Economía Ecológica

Si la economía y la ecología están separadas o, en cambio, imbricadas una con otra no es un mero juego de palabras. Depende del enfoque que adoptemos. Intentaremos en esta breve nota delinear las principales características de una «economía ecológica».

Comencemos por decir que, en la antigüedad, tanto en el pensamiento pre-socrático como en el antiguo pueblo judío, había un enfoque o cosmovisión vinculada con la naturaleza. Como ejemplos de este último, se puede mencionar que: «la tierra (la naturaleza) “es de Dios” y “vosotros sois mis huéspedes y residentes de mi propiedad” (Lv 25-23), la importancia de disfrutar y cuidar del Jardín del Edén, así como entre otras normas establece la ley sobre el “reposo de la tierra” (Lv 25, 1-7). Algo similar se presenta en antiguos pueblos americanos como los Mayas, los Guaraníes («Yvy marane’: la “tierra sin mal”) o  los Incas.

Con la modernidad el hombre “domina o explota” la naturaleza, con ayuda de la razón. Para pensadores como Sir Francis Bacon sólo es posible dominar la naturaleza conociendo su estructura y sus leyes. “Hay que ‘torturar’ a la Tierra para que nos entregue todos sus secretos y recursos”. Esto se va a profundizar en el nacimiento y desarrollo del capitalismo, y -lamentablemente- con el socialismo «real» (1)

H. Fazio, en su obra «Economía, Ética y Ambiente (en un mundo finito), Eudeba, 2012, va a plantearse (pág. 10) «¿cómo es posible conciliar un ambiente finito -en cuanto a recursos físicos disponibles y a su capacidad de ser contaminado- con necesidades y deseos humanos ilimitados? Esta pregunta y sus posibles respuestas recorrerán el contenido de la presente obra. El desarrollo histórico de la humanidad se ha desplegado en torno a dos factores que son inherentes a la condición humana: la estrecha de la dependencia de la especie humana con el medio físico que posibilita la vida y del cual forma parte, y la necesidad de pertenencia de los individuos a una realidad que los abarca: la comunidad o sociedad. Este destino común de los seres humanos con el ambiente y la sociedad se ve hoy desdibujado por el ejercicio irrestricto de la racionalidad instrumental económica en que los fines individuales o sectoriales colisionan con los de la humanidad en su conjunto, incluidas las futuras generaciones…». Esta temática ha sido actualizada por Fazio en el libro «Cambio climático, economía y desigualdad. Los límites del crecimiento en el siglo XXI» (Eudeba, 2018).

Es en el contexto de lo que se viene de mencionar es que surge la economía ecológica. La Wikipedia hace una síntesis de quienes fueron los principales economistas «como Nicholas Georgescu-Roegen (19061994), Herman E. Daly, Kenneth Boulding, Karl W. Kapp, Robert Ayres. Fueron influenciados por los trabajos de biólogos como Alfred Lotka (quién introdujo la importante distinción entre uso endosomático y exosomático de la energía), Holling, Eugene y Howard T. Odum. Kapp trató el tema de los costes sociales que incluye las consecuencias negativas y daños que resultan de las actividades productivas y que recaen sobre otras personas o la sociedad pero de las que los empresarios no se consideran responsables. Apropiándose de este modo de una parte del producto nacional mayor de la que les correspondería y reduciendo el precio para los consumidores.

Boulding publicó en 1966 un artículo titulado The economics of the coming spaceship earth que popularizó la metáfora, aplicada a toda la humanidad pero de profunda inspiración norteamericana, de la transición de un mundo sin límites propia del pionero del oeste (cowboy economy) a uno limitado como una nave espacial (spaceship economy) reflejando el necesario tránsito a realizar hacia una economía de equilibrio, no expansiva.

