Partiendo del peor escenario

La construcción de escenarios posibles de una política pública no sólo deben partir de un diagnóstico lo más certero posible y del análisis de tendencias, sino también de ejercicios de simulación prospectiva.

En la imagen de la entrada se presentan, de manera simplificada, cuales serían las denominaciones de los principales escenarios. Se supone que aspiramos o deseamos un escenario optimista, o si las cosas marchan bien seguir la tendencia actual. Pero es bueno plantearse -como ejercicio- un abanico más grande de posibilidades. En el Programa «La Trama del Poder», de Laura Di Marco en La Nación+ de Argentina, del minuto 33 de este video entrevista a Eduardo Levy Yeyati, quien expresa -en el minuto 43- que el enfoque más adecuado para hacer políticas públicas es el de colocarse -imaginariamente- en el «peor escenario«. Desde allí visualizar sus posibles características y riesgos, así como planear las medidas que deberíamos adoptar desde ahora para evitarlo o morigerar sus eventuales consecuencias. Si el mismo no se da, será mejor para todos, y podremos disfrutar de una mejor situación.

El comentario anterior de Levy Yeyati lo hace en función de lo que no hizo el gobierno argentino que asumió en diciembre de 2015, lo que fue generando la situación que fue emergiendo desde el 28/12/17 y se hizo crítica de mediados del año 2018. Algo similar se puede decir de otros gobiernos, como el caso de Estados Unidos vinculado con el cambio climático. Priorizó la reactivación a corto plazo de la economía, que -hasta ahora- logró, aunque no se saben las consecuencias que se pueden generar con la guerra comercial que ha desatado (por el momento -al 26/7/18- con un primer acuerdo entre EEUU y UE, pero no con China donde se ha agravado el conflicto), y sí se sabe el enorme daño al medio ambiente global.

Estar preparado para «lo peor» nos puede llevar a generar medidas preventivas de ese posible escenario, y «un piso» del cual partir y proceder para construir escenarios positivos que nos lleven a un mundo mejor.

La Economía Premoderna

El origen de la palabra economía proviene de los griegos, en particular de Jenofonte y Aristóteles. Como señalan K. Polanyi y C. Arensberg ( “Les Systemes Economiques”, Larousse Université, Paris, 1975, pág. 105) para Aristóteles la noción de economía es más rica y profunda cuando se la considera como la disciplina que estudia la satisfacción de las necesidades vinculadas con los recursos materiales, tanto de las familias, como de las comunidades (hoy diríamos su carácter “social”) y la polis (de allí su relación con la ciudadanía y la política). Esto se presenta en un contexto de “buena voluntad” (philia) que se expresa en un comportamiento de “reciprocidad” (antipeponthos) como una disposición para asumir las cargas que tiene un rol y para un compartir mutuo. Todo lo que es necesario a la continuidad y al mantenimiento de la comunidad, incluida su autosuficiencia (autarkeia) es “natural” e intrínsecamente justo. El filósofo también distingue la crematística vinculada al “arte de aprovisionarse” -en la negociación que se da en el intercambio-, del “arte de ganar dinero” derivada del afán de lucro (para más detalles véase también el texto de H. Fazio, «Economía, Ética y Ambiente (en un mundo finito)», Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2012). Esta última versión de la crematística (y no la noción de economía en el sentido aristotélico) sería la predominante en el mercantilismo y en el capitalismo.

Si bien son los griegos que formulan más formalmente el origen del término, existen en la antigüedad otras tradiciones (como las de la Biblia) donde también hay un pensamiento económico. En el pensamiento económico medieval se nota la influencia muy marcada de los padres de la Iglesia (en particular Santo Tomás de Aquino). Sin duda en estos enfoques «lo económico» aparece muy relacionado con lo filosófico, en algunos casos con lo teológico, y con valores como justicia, solidaridad, el trabajo…. entre los principales.

En cuanto a las prácticas económicas o sistemas económicos previos a la modernidad tenemos el comunitarismo de los cazadores y los recolectores (también se va a expresar luego -bajo distintas modalidades- en pueblos aborígenes, y en manifestaciones culturales y religiosas que llegan hasta nuestros días), el esclavismo y el feudalismo. El mercantilismo lo abordaremos -en una próxima entrada- como antecedente cercano al capitalismo.

Tanto en los enfoques como en las prácticas que venimos de mencionar hay elementos y valores (lo comunitario, lo justo, lo solidario…) que, de una u otra manera, se hacen presentes en la actualidad bajo nuevas formas que están relacionadas con un mundo mejor. Habrá que contextualizarlas adecuadamente en lo socio-cultural, ambiental, tecnológico (con cambios muy acelerados), y en lo económico y político-institucional de cada realidad, para discernir de manera realista y prudente -con el conocimiento técnico adecuado y a través del consenso democrático- los mejores caminos para ese horizonte deseado.

