La Economía Marxista

Carlos Marx, con la colaboración de Friederich Engels (que aparecen en la imagen de la entrada), fueron quienes -sin duda- elaboraron la crítica más dura al sistema capitalista a través de sus diversas obras y escritos. Sin embargo cabe destacar que Marx no utiliza la palabra sistema”. Los autores que analizan la obra de Marx, Nietzsche y Kierkegaard señalan que los tres se enfrentaron con “EL SISTEMA entendiendo por esta palabra la cosmovisión y enfoque hegeliano”. El marxismo utiliza el término “Modo de Producción”: modo de obtener los bienes materiales necesarios al hombre para el consumo productivo y personal.

Las vertientes en las que se basa el enfoque marxista son varias. Por un lado, según M. Rubel, Carlos Marx funda su materialismo en base al materialismo antropológico de L. Feuerbach y los materialistas franceses del siglo XVIII. Marx parece querer situarse en las antípodas de Hegel y sus epígonos, negando a la conciencia toda autonomía y facultad creadora.  En la concepción hegeliana la realidad depende de la conciencia de si, y como es esta la que larga de cadenas al individuo, basta con una metamorfosis espiritual, para que el mundo se transforme (idea de cambio espiritual). En cambio en la concepción marxista, en el posfacio a la 2da edición de “El Capital” (1873), plantea “colocar sobre sus pies” esa dialéctica a la que reprocha estar cabeza abajo. También tuvo en cuenta los aportes de Rousseau, del antropólogo Morgan, de la economía clásica (en especial a Smith y Ricardo con su teoría del valor trabajo) y de Darwin. Respecto de este último en una carta que Marx le envía a Engels el 18/12/1860 dice: «he leído de todo, entre otras cosas el libro de Darwin sobre la selección natural. A pesar de su inglesa pesadez, este libro encierra el fundamento biológico de nuestra teoría».

Sin duda la obra más importante es «El Capital» donde hace una disección pormenorizada del capitalismo de su época. En cuanto a cómo preveía que evolucionara y su camino al socialismo y al comunismo (como etapa final) fue cambiando de opinión. Si bien originalmente creyó que serían los proletarios de los países capitalistas industriales más avanzados los que encabezarían ese camino, finalmente en la «Crítica al Programa de Gotha» opta por una dictadura del proletariado que, más adelante, llevarían a su concreción Lenin y otros revolucionarios en un país «no avanzado» como Rusia. Este «modelo autocrático» será también implementado en otras experiencias como China, Cuba, Corea del Norte, etc. También hubo experiencias autogestionarias en un determinado período de la ex Yugoslavia, socialdemócratas y del socialismo del siglo XXI (con lo que podemos afirmar que han habido «variedades de socialismo»).

En los países que, en algún momento, se han considerado socialistas se destacan Albania, Angola, Argelia, Bangladesh, Benin (ex Dahomey), Bulgaria, Burkina Faso (ex Alto Volta), Cabo Verde, Camboya,  Congo, Corea del Norte, Cuba, Checoslovaquia, Chile, China, Guinea-Bissau, Hungría, India, Laos, Libia, Madagascar, Mongolia, Myammar (ex Birmania), Polonia, República Democrática Alemana,  Rumania, Senegal, Seychelles, Siria, Tanzania, Yugoslavia, Venezuela, Vietnam del Norte, y en la  EX URSS:  Rusia, Ucrania, Rusia Blanca (Bielorusia), Armenia, Azerbaidjän, Georgia, Turkmenistán, Uzbekistán, Tadjikistán, Kazakistán, Kirguistán, Estonia, Lituania, Letonia, Moldavia.