Georgescu-Roegen, que realizó importantes aportaciones a la economía convencional antes de convertirse en un economista disidente, caracteriza el proceso económico, desde un punto de vista físico, como la transformación inevitable de baja entropía o recursos naturales, en alta entropía o residuos. De aquí el recurso a la termodinámica aunque Georgescu-Roegen critica la introducción de la probabilidad en ella (mecánica estadística). El resultado de este proceso sería, o según Naredo debiera ser, el disfrute de la vida. Hay dos fuentes de baja entropía: los limitados stocks (que incluye entre los flujos) de materiales (minerales) de la corteza terrestre y el, inagotable a escala humana, flujo de energía solar.

Frente a la analogía mecánica de la economía convencional Georgescu-Roegen describe el proceso económico como interrelacionado y sujeto a cambio cualitativo. El tiempo se introduce en el proceso productivo mediante su concepto de fondo. Otro aspecto de su obra es el enjuiciamiento de los dogmas energéticos pues afirmó la imposibilidad del reciclaje perpetuo y rechazó una teoría del valor basado en la energía según la cual los precios de las mercancías corresponden a su contenido energético.»

Esta economía ecológica también se la ha definido como «economia verde» o «bioeconomía» (2). También ha surgido, en base a un libro de Gunter Pauli, la denominada «economía azul«. «Cabalgando» entre estos enfoques y el de la economía convencional «con otros valores» apareció la «economía circular» (para mayor detalle ver esta fuente, esta Fundación y este sitio) (3) y la «economía de la cuna a la cuna» (así como otras «emparentadas» como ser la «economía con ecovillas«). La relación entre la economía circular y la economía del bien común la hemos comentado en esta nota. Todo lo anterior ha derivado también en iniciativas de emprendimientos sustentables y programas gubernamentales que buscan apoyarlos (4). A lo anterior habría que agregarle la importancia de la inversión en ciencia y tecnología por parte de agencias del estado así como de promover la inversión privada que abarate sustancialmente las energías limpias de modo que puedan hacer frente a energías altamente contaminantes como el carbón que siguen en ascenso en muchos países según esta nota.

Hay otros referentes: por ejemplo en España José Manuel Naredo, en Argentina Antonio Elio Brailovsky (además del ya citado Horacio Fazio), así como planteos más radicales como los de «ecología política«, el de Naomi Klein o vinculados con el enfoque cristiano la Encíclica «Laudato Si» del Papa Francisco «sobre el cuidado de la casa común».

Sin duda es un tema de la mayor importancia para converger hacia un mundo mejor.

PD: En lo que se refiere a las invenciones vinculadas con lo ecológico es muy interesante la publicación EcoInventos. Respecto a la relación entre prosumidores y agricultura urbana se puede ver esta nota.

(1) Respecto del enfoque de Marx sobre la cuestión ambiental es muy interesante este artículo de H. Fazio y J.M.Naredo.

(2) Recientemente se ha utilizado el concepto de bioeconomía con otro significado: «conjunto de las actividades económicas que obtienen productos y servicios, generando valor económico, utilizando como elementos fundamentales los recursos biológicos. Su objetivo es la producción y comercialización de alimentos, así como productos forestales, bioproductos y bioenergía, obtenidos mediante transformaciones físicas, químicas, bioquímicas o biológicas de la materia orgánica no destinada al consumo humano o animal y que impliquen procesos respetuosos con el medio, así como el desarrollo de los entornos rurales».

(3) Relacionado con el enfoque y práctica de la economía circular es muy interesante esta nota y esta.

(4) También son importantes premios como este.

Capitalismo desigual y sus implicancias

En este blog intentamos reflexionar, fundamentalmente, sobre la cuestión sistémica que nos pueda conducir a un mundo mejor. En función de ello hemos abordado, en distintas partes, la temática del sistema capitalista vigente hoy en el mundo. Del mismo hemos dicho diferentes cosas. Su fortaleza principal es que ha creado riqueza como ningún otro sistema. Sus principales debilidades: crisis recurrentes (con sus secuelas), no sustentabilidad ambiental expresado en sus efectos sobre los daños a la naturaleza y el cambio climático (Acuerdo de París, intelectuales y referentes religiosos que se han referido al mismo) y no sustentabilidad social. Esta última se expresa, en particular, en la distribución del ingreso (véanse datos en la imagen de la entrada) tanto en la relación capital-trabajo como en el rol del retorno del capital respecto de la provisión de bienes y servicios a los consumidores (con especial gravedad en la salud), y su reflejo en la cuestión fiscal (impuestos y asignación de gastos).