La Amistad

Al momento de escribir esta nota se celebra en la Argentina el día del amigo/a. La frase atribuida a Voltaire -de la imagen de la entrada- (1) nos relaciona la amistad con la vivencia «del bien».

En el excelente libro de Luis Kancyper, «Amistad. Una hermandad elegida. Estudio psicoanalítico» (Ed. Lumen, Tercer Milenio, Buenos Aires, 2014) se reflexiona en profundidad sobre este tipo de vínculo entre los seres humanos. A continuación glosamos algunas partes del mismo:

  • En «Amistad y la compasión no posesiva» cita una frase de F. Casas, que dice: «la palabra compasión -sentir con el otro en un momento extraordinario de unión- dejó de ser un buen sentimiento para convertirse en una mala palabra, casi como sentir lástima por el otro. Esta degradación etimológica explica bien el momento en que vivimos». Más adelante expresa que «en hebreo encontramos un desarrollo similar. Jehová es el misericordioso, El Rájamim; pero réjem significa «útero». El dios hebreo, el temible dios de los Ejércitos, es un dios innombrable, pero también presenta rasgos femeninos, como el útero que lo predispone a la misericordia. En el Pentateuco, se señala la necesidad de limitar el poder de la crueldad humana y contrarrestarlo con el poder de la compasión, incluso en el reino animal….»,
  • En «Itinerario de la compasión en la obra de Freud», menciona que «la compasión representa, junto con la vergüenza y el asco, uno de los diques de  la crueldad humana. Es una formación reactiva contra las pulsaciones pregenitales del sadismo, una forma muy particular de resistencia, cuya finalidad más evidente es detener la primitiva pulsión de apoderamiento ante el dolor de los demás del desarrollo de la capacidad de compadecer. Freud señala además que no se ha logrado todavía el análisis psicológico exhaustivo de la pulsión de apoderamiento»,
  • En «Gilgamesh y Enkidu, el texto literario más antiguo acerca de la inmortalidad, de la eternidad y de la amistad», comenta que entre los libros que Borges «consideraba imprescindibles, había seleccionado el poema de Gilgamesh, texto que pone en evidencia el poder estructurante de la amistad desde los albores de la humanidad para contrarrestar la crueldad primigenia y para procesar el trabajo de elaboración de las dinámicas narcisista, edípica y fraterna que subyacente en la realidad psíquica de los sujetos y en la psicología de las masas….»,
  • En «Amistad y fraternidad» explica que «en opinión de Derrida (1998), nociones decisivas para las políticas modernas como las de igualdad, libertad y democracia estarían construidas sobre la base de la fraternalización del género humano, orientada por la figura imaginaria del amigo y la exclusión -tal vez con agravio, perjuicio, daño o fría tolerancia- del enemigo, al cual le serían imputables todas las faltas a los ideales humanamente fraternales de los amigos. Esta noción dual del amigo/enemigo, que soporta y da sentido a los valores humanos, ocupa un lugar esencial en la definición del ser y de lo político y suele orientar en la búsqueda de definiciones ontológicas para hallar el sentido a los sujetos y a los pueblos en los momentos de coyuntura». Más adelante continúa con «o sea que el origen del sentimiento de fraternidad entre los sujetos, y entre los sujetos y el Estado, no se halla regido por una lógica utilitaria y pactista de intereses, sino que se relaciona básicamente con el poder detentado por las pasiones comandadas por Eros, que actúan sobre el poder actuante de la envidia, el rencor, los celos, el sadismo y la crueldad, comandados por Tánatos. La compasión es una de las pasiones de Eros que, junto al amor y a la amistad, propicia la empatía hacia el otro y los otros, y promueve un vehemente deseo de acompañar y mitigar el padecimiento del otro, aunque sin identificarse masivamente con él»,

entre otras reflexiones muy relevantes.

Referente a la relación entre amistad real y amistad virtual es interesante esta nota que menciona un estudio de la Universidad de Oxford publicado en el Royal Society Open Science, donde encuestaron a 3.300 personas. «Lo que observaron es que, en promedio, tenemos 155 contactos en Facebook, pero sólo acudiríamos a 14 de ellos si buscamos apoyo. Y a 4 de ellos si estamos atravesando una crisis, buena o mala. El estudio también muestra que el encuentro “cara a cara” sigue ganando la batalla».

Por último, podríamos incorporar la significación del mensaje de Jesús acerca de que Dios es amigo de los seres humanos que cumplen el mandamiento del amor (en el contexto del mensaje actualizado del Evangelio), y como extenderlo a una amistad social o una amistad civil.  Seguramente poder vivir esta dimensión vincular nos conducirá a un mundo mejor. En el contexto de lo expresado en esta nota: un feliz día !!!

