consumismo (desintoxicarse del mismo).

No es fácil de vivir, pero seguramente nos puede conducir a un mundo mejor.

(*) En los últimos años se ha relativizado o puesto en cuestión la temática del desarrollo desde la perspectiva del «decrecimiento«.

El Prejuicio

En un programa de la televisión argentina (en el minuto 8,15 en adelante) el sociólogo Eduardo Fidanza reflexionó -a partir de un hecho puntual- acerca de la naturaleza del prejuicio. Allí mencionó un texto del psicólogo norteamericano Gordon Allport y uno de sus libros: «La Naturaleza del Prejuicio» (Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1971).

En la Introducción de este texto se menciona que no tiene una sola causa, y más adelante se plantea que surge como resultado de la necesidad que tiene el ser humano de tomar decisiones firmes y concretas de manera rápida, tomando información generalizada de la que se tiene hasta el momento para emitir juicios, y sin verificar su veracidad.

El texto de Alport tiene 575 páginas y 31 capítulos. La Wikipedia hace una buena síntesis del libro (aunque solicita nuevas referencias para aumentar su verificabilidad) cuando señala que «el prejuicio hace referencia a lo infundado del juicio y al tono afectivo. Allport señala que la frase «pensar mal de otras personas» debe entenderse como «una expresión elíptica, la cual incluye sentimientos de desprecio o desagrado, de miedo y aversión, así como varias formas de conducta hostil, tales como hablar en contra de ciertas personas, practicar algún tipo de discriminación contra ellas o atacarlas con violencia». En las prácticas cotidianas de los sujetos, el prejuicio opera a partir de presupuestos valorativos basados en costumbres, tradiciones, mitos y demás aprendizajes adquiridos a lo largo de los procesos de conformación de las identidades. Allport no incluye la posibilidad de calificación positiva en su definición.

El prejuicio surge por una conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si eso es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva. Comúnmente es una actitud hostil o, menos frecuentemente, favorable hacia una persona que pertenece a determinado grupo (social, étnico, sexual, político, socioeconómico, ocupacional, religioso, deportivo, etario, de salud o de enfermedad o de cualquier índole, incluso territorial o geográfica) simplemente por el hecho de pertenecer (voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente) a ese grupo, en la presunción de que posee las cualidades negativas o positivas atribuidas por muchas personas al mismo. La opinión se produce primero respecto del grupo prejuiciado y después incorpora al individuo».

Volviendo a Fidanza, marca la relación de este fenómeno con la «posverdad«, y podríamos decir también que tiene cierta relación con el concepto de «sesgo cognitivo«.

Poder estar «más abiertos y libres», y no caer en el prejuicio, sin duda nos ayudará a ir develando una verdad siempre incompleta y compleja de asir en cualquier tema que abordemos, y por lo tanto nos pueda ayudar a discernir aquellos caminos que nos pueden llevar a un mundo mejor.

 

De Estructuras a Redes

Un enfoque es que los sistemas se componen de estructuras, y las mismas «no son sujetas a consideraciones circunstanciales ni coyunturales, sino que son la esencia y la razón de ser del mismo sistema». En las organizaciones, las estructuras -por más flexibles que sean- tienen un orden jerárquico y distintos niveles operativos, donde circulan las decisiones y acciones de las mismas.

Las organizaciones «matriciales«combinan lo anterior con un trabajo en red o en equipos móviles por proyectos, que van cambiando. Esto las hace más flexibles y dinámicas, pero también más complejas y con riesgos de funcionamiento caótico. En la medida que el liderazgo global, y los liderazgos parciales de los grupos o equipos funcionen con una articulación adecuada, se reducen o desaparecen los riesgos (al menos temporalmente).

En base a lo anterior podemos afirmar que si la organización es una empresa capitalista buscará que el poder de la estructura vertical se articule exitosamente con la estructura horizontal a fin de maximizar el excedente económico. Si la búsqueda de un mundo mejor no es compatible con tener como «fin principal» la maximización del excedente económico, sino que la sostenibilidad económica esté subordinada a una sustentabilidad social y ambiental, entonces esto tendrá implicancias organizacionales.