En este blog hemos marcado nuestras diferencias con el enfoque de la propiedad, la revolución y gobiernos autocráticos (como es el caso de Venezuela al momento de escribir esta nota). Ello no obsta para reconocer el despliegue teórico del marxismo en cuanto a analizar la lógica de reproducción del capital y de denuncia de la explotación del hombre por el hombre. Podríamos afirmar que la economía marxista busca ser una economía de la igualdad (no igualitarismo en el marco de una economía mixta como la cubana) en un contexto evolutivo (dialéctico) de progreso material y social que conduzca a una sociedad sin clases y donde la libertad (*) queda subordinada a este fin. Sin embargo, a nuestro criterio y en su versión «clásica», cree que el problema de las relaciones de poder (que se esconden detrás de la desigualdad) se resuelve quitándole a la burguesía su instrumento de poder (la propiedad de os medios de producción) (**) y dándoselo a la clase obrera. En «la práctica» esto se hará a través de una vanguardia o lideres de una elite política (el partido comunista) que tendrá el control absoluto del poder desde el Estado (generalizando las empresas estatales) o con fuerte presencia del Estado (sólo en sectores estratégicos). Entendemos que no toma plena conciencia de lo complejo y profundo que se esconde detrás de esta temática (donde el poder económico es un caso particular de poder), que reaparece -como el ave fénix- en nuevas variedades de capitalismo dado que no se ha logrado cambiar la naturaleza del poder (abordada en esta reflexión). En otra nota hemos intentado abordar temáticas afines como la cuestión de lo planteado por Laval y Dardot respecto de las implicancias de su concepto de lo común en general y en la economía en el actual contexto y sus posibles perspectivas futuras.

Más allá de avances en la dimensión social (educación, salud, etc.), el desarrollo de la ciencia básica, industria pesada, armamentos y aeroespacial (en el caso de la ex URSS) y en disminuir la desigualdad, lamentablemente no han podido avanzar (y en oportunidades se ha retrocedido gravemente) -en la práctica- en una alternativa de desarrollo económico sostenible y sustentable a mediano y largo plazo en un marco de libertades democráticas.

(*) en este caso la libertad en sus expresiones civiles, políticas y culturales, vinculadas con la democracia. En cuanto a lo económico ello se ha expresado históricamente bajo formas de estímulo a la productividad en empresas estatales (una variante ha sido el estajanovismo),  de promoción de  iniciativas en el campo económico en modalidades de economía comunalista y social  (pero -en general- promovidas y muy controladas desde «arriba») o -en experiencias más recientes en países como China o Vietnam- posibilitando el desarrollo de la economía de mercado «orientada al socialismo» (con modalidades de institucionalismo capitalista y economía «mixta» público-privada).

(**) según Karl Polanyi es institucionalizar el capital de manera diferente, y por lo tanto se la podría encuadrar desde esta óptica como una variante del institucionalismo.

PD: Para un detalle más amplio de fuentes del marxismo se puede ver la página marxist.org. En cuanto a enfoques relacionados más recientes se pueden consultar textos como el de Thomas Piketty con su obra «El Capital en Siglo XXI» que plantean la actualización de la temática del capital, así como una literatura vinculada con el postcapitalismo,

 

Trabajo en Exceso

Las razones por las que trabajamos «en exceso» pueden ser muy diversas: desde la «adicción» personal al trabajo (porque «nos sirve para tapar otras cuestiones», porque no valoramos otras dimensiones de la vida, porque la organización en la que trabajamos nos incentiva al «multitasking» o pretende llevar la productividad más allá de lo posible (1)  y otras como las señaladas en este link, hasta las vinculadas con lo socioeconómico.

Referidas a esto último también pueden ser diversas:

  • el ingreso, formal o informal, no alcanza para satisfacer un piso mínimo de necesidades personales y/o familiares
  • las condiciones de trabajo (de médicos, profesionales, u otras) hacen que tenga que cumplir muchas horas (presenciales o virtuales), inclusive sábados, domingos y feriados, y sino «no sirvo» o «soy descartado»,
  • el sistema socioeconómico que prioriza la maximización del excedente económico, por sobre todo otro valor, y el «recurso humano» (como si fuera una «máquina») debe ser productivo al máximo,

entre otras situaciones.