(1) en algunas versiones del texto de Voltaire se menciona a la «gente honrada» como sinónimo de la «gente buena». Agradezco al amigo Sergio Manganelli la referencia de Voltaire y a Miguel Mascialino la del texto de Kancyper.

Trabajo y Economía Social y Solidaria

El trabajo se puede realizar bajo distintas formas: independiente (formal o informal) como empleo (en la empresa privada o en Estado), pero también bajo formas asociativas como es el caso de la economía social y solidaria. Respecto de esta última si bien tiene antecedentes pre-modernos (vinculados a pueblos originarios o expresiones religiosas), es con los Pioneros de Rochdale en 1844 y con el owenismo que nace y toma impulso en la modernidad. Luego va recibiendo otras contribuciones y experiencias que lo enriquecen, formalizándose en una de sus expresiones -como es el cooperativismo– a nivel internacional en la Alianza Cooperativa Internacional. Esta ha definido, en su Congreso de Manchester de 1995, que “una cooperativa es una asociación autónoma de individuos que se unen voluntariamente para satisfacer sus propias necesidades económicas, sociales y culturales, y las propias aspiraciones, a través de la creación de una sociedad de propiedad común y democráticamente controlada».

En un documento de la Comisión del Senado de Argentina (que aborda la temática de la economía social) referido a los requerimientos para formar una cooperativa, se mencionan algunas de las principales razones de por qué encarar esta forma de trabajo o iniciativas. Ellas son:

  • Se desea realizar un emprendimiento (de producción, trabajo, servicios, vivienda o consumo), de manera no individual (es decir, con “otros”), buscando un “determinado tipo de asociatividad” (democrática) y sin afán o móvil de lucro. La modalidad o forma “cooperativa” encuadra en este tipo de “ideal” o deseo.
  • Quienes consideran que están “enmarcados o encuadrados” bajo la forma societaria que establece la ley del país (en el caso argentino el artículo segundo de la ley 20337).
  •  El emprendimiento cooperativo puede estar expresando una necesidad local de un servicio (en general público) que no está satisfecho ni por el mercado (empresas privadas) ni por el Estado. El origen de las cooperativas de servicios públicos en la Argentina, en general, han surgido por esta “necesidad”.
  • El emprendimiento cooperativo puede estar expresando la necesidad de un conjunto de emprendedores privados (o también pueden ser pequeñas cooperativas) que por su reducida escala individual no son competitivos en el mercado y por lo tanto forman una cooperativa (en el caso que sea formada por pequeñas o medianas cooperativas constituirían una cooperativa de “grado superior”) para realizar ventas, servicios y/o compras en común que les permita seguir siendo viables desde el punto de vista económico.
  • El emprendimiento cooperativo puede estar expresando la decisión del Estado de delegarle, transferirle, priorizarle o asignarle emprendimientos, tareas y obras a las Cooperativas que podría hacer el Estado o empresas privada.
  • El emprendimiento cooperativo puede ser también una expresión alternativa al monopolio estatal o privado.
  • El emprendimiento cooperativo puede (aunque NO DEBE) ser el resultado de un “camuflaje” de “empresa privada mercantil” pero con “forma cooperativa”. O ser un proceso forzado por una o más empresas privadas (en general grandes) como forma de “terciarización” de tareas que antes se hacían bajo condiciones de trabajo formal en relación de dependencia. En general esto se hace para “abaratar costos”, “precarizando” indirectamente condiciones de trabajo, por problemas “de competitividad de la empresa privada” que lo promueve, o como forma de acceder a “un tipo de mercado” que requiere esta forma asociativa, entre otros. Estas son experiencias y modalidades “no deseables”, y algunas de ellas entran en el campo de lo “fraudulento” o ilegal, y por lo tanto son objeto de sanción o dada de baja por la autoridad de aplicación.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a la necesidad de un grupo de personas que están en situaciones de subsistencia, de vulnerabilidad o de formalizar una experiencia grupal de la denominada “economía popular” o que trabajaban en una empresa privada que quebró y no quieren perder esa fuente de trabajo (el caso de las “empresas recuperadas”). Todo ello podría encuadrarse en lo que algunas corrientes denominan “fracaso de mercado”, donde esta modalidad de la economía social viene a buscar de resolver este fracaso.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a un enfoque de que el cooperativismo es una fase superior, o evolutiva, o de mayor conciencia o desarrollo moral de un grupo de personas para desarrollar empresas que articulen la cooperación con la competencia y sean muy exitosas.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a una cosmovisión, un sistema de ideas y valores relacionados con una “nueva sociedad”, con “otra economía” o una “economía del trabajo”, “otro sistema”, “de una tercera vía”, o de expresiones de corrientes de izquierda (como es el caso de la autogestión obrera), de las que buscan conjugar la libertad, el socialismo y el cooperativismo, con retomar experiencias comunitaristas de los pueblos originarios o de creencias religiosas (como es el caso de la doctrina social de la Iglesia véase: el apoyo del Papa Francisco al Modelo Cooperativo) o culturales, del “buen vivir”, de movimientos populares, y similares,

entre las principales.