Habrá una alternativa de que el liderazgo de estas organizaciones -en el caso de ser matriciales- (desde fundaciones hasta empresas sociales o similares) se ejerza con persuasión y espíritu de servicio a fin de que el poder tenga esta orientación. También el diálogo constructivo, la persuasión y el espíritu de servicio y complementariedad deberá estar presente en el caso de organizaciones democráticas u horizontales en cuanto al ejercicio del poder (desde ongs hasta empresas cooperativas, mutuales o de la economía social y solidaria) garantizando poder tener procedimientos y resultados eficaces.

El contexto general de lo anterior emerge vinculado al enfoque de «sociedad en red«, relacionado con «la nueva economía» que surge de la revolución tecnológica basada en la información y el conocimiento. Esto puede interpretarse como que el poder se va desplazando a este eje o núcleo (que es propietaria de la plataforma y de la tecnología donde funciona la red), y también a que la red contribuye a democratizarlo y hacerlo más participativo (si participan actores sociales y/o públicos sin fines de lucro). De esto último podemos dar el ejemplo de Wikipedia, y en transportes el caso de la plataforma pública de la Ciudad de Buenos Aires «BA Taxi» a diferencia de la plataforma privada Uber.

Finalmente podemos concluir señalando que las redes, a diferencia de las estructuras (verticales asociadas a un poder central y lucro), pueden contribuir significativamente a democratizar el poder, dependiendo de que las plataformas sean administradas -en general y a mediano plazo- de manera social o pública (cubriendo sus costos de operación), y «los nodos» y participantes tengan un espíritu y comportamiento de servicio y colaboración en su participación. Este camino seguramente nos puede llevar a un mundo mejor.

 

Mística, Política y Discernimiento

La etimología de la palabra mística, proviene del verbo griego myein, «encerrar», de donde mystikós, «cerrado, arcano o misterioso» y está asociado -en las distintas religiones- a la unión del alma humana con lo sagrado o con la perfección. Sin embargo este concepto también abarca una mística pagana, no religiosa o no filosófica, o asociada a «religiones civiles» o «políticas».

Relacionado con estas últimas se hace referencia, por ejemplo, a la mística que tiene una persona «militante» de una causa nacional (o de la Patria), revolucionaria o que se identifica con un arquetipo o líder como Bolivar, Chavez, Fidel, Perón o Néstor Kirchner (en el caso argentino), por citar sólo algunos casos. La mística da fuerzas, pero -en general- puede absolutizar el fin (justificando a todo medio válido para alcanzarlo) y transforma ideales en idealización. Esto último invalida poder razonar o discernir sobre los fenómenos reales dado que estos aparecen con un «sesgo cognitivo» o prejuicio que viene teñido por lo que representa el arquetipo o con algo -en la práctica- «sagrado» con quien se identifica el militante.

Todo esto generalmente viene asociado al «fanatismo» que se lo ha definido como una «pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz» y enemigo de la libertad (en particular de los demás). Carl Jung dice que «el fanatismo es la sobrecompensación de la duda» con el peligro -al decir de Diderot- que «del fanatismo a la barbarie solo media un paso». La capacidad de discernimiento es clave para evitar estas situaciones, así como la capacidad de diálogo.

Seguramente todos necesitamos «trascender» lo material, y la mística, lo espiritual, lo poético…  juegan un rol muy importante en  el sentido de nuestras vidas. Pero no es bueno trasladar lo sagrado a lo profano, mundano e imperfecto (por más valioso que sea), o confundir ideales con idealización, y menos aún transformarlo en algo fanático. No nos lleva a un mundo mejor.

La Cuestión del Fracaso

Cualquier acción o iniciativa en nuestra vida puede resultarnos bien, regular o mal. Hay muchas razones por las cuales podemos fracasar. Aquí algunas de ellas:

  • Nuestra intención ha sido buena pero no hemos tenido en cuenta una multiplicidad de factores (la cuestión de la “complejidad”) que operan para tener éxito. De ello se puede inferir que hemos “idealizado” (hemos confundido tener “ideales” con no haber registrado cuestiones de la realidad que no se ajustaban a estos ideales), no hemos planificado bien, no hemos entendido bien cuales son las necesidades externas que debemos satisfacer, sus deseos y si estamos en condiciones de satisfacerlas en términos socioeconómicos (capacidad de retribución de quien recibe y eficiencia, eficacia y calidad de nuestra organización para proveerlas), el contexto cambió o era más adverso de lo imaginado, a largo plazo cada nueva generación tiene sus propias características (y su ejercicio de la libertad) que inciden en mantener o no la iniciativa inicial (la cuestión de la “sucesión”) … 
  • Llevado al campo socioeconómico actual los especialistas que analizan “la empresarialidad”, es decir el intento de generar y desarrollar con éxito una empresa en el contexto del sistema económico vigente, señalan que en un porcentaje importante fracasa (para el caso de Méjico esto representa un 40% de las micro y pequeñas en el primer año de vida). Para el caso argentino la Red CAME indica que 8 de cada 10 emprendimientos fracasan en los primeros dos años de vida.Por su parte la Revista FORBES indica que el 90% fracasa. Las razones para esto son muy diversas (véase: http://www.iadb.org/wmsfiles/products/publications/documents/1481923.pdf entre otros documentos) que van desde el contexto socioeconómico hasta las habilidades o capacidades para responder a una demanda específica, cada vez más exigente y cambiante.
  • Si a lo anterior le agregamos las iniciativas donde el excedente es necesario pero no la búsqueda del lucro como fin principal, se comparta este excedente y las decisiones (la cuestión de la democracia en la empresa y las formas cooperativas), los bienes y servicios generados tengan sustentabilidad y objetivos sociales (las empresas sociales, las economías «integradas», las socialmente responsables -que realmente lo sean- y otras denominaciones), podemos afirmar que también muchas fracasan por cuestiones similares a las anteriores, pero también porque se plantean exigencias adicionales (en especial desde “otros valores”) que satisfacer. Entre las distintas razones específicas podemos mencionar: el individualismo ha predominado, no se ha podido pasar de individualismo a un personalismo maduro y del compartir donde cada persona tenga un valor reconocido en este tipo de instituciones, no se encontraron formas de liderazgo adecuadas para este tipo de instituciones y sobre el contexto en el que les toca operar, la búsqueda de consensos ha llevado a un “asambleismo” permanente y poco fructífero, los comportamientos poco involucrados de algunos miembros ha llevado a otros a considerar que se estaban produciendo situaciones injustas y ello genera desánimo en los más involucrados, derivado de cuestiones anteriores la organización se va burocratizando y perdiendo dinamismo frente a un contexto donde la agresividad del capital está presente y las puede sacar (o las saca) “de juego”, entre otras. Sin embargo al igual que lo señalado en el punto anterior (donde hay millones de iniciativas que han prosperado) también aquí tenemos mil millones de personas que pertenecen a organizaciones cooperativas (aunque algunas de ellas sólo sea en “lo formal”), millones de personas que comparten solidariamente lo que hacen y lo que piensan (por ej. Wikipedia), millones de personas que hacen trabajo voluntario y donan, miles de iniciativas de empresas sociales, socialmente responsables y similares que hoy funcionan con “éxito”….

Aprender del error -que nos ha llevado a fracasar- forma parte del aprendizaje de la vida, dada nuestras limitaciones como seres humanos y del contexto –la mayor parte de las veces incierto- en el que operamos. También forma parte del aprendizaje en el campo específico del conocimiento científico-tecnológico y de emprender. Sobre esto último, en el libro Crear o Morir, de Andrés Oppenheimer (Ed. Debate, Buenos Aires, 2014) en la página 60 menciona que “en Sillicon Valley, cuando enumeras tus fracasos es como si estuvieras enumerando tus diplomas universitarios. Todo el mundo aquí entiende que con cada fracaso aprendiste algo, y por lo tanto eres más sabio que antes” (entrevista del autor con Vivek Wadhwa). En el mismo libro, en la página 62 señala que Thomas Alva Edison tuvo más de 1000 intentos fallidos para inventar una lamparita eléctrica, y en la página 63 menciona que “los hermanos Orville y W. Wright, a quienes se identifica como los pioneros de la aviación, hicieron 163 intentos fallidos antes de realizar su primer vuelo tripulado en 1903”. En línea con lo expuesto van artículos como el de Santiago Bilinkis.

Analizar críticamente la realidad, en particular los errores y fracasos, y ser conscientes de que somos imperfectos y vulnerables (1) es un aprendizaje continuo que debemos hacer no sólo para ser lograr un mayor dominio de la naturaleza, ser creativos y alcanzar más prosperidad y bienestar, sino también para darle un sentido en línea con la búsqueda y construcción concreta de un mundo mejor.

(1) La cuestión de la vulnerabilidad está muy bien tratada por Brené Brown en esta charla TED y en este film de Netflix (vinculado al coraje y valentía).