Antes de seguir avanzando con este tema debemos decir que la desigualdad se ha manifestado desde antes del surgimiento del capitalismo, y que la misma deriva fundamentalmente de relaciones de poder, en especial asimétricas. Por lo tanto el capitalismo es una forma particular de como se expresan las relaciones de poder en este sistema y en esta dimensión socioeconómica.

Si bien hemos destacado la importancia de converger hacia un postcapitalismo, cuando hemos hecho la síntesis describimos las principales reacciones que han habido respecto del capitalismo (a las que habría que agregar las relacionadas con los populismos, en particular de izquierda). En estos últimos tiempos ha surgido un peculiar rescate de una variante de capitalismo, que es aquel que ha permitido el ascenso y la movilidad social y el progreso material de amplias capas de la población (incluyendo las de más abajo), en especial en casos de países que han recibido gran inmigración como la Argentina o Estados Unidos de América (*). Sobre este último país, el rescate del «sueño americano» ha tomado la variante comunicacional de «salvar al capitalismo«, por parte de Robert Reich, respecto del surgimiento de variantes anti-sistema. Además de un libro y conferencias, hay un film en Netflix sobre esta temática. Allí se pone de manifiesto, entre otros elementos, el poder de lobby («cabildeo») de los grandes grupos económicos sobre el Congreso (en especial desde los años 70 hasta el presente) para que las reglas o normas los favorezcan. Por lo tanto las instituciones, en cambio de estar a favor de la mayoría de los ciudadanos (y en especial de los más débiles), están a favor de los intereses de las grandes corporaciones. En esa línea es muy interesante este video.

Lo que venimos de mencionar también aparece en la nota realizada sobre «dirty money«, en particular vinculada a algunos laboratorios o industria farmacéutica, y al sistema financiero. Esto pone en cuestión la misma noción de democracia, desnaturalizando su esencia.

Para finalizar quisiéramos relacionar el papel de la política (que Robert Reich busca valorizar en su país), con una nota de Carlos Fara, sobre el futuro de la política, en un evento del T20 realizado en Buenos Aires el 1 y 2 de febrero de 2018, de un grupo de trabajo sobre “gobernanza global, cohesión social y el futuro de la política”. Allí, entre otros elementos, se destaca que si bien hay un apoyo general al sistema democrático «existen 2 luces amarillas:

  • Los sectores de menores recursos manifiestan menor apoyo a la democracia, y
  • A mayor nostalgia sobre el pasado de un país (hace 50 años estábamos mejor), menor apoyo a la democracia.

Esto significa que persisten dos fuentes de amenazas: los que tiene menos acceso a bienes materiales, y quienes sienten que el mundo vivió una época mejor.

En esa misma línea, Sergio Bitar del Diálogo Interamericano puso el foco sobre lo que está sucediendo de largo plazo en la región latinoamericana: somos la parte del planeta más desigual, más violenta y menos innovadora. Una confluencia explosiva. En función de eso, este ex ministro de Allende, Lagos y Bachellet, aboga por un sustancial incremento de las capacidades de los aparatos estatales de modo de poder satisfacer adecuadamente cuestiones claves como la protección social, la competitividad, la seguridad y la gobernabilidad. Pero Bitar fue muy taxativo respecto a que no necesitamos Estados más grandes (porque ya serían imposibles de financiar), sino más eficientes….»