En cuanto a la cantidad de empleo que genera el cooperativismo en países como Argentina se estimó en 86.000 puestos de trabajo para el año 2012, sin contar los generados por el cooperativismo de trabajo (donde son socios y no empleados) o modalidades de economía solidaria más informales.

Aunque no son empresas democráticas son muy valiosas (con este mismo «espíritu» o sentido) las empresas sociales nucleadas en Ashoka y en documentos de la Unión Europea. También, en esta línea, pueden mencionarse experiencias que mezclan lo comunitario y lo espiritual con el emprendimiento (como son los casos de Sekem o la «economía de comunión«), el enfoque de la economía del bien común (y en Argentina), empresas «b»,  -desde una perspectiva más amplia- el enfoque de los «cuatro retornos» (a la inspiración, al capital social, al capital natural y al capital financiero para que sea sostenible también en esta dimensión), por citar sólo algunos «parecidos de familia».

En el marco de lo señalado debemos considerar a la economía social y solidaria, así como las empresas sociales o otras experiencias afines, como otros posibles caminos que existen para generar trabajo, donde -en este caso- buscando la democratización de la empresa (en el caso de las cooperativas) y no planteándose la maximización del excedente (bajo la forma de lucro o destacando que hay «diversos retornos»: no estando en primer lugar el financiero). Todo ello hace una significativa contribución (con sus éxitos y falencias o fracasos) al logro un mundo mejor.

El trabajo orientado al cuidado del medio ambiente

Hemos afirmado en esta entrada que el trabajo tiene distintas acepciones y significados. Uno de ellos es el de nuestro sustento, y puede expresarse en distintas aplicaciones. Aquí deseamos hacer una reflexión sobre su aplicación al cuidado del medio ambiente.

Es una temática amplia. Se puede comenzar por el trabajo personal no remunerado que podemos hacer separando -y eventualmente- reciclando nuestros desechos, hasta cambiar luces y aparatos que consuman menos energía, realizando trabajo voluntario forestando o haciendo docencia sobre el particular.

En lo que se refiere a emprendimientos caben mencionar aquellos relacionados, por ejemplo, con la economía circular (ver casos en Argentina), con la economía verde, la economía azul o la alianza cleantech. En la Argentina existen programas interesantes (como el PROESUS) que alientan la sustentabilidad de los emprendimientos (hay ejemplo similares entre países como España y Portugal) y también experiencias de economía social en el campo del reciclaje, la energía fotovoltaica, la energía eólica (en especial en la Patagonia argentina) y otros países, de paneles solares, calefones solares y de reciclado. Uruguay ha tenido logros relevantes en energía eólica, solar y en general en energías renovables. En otros países, como Estados Unidos (a pesar de la posición de su Presidencia) se pueden destacar los autos eléctricos o los techos de casas en forma de paneles solares fabricados por la empresa Tesla, calefones solares o implementación de biodigestores que generen electricidad, el fomento del auto consumo, la recuperación de agua contaminada, por citar sólo algunos ejemplos. También hay ejemplos de nexos entre esta temática y la economía social y la pobreza. Existen portales como «cuéntame algo bueno» que tienen secciones dedicadas a esta temática  y a iniciativas sobre energías renovables, En esta dirección van iniciativas en España sobre energía verde, Dinamarca, Israel, China, los trabajos «verdes» que se están creando en California (Estados Unidos), entre muchos otros. Es auspicioso que esto vaya acompañado de mayor financiamiento.

También hay muchas iniciativas en el mundo para mitigar, y en muchos casos, remediar cuestiones de pasivos ambientales (así como restauración de paisajes) producto de un extractivismo y capitalismo salvaje que ha dañado (y lamentablemente continúa en una gran cantidad de localizaciones) dañando el medio ambiente. Entre las iniciativas se pueden destacar la recuperación de residuos  A ello puede adicionarse la agricultura urbana con experiencias ya en curso, la recuperación de tierras semidesérticas o desérticas (por nuevas tecnologías de riego, siembra y forestación), de tierras inundadas (realizando las obras correspondientes) o la plantación en terrazas en las laderas de las montañas que evitan desmoronamientos o deslaves y además proveen alimentos como hacía la cultura incaica o las europeas que no podían o pueden plantar en valles.

Lo anterior genera importantes oportunidades de trabajo que van desde la mitigación y la remediación ambiental hasta la generación de nuevos espacios verdes (rurales y urbanos) así como la fabricación, colocación y mantenimiento de dispositivos para el cuidado del medio ambiente. Todo ello nos permite converger hacia a un mundo mejor.