Los ejemplos sobre lo que venimos de mencionar son -lamentablemente- abundantes. El diario La Nación menciona «el caso de una periodista japonesa de 31 años que murió luego de trabajar 159 horas extras en un mes volvió a encender la luz de alerta en el país por este fenómeno conocido como karoshi, que deja miles de muertos por exceso de trabajo.» Algo similar, vinculado con gran estrés, sucede en China según esta nota con la cultura del «996» (trabajar 9 horas por día, 6 días a la semana). En esta línea están situaciones de suicidio o de «burnout«.  Otros enfoques, como el de José Miguel Amiune, relacionan los fenómenos de la depresión con el pasaje de la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento del siglo XXI. En esta nota se la relaciona con el enfoque de «recursos humanos». La competitividad (como rivalidad) se plantea por encima de «ser competentes» dando lo mejor de nosotros mismos sin forzar nuestro cuerpo y nuestra psiquis. También está en línea con la «sociedad del cansancio» (en especial con la autoexigencia en el estudio y en el rendimiento en el trabajo) en Corea del Sur, según el filósofo Byung Chul-Han.

Cambiar de enfoque y de prácticas, a nivel personal y sistémico, es fundamental para resolver esta cuestión. Sabemos que no es fácil. Que «lo sistémico» nos aparece como una «jaula de hierro» pero la humanidad ha ido evolucionando con retrocesos y avances hacia un mundo mejor. La posibilidad de un mundo peor no está para nada descartada (por momentos y, por ejemplo, muy cercana con las amenazas de guerras y con el cambio climático) pero si queremos darle a nuestra libertad positiva un sentido vinculado a la sabiduría y a la felicidad, debemos hacerlo.

(1) Ha sido mostrado en películas como «Tiempos Modernos«, y también -pero relacionado con el modelo chino aplicado a países como Estados Unidos- ha sido abordado en esta nota de Jorge Sigal, comentando el film «American Factory«. En cuanto a realidades en Argentina, se puede ejemplificar con el caso de choferes ómnibus de larga distancia en Argentina que no descansan lo suficiente y las consecuencias trágicas que ello genera.

 

El Sistema como una «Jaula de Hierro»

En otra parte de esta página web hemos expresado que el sistema actual es fruto de una evolución que tiene orígenes recientes en el mercantilismo, y orígenes más remotos –en el Neolítico- cuando aparece la sedentarización con la demarcación del “territorio” (por lo tanto una zona de dominio o “propiedad”), la división del trabajo y el excedente. También hemos dicho que detrás de todo este proceso está más bien la cuestión del poder (en el sentido que le da Alvin Toffler, en su libro “El Cambio del Poder”, Ed. Plaza & Janes, 1996)

Como “cristaliza” esto? Hay una expresión de Max Weber que Eduardo Fidanza (ver link: http://www.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/9-Eduardo-Fidanza.pdf) la sintetiza así: Lo que llamamos “metáfora de la jaula de hierro” es una imagen retórica utilizada por Weber en una de las últimas páginas de La Etica Protestante para expresar la pérdida del sentido religioso original que inspiró, según su interpretación, al primer capitalismo. Como dijimos al comienzo, no consta que Weber haya usado en alemán la expresión que Parsons tradujo como “jaula de hierro” (iron cage). El término textual de Weber es “[ein] stahlhartes Gehäuse”, que literalmente podría vertirse como “estuche”, “envoltura”, o incluso “jaula”, “dura como el acero”, y que suele traducirse por “férrea envoltura”, o bien por términos similares que evocan un caparazón duro y opresivo”.

Esta metáfora del “estuche con férrea envoltura” está asociada también al pensamiento clásico, muy influido –en el caso de Adam Smith- por la física newtoniana, donde el campo de fuerzas del mercado (encuadrado institucionalmente por el Estado liberal) hace que sus partícipes tengan que actuar o jugar dentro de sus reglas independientemente de sus deseos o voluntad.

Marx, coincide con este enfoque. En el posfacio a la 2da edición de “El Capital” (1873) donde plantea “colocar sobre sus pies” a la dialéctica hegeliana a la que reprocha estar cabeza abajo, cita a un crítico ruso, cuya interpretación del método dialéctico aprueba, diciendo: “El (Marx) considera el movimiento social como un encadenamiento natural de fenómenos históricos, encadenamiento a leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y los designios del hombre, sino que por el contrario: determinan su voluntad, conciencia y designios”.