Al final se pudo «subrayar que:

  1. la problemática de la cohesión social y la gobernanza es global y estructural;
  2. nos enfrentamos a sociedades más complejas que nunca antes;
  3. la construcción de una mayor capacidad de respuesta por parte de los Estados –sobre todo en la región- es central;
  4. los Estados no pueden resolver todo lo que las sociedades le plantean;
  5. no se trata de agrandar los Estados más de lo que ya están; y
  6. parte de la tarea tiene que ver con reequilibrar las expectativas que las sociedades tienen e implicarlas en la solución de los problemas en función de que asuman ciertas obligaciones.»

Si bien creemos que si no se remueve el individualismo y la codicia de la cultura reinante, se buscan alternativas de economías con otros valores y se promuevan otros tipos de intercambio y de fiscalidad (en línea con planteos como los de Thomas Piketty), no habrán soluciones de fondo a esta temática. De todos modos lo planteado por Reich, así como lo de Bitar y el T20 en Buenos Aires, es fundamental y lo más realista a corto plazo como base de encarar el fortalecimiento de instituciones eficaces que -al menos- acoten la desigualdad en el capitalismo. Si hay una amplia participación ciudadana en esta dirección y una dirigencia virtuosa, esto seguramente contribuirá a ir construyendo un mundo mejor.

(*) además del fenómeno de las migraciones entre países por motivos socioeconómicos, y todo el debate sobre la división internacional del trabajo y la globalización.

PD: sobre esta temática también puede verse este Informe.

Postcapitalismo

El nacimiento del capitalismo (1), más allá de su vigoroso desarrollo, fue acompañado de reacciones y críticas tanto desde enfoques vinculados a la pre-modernidad como también desde la modernidad. Dentro de esta última se puede mencionar desde dimensiones de la cultura (como es el caso de obras de Charles Dickens, en especial Oliver Twist), pasando por lo social como es el caso del sindicalismo, lo socio económico con expresiones como el “owenismo” y el nacimiento del cooperativismo y otras formas de economía social, hasta lo político como es el caso de la izquierda con el anarquismo y el socialismo (desde el denominado utópico al científico con el marxismo-leninismo), por citar los principales (a las que habría que agregar otras como desde el catolicismo con expresiones como la Encíclica Rerum Novarum).
También cabe destacar las fuerzas de la cultura que promovieron su desarrollo. Según el enfoque de Max Weber, en su obra «La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo» tuvieron gran influencia, en un contexto donde la idea de progreso se articuló con el conocimiento de artesanos (en especial en Inglaterra y norte de Europa), el desarrollo del comercio que venía del mercantilismo y los cambios tecnológicos que se comenzaron a dar en forma significativa.
Haciendo un salto en el tiempo tenemos a Joseph Schumpeter que con su obra Capitalismo, socialismo y democracia (1942), planteó el problema de qué el capitalismo estaba amenazado por su éxito y no por sus limitaciones. Hoy la relación entre capitalismo y democracia tiene nuevos aportes.
Por su parte, Peter Drucker, considerado uno de los padres de la Administración, expresó su visión acerca de la sociedad que denominó postcapitalista (1993) luego de reseñar la particularidad de las distintas etapas de la humanidad. Al aludir a la creación de la «sociedad postcapitalista» mencionó en el proceso un giro hacia una «sociedad del saber«. Además de plantear las implicancias organizacionales y políticas, descartó hacer «una historia del futuro». En la obra de referencia desarrolló la perspectiva del saber “como el recurso» de la sociedad postcapitalista, la desaparición de la mano de obra como factor de producción y la redefinición y el papel del capital tradicional.
Sobre este enfoque consideramos que “el conocimiento como recurso” puede también considerarse una forma de capital, que los seres humanos adquirimos y desarrollamos como un haber vinculado en distinto grado y según modalidades diversas con el entorno familiar y social, la educación y el sistema científico-tecnológico.
También, desde esta perspectiva, Alvin Toffler en una obra escrita en 1990, señaló al conocimiento como un recurso de poder del futuro. Dicho recurso -de la más alta calidad-, puede ser ejercido de distintas maneras, algunas plenamente “compatibles” con el actual capitalismo y otras que se expresan como vehículo de una agresividad que adopta distintas formas como rivalidad, dominación o guerra.