La Economía del Bien Común

Hay coincidencia en señalar que la temática del bien común se ha originado en Grecia, principalmente con Platón y Aristóteles, y de allí pasó a la Escolástica con Tomás de Aquino. El la menciona en varios puntos de la Suma Teológica, en particular en la cuestión 98 donde la relaciona con la esencia de la ley y plantea que esta «no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad». Esta concepción permea en el pensamiento económico de la época premoderna y luego es retomada por la Doctrina Social de la Iglesia. así como por distintos pensadores. Desde otras perspectivas como el socialismo y el comunismo también se ha abordado «lo común».

Una buena síntesis de cómo ha evolucionado esta temática se puede encontrar, entre otras fuentes, en la versión en inglés de la Wikipedia.

En economía el concepto ha estado asociado al bienestar socio-económico (en especial con la economía del bienestar), a la propiedad común ya sea comunal, social o pública estatal. También se lo ha planteado desde los bienes comunes o bienes públicos, así como desde los recursos comunes. En estos últimos ha tenido gran relevancia el pensamiento de Elinor Ostrom (politóloga norteamericana y ganadora del premio Nobel de Economía en el año 2009) que señala que son aquellos -ya sea naturales o hechos por los humanos- en los cuales el uso por una persona substrae del (o disminuye el) uso por otros y al mismo tiempo es difícil excluir usuarios. Esta autora tiene un gran desarrollo de esta temática. También ha sido retomada recientemente -desde una perspectiva paradigmática- por pensadores franceses como Laval y Dardot así como por el Papa Francisco en «el cuidado de la casa común».

Este enfoque -en especial en su versión platónica y escolástica- ha sido criticada por pensadores como Karl Popper («La sociedad abierta y sus enemigos», varias ediciones) en función de que requiere de una «autoridad» o gobierno fuerte y centralizado no interesados en los derechos o beneficios de los individuos como tales sino en la comunidad como entidad. Por supuesto que habría otros enfoques donde el bien común surgiera «de abajo hacia arriba», superando el individualismo y concertando democráticamente cuales son las medidas concretas que nos conducen al bien común, y por ende a un mundo mejor.

Deseamos finalizar esta entrada comentando dos enfoques económicos recientes. El primero de ellos es el de Jean Tirole, Premio Nobel de Economía 2014, y su libro «La Economía del Bien Común» (Ed. Taurus, 2017). En el prólogo dice (en cursiva destacado nuestro), entre otras cosas: «Este libro parte, pues, del principio siguiente: ya seamos políticos, empresarios, asalariados, parados, trabajadores independientes, altos funcionarios, agricultores, investigadores, sea cual sea el lugar que ocupemos en la sociedad, todos reaccionamos a los incentivos a los que nos enfrentamos. Estos incentivos —materiales o sociales—, unidos a nuestras preferencias, definen nuestro comportamiento. Un comportamiento que puede ir en contra del interés colectivo. Esa es la razón por la que la búsqueda del bien común pasa en gran medida por la creación de instituciones cuyo objetivo sea conciliar en la medida de lo posible el interés individual y el interés general. En este sentido, la economía de mercado no es en absoluto una finalidad. Es, como mucho, un instrumento, y un instrumento muy imperfecto, si se tiene en cuenta la discrepancia que puede haber entre el interés privado de los individuos, los grupos sociales o las naciones y el interés general».

Plantea un entendimiento y consenso en base a que «la economía no está ni al servicio de la propiedad privada y los intereses individuales, ni al de los que querrían utilizar al Estado para imponer sus valores o hacer que sus intereses prevalezcan. Rechaza tanto la supremacía del mercado como la supremacía del Estado. La economía está al servicio del bien común; su objetivo es lograr un mundo mejor. Para ello, su tarea es identificar las instituciones y las políticas que van a favorecer el interés general. En su búsqueda del bienestar para la comunidad, la economía engloba la dimensión individual y la colectiva del sujeto. Analiza las situaciones en las que el interés individual es compatible con esa búsqueda del bienestar colectivo y aquellas en las que, por el contrario, constituye un obstáculo». La clave de este enfoque será el análisis y acuerdo de cuales son las instituciones (*), políticas y procedimientos que permitan alcanzar este bien común. Podemos agregar que requerirá de buena voluntad, conciliar intereses, condiciones culturales y sociales que lo posibiliten, y rigor técnico para evaluar los resultados de estas instituciones y políticas. No es una tarea fácil pero no imposible.