Esto es coincidente con escritos de Engels (como por ejemplo la carta que le dirige el 22 de agosto de 1889 a Eduard Bernstein), donde describe una situación de la clase obrera portuaria de una ciudad de Inglaterra y utiliza la frase del Dante para la entrada al Infierno (equivalente aquí al “sistema”): “Lasciate ogni speranza voi che entrate!”.

También se le puede aplicar a las organizaciones de distinto tipo, como señala esta nota, que hace referencia al tenebroso cuento de Franz Kafka: “In der Straftcolonie” (1919), o en lo juegos como el «dilema del prisionero». También es interesante esta frase de Fiador Dostoyevski: «Los hombres quieren volar, pero temen al vacío. No pueden vivir sin certezas. Por eso cambian el vuelo por jaulas. Las jaulas son el lugar donde viven las certezas.”

Hay posibilidades de que el sistema, la jaula o estuche, o como se lo quiera denominar, cambie? Hay una primera respuesta de tipo “determinista” que sería: “no”, dado que hay un engranaje del que somos parte y lo único que quedaría sería adaptarse lo mejor posible. Hay otra respuesta que es “si” dado que el sistema es la cristalización de una historia de relaciones sociales y de estas con el medio ambiente a través de la mediación científico tecnológica. Por lo tanto si estas relaciones sociales (en su doble dimensión) y el cambio científico-tecnológico cambian “el sistema puede cambiar”. La cuestión no será si cambia o no cambia, sino en qué sentido.

En este contexto va la referencia de H. Fazio en su libro “Economía, Ética y Ambiente” (Eudeba, Buenos Aires, 2012, página 132) que, para modificar el sistema, “la clave es la superación del individualismo y la sectorización” y citando a Charles Taylor, en su obra “Ética de la autenticidad” (Barcelona, Paidós, 1994, pág. 127) señala que “como suele suceder a menudo, los mecanismos de inevitabilidad operan sólo cuando la gente se encuentra dividida y fragmentada. No queremos exagerar nuestro grado de libertad. Pero no es nulo”.

La “coyuntura”, al momento de escribir esta nota (1) es favorable o desfavorable? En principio podemos afirmar que es “desfavorable”. Los efectos de la crisis financiera (a partir de Lehman Brohters), la división del trabajo que fue corriendo la industria al este (primero a Alemania, luego a Japón y Corea del Sur, y finalmente a China y otros países de Asia), los conflictos de oriente medio (como Irak, Afganistan y Siria, por citar los tres más importantes) y sus secuelas en términos de migraciones (en especial en Europa) y de terrorismo, el conflicto vinculado con lo nuclear (en particular con Corea del Norte, y en menor medida con Irán) así como la lucha por la supremacía a nivel mundial (en especial Estados Unidos, China y Rusia), las hambrunas de Africa, la marcha atrás por parte de Estados Unidos en lo que se refiere al cambio climático… son algunas de las que han generado escenarios de mayor tensión y “facistización” de partes importantes de sociedades y lideres que las representan. También podría decirse, por aquello de que “no nos une el amor sino el espanto”, más gestos como los del Papa Francisco, pueden abrir un panorama más esperanzador y construir un post capitalismo que nos lleve a un mundo mejor?.

Por último, y no menor, la profundidad y la aceleración del cambio científico-tecnológico. Sólo mencionaremos dos eventos, de los múltiples que se están dando: las implicancias de la evolución de la inteligencia artificial y las impresoras 3D que podrán tener la posibilidad de transformarnos en “prosumidores” (término que utilizó Alvin Toffler para decir que seremos –al mismo tiempo- productores y consumidores de prácticamente la totalidad de bienes y servicios). La pregunta es: los seres humanos seremos capaces de darle un sentido a este cambio? O lo dejaremos al arbitrio de decisiones de corto plazo del mercado, del dominio y su utilización para la guerra, o de algún delirio «prometeico»? La respuesta dependerá de nosotros.

(1) Luego de la misma pasó la epidemia del Covid, el agravamiento del cambio climático, la guerra en Ucrania y sus diversos efectos….