Sobre esto último se mencionarán algunos ejemplos de una expresión de rivalidad en esta “sociedad del conocimiento”. En el primero de ellos nos basamos en la nota de Ernesto Martelli en el diario La Nación del 19/3/2017 donde dice, entre otras cosas: El diario británico The Guardian contabilizó esta semana 18 elementos copiados a Snapchat directamente por Facebook o a través de sus distintas empresas (el Status de WhatsApp o el Messenger Day entre las más recientes). De todos modos, la controversia excede la visión de negocios: mientras muchos señalan una crisis del departamento de investigación y desarrollo, otros precisan un empeño personal de Zuckerberg en imitar hasta destruir a su colega Spiegel, de 26 años. Aunque para eso sacrifique su perfil innovador. Recuerdan sus analistas la frase favorita de Zuckerberg para sus adversarios, tomada del Imperio Romano: Cartago debe ser destruida”. Se pueden dar otros ejemplos como la rivalidad entre Steve Jobs y Bill Gates, o los suicidios e intentos de suicidios entre 2009 y 2012 en plantas fabriles de Foxconn por la “presión laboral”.

Volviendo a la cuestión de “superar o trascender” al capitalismo encontramos enfoques vinculados al cambio climático (por ej. el libro de Naomi Klein, «Esto lo cambia todo. El Capitalismo contra el clima», Paidós Ibérica, 2015) y de este con su imbricación en las demás relaciones sociales y el impacto en la pobreza («Encíclica Laudato Si, Sobre el cuidado de la Casa Común», del Papa Francisco).

Sin embargo la mayor parte de la literatura reciente sobre esta temática va por el lado del impacto de los cambios científicos-tecnológicos, como lo menciona un artículo del 8/3/2016 de Justo Barranco en el periódico La Vanguardia. En esta nota menciona a cinco autores:

  • Paul Mason y su libro «Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro» (Ed. Paidós, Barcelona, 2016). Lo que sintetiza Barranco es que: «la crisis actual no sólo anuncia el fin del neoliberalismo sino que las nuevas tecnologías de la información no son compatibles ya con el capitalismo actual porque en condiciones de competitividad y mercado libre, el precio de algo que no cuesta nada de reproducir debería estar próximo a cero. Ya no es una utopía pensar en sustituir el capitalismo, dice, y ve formas básicas de una economía poscapitalista en el sistema actual, como el gran auge de la producción colaborativa»
  • Jeremy Rifkin y su libro «La Sociedad de Coste Marginal Cero: El Internet de las cosas, el Procomún Colaborativo y el eclipse del capitalismo» (Paidós, España, 2014). En la nota de La Vanguardia, sobre este texto se expresa entre otros conceptos que: «el capitalismo comenzará su ocaso en las próximas décadas y será en buena parte sustituido por otro paradigma: el procomún colaborativo. Una economía donde el capital social será mucho más importante que el financiero, compartir más importante que competir, los mercados perderán terreno ante las redes a las que se conectan miles de millones de personas y cosas y los consumidores se convertirán en fabricantes de su energía y bienes, en prosumidores….  El capitalismo será un complemento en las áreas en las que los costes marginales sigan siendo notables. La sociedad será menos materialista y la idea de que el valor de un ser humano se mida por su nivel de producción de bienes se verá primitiva».
  • Zygmunt Bauman, en su presentación en el documental «En el mismo barco«: En la síntesis periodística se expresa que «Hace 30 o 40 años en los países llamados desarrollados se prometía el empleo total. La palabra ‘desempleado’ subrayaba que eso estaba fuera de la norma. Hoy en los países anglosajones se utiliza la palabra redundant, redundante. Es un veredicto en el mercado laboral. Es gente inútil, un problema de ley y orden más que social”. No sólo se deslocalizan trabajos al Tercer Mundo. A eso se añade la computerización de todo. “Si no se ha extendido más es porque hay países pobres donde el trabajo es aún más barato. Cuando sea más caro, será completada. También la del trabajo intelectual. Así que estamos a punto de un mundo nuevo y la única posibilidad que nos queda en él es cortar la conexión entre empleo y medios de subsistencia. Que el ingreso de la sociedad se divida para que todos sean mantenidos con vida. La robotización del trabajo duro es una bendición. Pero hay que hacer algo con los actuales mecanismos de la sociedad para hacerla vivible”.
  • Erik Brynjolfsson y Andrew Mcafee, investigadores del MIT, y sus libros «La carrera contra la máquina»  (Antoni Bosch editor, 2013) y «La segunda era de las máquinas» (Hardcover, 2014) . En este último texto afirman que «está en la naturaleza de la economía digital, afirman, que los bienes y servicios se provean a la vez a un infinito número de compradores a un precio cercano a cero. Son optimistas porque creen que estamos al borde de una explosión de creación de riqueza por la revolución digital, pero saben que las ganancias van a ser para los consumidores y para los que crean y financian las máquinas. A los trabajadores se les deberán impartir las habilidades para trabajar no contra sino junto a las nuevas máquinas inteligentes».
  • Por último se cita a Tyler Cowen y su obra «Se acabó la clase media» (Antoni Bosch editor, 2014) donde señala el impacto del cambio tecnológico sobre esta clase y las brechas sociales cada vez mayores. También menciona que «los equipos hombre-máquina revolucionarán la economía, la medicina y la ciencia. Las empresas podrán evaluar el rendimiento económico de cada trabajador con precisión agobiante: habrá hipermeritocracia. Y un gran crecimiento del empleo en los servicios personales: criados, chóferes, jardineros. Y gente que ofrezca experiencias a los ricos, que serán entre el 10% y el 15% de la ciudadanía. Gran parte del resto tendrá salarios estancados o menguantes, aunque con más oportunidades de diversión y educación baratas».