El segundo enfoque de la economía del bien común. es promovido por el economista austríaco Christian Felber y planteado en un libro del mismo nombre editado en 2012. Allí se indica que la misma se debe regir por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad y generosidad, entre otros. Para medir si una empresa está orientada hacia el bien común se ha elaborado una matriz que posibilite su evaluación, así como en una ong  española que fomenta esta economía se plantea la evaluación peer dentro de una metodología de balance. También hay sitios de Facebook en Argentina y otros países. Así como el enfoque anterior está basado en instituciones y políticas, este enfoque se fundamenta en valores (y podríamos agregar en «actitudes» vinculados con los mismos). Podríamos afirmar que son enfoques complementarios.

El bien común también es buscado por otras corrientes económicas como la economía social y solidaria, la economía de comunión, etc. o economistas como Stefano Zamagni, que iremos desarrollando en otras entradas.

Respecto a experiencias históricas vinculadas a “lo común” y al “bien común” es un tema que excede estas breves líneas. Sin embargo nos animamos a decir que dado que los humanos vivimos en un “contexto o campo” que excede lo “individual y atomístico” donde lo común siempre ha estado, está y estará presente bajo distintas modalidades y extensión (la Tierra inserta en un cosmos). Desde el comienzo de las primeras comunidades humanas hasta hoy en día ello ha sido vivido y expresado de distintas maneras.

Se puede afirmar que las ideas, la razón, los deseos y valores de fraternidad, amistad social y amor han jugado un rol muy importante, pero todo parece indicar que la necesidad y el mutuo interés (“me suma” y “es bueno” juntarme) frente a situaciones desfavorables o como requisito indispensable para poder crecer y desarrollarse han sido –en la mayoría de los casos- un «piso determinante» para animarnos a vivenciar lo común (incluido en el capitalismo bajo modalidades de asociativismo, “coopetencia”, economía colaborativa, trabajo en equipo…). Claro está que todo esto no ha estado exento de conflictos, fracasos de convivencia (lo que se ha denominado “tragedia de los comunes”) y de quedar reducido a la apariencia de «un como si…» (que nos «mejore nuestra imagen») o un mero utilitarismo coyuntural (y «ventanjero» promotor de desigualdades), así como de proyectos comunes inviables. Sin embargo esta “fuerza” de la necesidad expresada de “abajo hacia arriba” ha sido un gran motor de éxito. Podemos agregar que –en general- no lo ha sido cuando ha venido impuesta de “arriba hacia abajo”, ha predominado la lucha de poder entre individualidades y grupos (anulando a la empatía y el vinculo de amor) o las condiciones socioeconómicas y culturales han promovido la individualidad y la soledad.

Reflexionar sobre las condiciones de éxitos y fracasos seguramente nos ayudarán a construir en común un mundo mejor.

(*) Una síntesis se puede ver en este video. Está en linea con enfoques como los de Daron Acemoglu y James A. Robinson

Trabajo y Pobreza Estructural

Un tema muy importante, a nivel mundial es el de la pobreza, y en particular sus características «duras» o estructurales. Esto ha sido reconocido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, en función de que hay 836 millones de personas que la sufren en el mundo y una de cada cinco -en las regiones en desarrollo- vive con menos de 1,25 dólares diarios.

En la Argentina esto ha venido siendo medido por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA). Según notas periodísticas la seguridad alimentaria, cobertura de salud, servicios básicos como conexión a la red de agua corriente, vivienda digna, recursos educativos, afiliación al sistema de seguridad social, y acceso a las comunicaciones y a la información, son las siete dimensiones e indicadores de los derechos sociales para conocer cuál es la pobreza estructural profunda en la Argentina.

Dentro de este marco general podemos afirmar que hay una gran heterogeneidad de situaciones para afrontar la pobreza multidimensional. Por ejemplo hay personas que no tienen agua corriente pero no están afectados por la seguridad alimentaria. Otras personas pueden tener una u otra de estas características o las dos, pero sus hijos acceden a recursos educativos. Y así podríamos seguir con otros ejemplos donde, en muchos casos, tienen las siete características juntas.

Si vamos al extremo de la indigencia y tomamos el caso de las personas en situación de calle (por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires) hay también una gran diversidad, desde menos de tres meses, entre tres y seis meses, más… En otros países como Chile se han desagregado distintas características de estas personas para el año 2015. De ello se deriva que pueden haber medidas generales, como proporcionarles una renta básica o un lugar de vivienda temporaria, hasta poder ayudarlos de manera personalizada -según sus características singulares– para ofrecerles salir de la situación de calle. También se puede articular con colaboraciones de la sociedad civil a través de donaciones u otras modalidades. Dentro de esta variedad de situaciones habrá personas que puedan acceder a la economía popular (al respecto ver el listado de posibles trabajos), otras podrán articular trabajos como cosecheros pero habrá que solucionar situaciones como las descriptas en esta nota (resolver la incompatibilidad con planes sociales) o una capacitación en algún oficio, mientras que otras tendrán que ser asistidas en forma permanente en alimentos, salud y una vivienda, y tratar de que las nuevas generaciones tengan una educación de calidad.

