Trabajo Decente

Según la Organización Internacional del Trabajo: «trabajo decente es un concepto que busca expresar lo que debería ser, en el mundo globalizado, un buen trabajo o un empleo digno. El trabajo que dignifica y permite el desarrollo de las propias capacidades no es cualquier trabajo; no es decente el trabajo que se realiza sin respeto a los principios y derechos laborales fundamentales, ni el que no permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, ni el que se lleva a cabo sin protección social, ni aquel que excluye el diálogo social y el tripartismo.

En 1999, Juan Somavia –primer director general de la OIT (fundada en 1919) proveniente del hemisferio sur– presentó su memoria «Trabajo decente» . En ella introduce el mencionado concepto, caracterizado por cuatro objetivos estratégicos: los derechos en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo social. Cada uno de ellos cumple, además, una función en el logro de metas más amplias como la inclusión social, la erradicación de la pobreza, el fortalecimiento de la democracia, el desarrollo integral y la realización personal».

La OIT ha avanzado en medir el trabajo decente (ver también documentos relacionados) en distintos países (incluida Argentina), así como desarrollar programas al respecto. También se lo ha incluido en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible de Naciones Unidas. En esta línea está lo expresado por Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, el Día mundial de la justicia social de 2014: «la experiencia nos enseña que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente. Debemos hacer más para empoderar a las personas gracias al trabajo decente, apoyarlas a través de la protección social, y garantizar que las voces de los pobres y los marginados sean escuchadas.”

De todos modos falta vincular, de manera efectiva, trabajo decente con globalización. El rol de ongs y voces que denuncian situaciones de trabajo infantil, trabajo esclavo, trabajo en exceso…. deben ser acompañadas de inspecciones de organismos internacionales como la OIT y sanciones a los países que presenten estas situaciones por la Organización Mundial del Comercio. Las declaraciones, buenas intenciones y programas no alcanzan para fijar un piso mínimo de dignidad humana y de relaciones de intercambio entre los países que vayan evolucionando a un comercio justo y un mundo mejor.