Sin duda hay muchos otros enfoques como los planteados en los artículos de la publicación “Alternatives Economiques”, de Ludovic Desmedt et Odile Lakomski-Laguerre: “Du bitcoin au faircoin et au-delà”, otras similares o de Christian Arnsperger, “Revenu de base, économie soutenable et alternatives monétaires«. Este último autor ha escrito también el libro Étique de l´existence post-capitaliste. Pour un militantisme existentiel, CERF, Paris, 2009), donde –entre otras cosas- plantea sobre la importancia de orientarse en base a nuevos principios de vida, repensar profundamente la social-democracia e inaugurar una visión «comunalista» (tal vez podría traducirse como «comunitaria» ubicada localmente)  de la economía, crear nuevas «comunidades existenciales críticas», promoviendo una ética de la simplicidad voluntaria, de la redistribución radicalmente igualitaria y de la democratización profunda.

Entre los enfoques debemos incorporar el denominado «aceleracionismo» que según esta fuente «la teoría aceleracionista surgió en la década de 1990 y se ha dividido en variantes de izquierda y de derecha mutuamente contradictorias, existiendo aceleracionismos procapitalistas, poscapitalistas y anticapitalistas». En lo que se refiere a los postcapitalistas, la fuente mencionada expresa que «en el Manifiesto por una política aceleracionista, Alex Williams y Nick Srnicek consideran necesario revivir el argumento a favor de una sociedad poscapitalista: «No solo el capitalismo es un sistema injusto y pervertido, sino que también es un sistema que frena el progreso». En este sentido, ambos argumentan que «el aceleracionismo es la creencia básica de que estas capacidades pueden y deben ser liberadas al ir más allá de las limitaciones impuestas por la sociedad capitalista» Autores como Mark Fisher, aclaran que no se trata de acelerar cualquier proceso capitalista, sino que aquellos procesos y deseos producidos por el capitalismo, pero cuyos efectos no pueden ser contenidos por áquel y que podrían conducir a un mundo poscapitalista».