En el caso argentino, en caso de que el tipo de cambio -en promedio- sea relativamente alto, ello puede tener un efecto positivo para proteger industrias como la textil, la metalmecánica y otras similares de la economía regional del conurbano bonaerense y similares. En la medida en que el consumo se vaya reponiendo podrá ser abastecido más por producción nacional que por importaciones. Esto puede generar trabajo en los sectores pobres que tengan la calificación adecuada para estas industrias. El efecto negativo es que los alimentos (o bienes salarios) serán -en términos relativos- más alto. Habrá que explorar modalidades de economías de escala y achicamiento de la cadena de intermediación para producir y distribuir alimentos de menor costo para la población pobre (hasta ahora sólo se pudo implementar lo de las ferias para productos frescos, pero no para el resto de los alimentos). Esto podría ir acompañado por la propuesta planteada en esta nota por Juan Llach, así como por Bernardo Kosakoff en este reportaje (donde comenta la experiencia norteamericana) y Agustín Salvia en este video (del minuto 10,27 en adelante).

Es muy interesante una experiencia concreta de eliminación de la pobreza, donde se articulan localmente distintas dimensiones -con donaciones de ongs del exterior y canalizadas una ong (Akamasoa)- y se desarrolla la agricultura para proveer alimentación y generación de un cierto excedente. Es un caso en Madagascar, donde el sacerdote argentino Pedro Opeka viene ejerciendo un liderazgo que promueve la activa participación de la población, sin caer en ningún tipo de paternalismo. Es quien sale fotografiado con la imagen de la entrada de esta nota, con viviendas nuevas construidas por (trabajo realizado por esa poblacióny para personas que han salido de la pobreza extrema en ese lugar. Hay un canal de televisión que ha documentado esta historia (donde se muestra el trabajo rural que les permite subsistir), que nos da un ejemplo de esperanza concreta de cómo abordar exitosamente esta cuestión (no contó con la ayuda del Estado, lo que hace aún más meritorio el esfuerzo).

Volviendo al caso argentino se requiere de una sociedad sensible que impulse decididamente una acción eficaz coordinada del estado (en sus distintas expresiones), con organizaciones de la sociedad civil (personas que donen tiempo, especies y dinero) y de empresas socialmente responsables (desde el pago de impuestos y una comercialización -minimamente- no abusiva de sus productos hasta involucrarse en forma más directa con distintos tipos de ayuda), dando participación y dignidad (por ejemplo trabajo en la resolución de su situación) a las personas en situación de pobreza donde hoy viven y analizando posibilidades de desarrollo de agricultura urbana (por ejemplo con acuacultura o más en general huertas urbanas). Sin embargo una cuestión a explorar es la posibilidad de generar proyectos de formas de trabajo rural (como el caso de Madagascar) en economías regionales que busquen recuperar tierras semidesérticas (con nuevas técnicas de irrigación y de cultivos), de zonas inundadas o en forma de terrazas en las montañas como hizo la cultura incaica (también en países de Europa donde escasea la tierra en valles), u organizadas en ecovillas (con el debido acompañamiento). Allí se podrían establecer colonias de personas (que hoy viven en urbes hacinadas y que, muchas de ellas provienen del interior del país), con el acompañamiento de ongs, universidades y distintos niveles o competencias del Estado a fin de que tengan todos los estímulos necesarios para desarrollar exitosamente una vida digna.

Como planteo general para el caso argentino es interesante la reflexión de Agustín Salvia (Director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA) que hace en este video donde dice que «a este capitalismo le sobra un cuarto de la población argentina» y en los minutos 22 a 25,40 hace una propuesta concreta vinculada con una posible formalización de esta población de las actividades actuales y futuras que pueda desarrollar en los lugares donde vive (hay apps que pueden facilitar algunas de estas actividades vinculadas con oficiosempleo doméstico, etc.). Por su parte el economista Ricardo Arriazu, en una entrevista publicada en el diario Clarín el 5/11/2017, sostiene que para reducir la pobreza en Argentina al 10%, la economía tendría «que duplicar la tasa de crecimiento de los últimos 60 años». También será fundamental todo lo que se pueda hacer para sostener la economía popular (ver listado posible de actividades al final de esa nota) y que «el sacrificio tenga sentido» en un proceso evolutivo de desarrollo inclusivo. También son relevantes las experiencias micro como las que se muestran en sitios como «hambre de futuro» y que se expresan en «redes invisibles«.

A mediano y largo plazo habrá que hacer seguimiento de la evolución de la inteligencia artificial en la provisión casera de comida, así como de ropavivienda, que puede -a futuro- revolucionar la autosubsistencia humana, al igual que la autogeneración de energía (solar o biodigestores), y el trabajo como prosumidores de la agricultura urbana. Ir haciendo una capacitación gradual para este posible escenario puede ser valioso.