Vemos que hay coincidencias sobre el enorme impacto en el trabajo y en el vínculo entre humanos y tecnología, pero hay diferencias de opinión acerca de si el capitalismo cambiará de forma en un postcapitalismo que mantendrá su esencia (en la búsqueda del lucro y la propiedad) pero con una gran robotización (con algunos planteos negativos sobre los alcances de la inteligencia artificial), y otros en cambio plantean que predominará la economía colaborativa y una sociedad menos materialista, con lo que este postcapitalismo no tendrá la misma «substancia o esencia» que el capitalismo.

Nuestra perspectiva adhiere a esta última posición, a un cambio de cultura donde prevalezca la «cultura del cuidado» frente a lo que es una cultura de «relaciones de poder«. Esta cultura del cuidado está relacionada a buenas experiencias de vínculos familiares (aunque hay miradas pesimistas o que ponen en cuestión esto), del rol de lo femenino, del cuidado materno y también paterno, y de otras personas o expresiones culturales (experiencias religiosas, etc.) que nos «marcaron positivamente» en la vida. Ello debería ser trasladado de lo micro (esfera personal) a lo macro (esfera socio-económica-política) superando la dicotomía original planteada en los orígenes de la economía clásica (la no benevolencia de La Riqueza de la Naciones, de la simpatía, en la Teoría de los Sentimientos Morales, en Adam Smith). Sabemos que este traslado es difícil a medida que aumentamos las escalas humanas, donde aparece una mayor complejidad, la ley y los estímulos materiales y no materiales para orientar la acción humana. Pero es una «base» cultural existente y sólida donde deberíamos apoyarnos en esta nueva etapa de la humanidad, si queremos tener futuro. El riesgo de «no tener futuro» es claramente expresado por Steven Hawking, donde en una nota del diario El País dice -entre otras cosas- que: «creo que la supervivencia de la raza humana dependerá de su capacidad para encontrar nuevos hogares en otros lugares del universo, pues el riesgo de que un desastre destruya la Tierra es cada vez mayor».

Volviendo a una propuesta de vida esperanzadora en un mundo mejor podríamos concluir que la construcción de la cultura del cuidado conlleva la «cultura del compartir» y por lo tanto de compartir trabajo y el excedente que se genera. Todo ello través de nuevas formas de intercambio, de redistribución y donde la reciprocidad se vuelque en  experiencias de economía colaborativa, solidaria, de empresas sociales y demás experiencias similares (que incluyan el cambio tecnológico en esa dirección).

(1) Acerca de que se entiende por «capitalismo» es interesante el primer capítulo del libro «Historia del capitalismo», de Jürgen Kockca.

Una versión de esta nota también se ha reproducido en Facebook.

Consensos Institucionales para Converger a un Mundo Mejor

Hasta ahora los consensos institucionales que se han logrado, a nivel global y en el marco de Naciones Unidas, son los Objetivos de Desarrollo Sostenible que son una continuidad y ampliación de los Objetivos del  Milenio que se plantearon hasta 2015.

Lo anterior está vinculado con acciones de organizaciones no gubernamentales como las relacionadas al “Mundo que queremos”, “Mi mundo”, y  tantas otras miles de iniciativas de personas de buena voluntad, confesiones religiosas, otras ongs, movimientos culturales, sociales y políticos, iniciativas económicas para enfoques y prácticas alternativas en lo económico, entre las principales.

También es importante lo firmado sobre cambio climático en el Acuerdo de Paris, que fuera redactado entre noviembre y diciembre de 2015, y firmado el 22/4/2016, así como posturas en esta temática como la del Papa Francisco en su Encíclica “Laudato Si” o de intelectuales como Naomi Klein en su libro Esto lo Cambia Todo. El Capitalismo contra el Clima  (Ed. Paidós Ibérica, 2015),

Si bien el nuevo Presidente de Estados Unidos se ha manifestado en contra de acuerdos como el que acabamos de mencionar (y se ha retirado del mismo), se considera importante continuar avanzando en llevar adelante e irles dando cada vez mayor precisión a estas iniciativas que nos pueden conducir a un mundo mejor.

En el caso de Argentina esto se ha abordado en notas como esta.