Explorar estas posibilidades y poder desarrollarlas, en el marco de un enfoque sistémico o multidimensional, hará que se hagan efectivos sus derechos, el logro de los ODS de Naciones Unidas y el cierre de una «grieta socioeconómica» que nos permita converger hacia un mundo mejor.

PD: Es interesante la experiencia china en pequeños pueblos que se comenta en esta nota donde se combinan incentivos morales para las familias (con un sistema de puntuación con estrellas) más cooperativas más asignación de presupuesto público para obras vinculadas al bien común. Vinculado con este país también se puede visualizar este portaleste documento.

 

 

El trabajo y las diferentes capacidades

Sabemos que los seres humanos somos iguales por naturaleza y en dignidad. Esto último es resultado del avance civilizatorio y la adopción de declaraciones universales como las de los derechos humanos. También sabemos que todos somos «singulares» y por lo tanto diferentes. Una de las diferencias reside en los talentos o capacidades (ellas pueden ser innatas y también adquiridas).

Entre las diferencias de capacidades encontramos, por ejemplo, en la rapidez o lentitud, para comprender o relacionar conceptos. La educación de hoy permite adaptar contenidos curriculares o recurrir a instituciones que lo encaran (una muy exitosa en la Ciudad de Buenos Aires es, por ejemplo, el Instituto Los Angeles).

A veces, por razones de nacimiento, enfermedad o accidentes, se presentan discapacidades (la imagen de la entrada proporciona cifras recientes para Colombia, por tipo de discapacidad). La Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad que entró en vigor el 3/5/2008,  define que «las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con las demás». El texto aborda la prevención de la discriminación, la accesibilidad, las situaciones de riesgo y humanitarias, el derecho a la educación, a la salud, a la participación y al voto. Los distintos países tienen normas vinculadas con esta Convención. En el caso de Argentina ellas son la leyes 22431, la 24901, la 25504, la 26378, la 19279 y la 24308. Institucionalmente, desde septiembre 2017 hay una Agencia Nacional de Discapacidad, además del Plan Nacional de Discapacidad, así como plataformas sobre la discapacidad y las tic.

También en Argentina en lo que se refiere a emprendimientos existen iniciativas como la empresa social de inclusión Libertate o Discapanch, foros,  la experiencia de ASANA (hogar granja para personas con discapacidad mental), organizaciones religiosas y de sacerdotes, organizaciones no gubernamentales como Soles de Buenos Aires, Fundación Par,  Incluyeme,  Idel, Cilsa,  ALPAD, Senderos del Sembrador, Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos,  FANDA,  La Usina – El Cambio en Discapacidad, APEBI, Maria Constanza Orbaiz con la ong Desde Adentro, para personas con síndrome de down, entre otras. Han habido iniciativas como la de «La Bombonera» (cancha de futbol de Boca Juniors) primer estadio neuroprotegido de Sudamérica, un equipo de rugby de chicos con síndrome de down, el seleccionado de futbol para ciegos, son algunas de las iniciativas dentro de otras muchas.

Pasando a nivel internacional, y en cuanto a la aplicación de la inteligencia artificial para personas con discapacidad, podemos citar aquellas que plantean un panorama general, dispositivos para controlar su hogar con la mente, o el que utiliza Stephen Hawking, los usados para personas mayores y/o con algún tipo de discapacidad como Social&Care, turismo y accesibilidad para personas con discapacidad, para el diagnóstico de Alzheimer o Parkinson,  la discapacidad visual Aipoli o con OrCam, o el aporte de la Universidad de Rio Negro (Argentina), para hipoacúsicos Usound, software para personas sordo-ciegas o aplicaciones para aprendizaje inclusivoautismo y síndrome de Asperger, un autobús para personas discapacitadas, el desarrollo de exoesqueletos, descubrimientos vinculados con patologías como la esclerosis o la reparación de tejidos dañados, entre los principales.

Iniciativas institucionales gubernamentales y de la sociedad civil, así como de emprendedores que desarrollan dispositivos y aplicaciones para superar situaciones de discapacidad nos conducen a un mundo mejor.

Se agradece a José M. Diaz Bonilla su aporte sobre la cuestión institucional y a Norma Buslaiman lo relacionado a inteligencia artificial aplicada a discapacidad.

Prospectiva y Mundo Mejor

El término prospectiva -como sustantivo- tiene su origen en el latín prospicere. Se refiere a las investigaciones y exploraciones que se llevan a cabo con la intención de anticipar lo que está por venir en una cierta materia. La OCDE define la prospectiva como el conjunto de tentativas sistemáticas para observar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad con el propósito de identificar las tecnologías emergentes que probablemente produzcan los mayores beneficios económicos y/o sociales.

Sin duda la prospectiva está relacionada con las perspectivas y tendencias que nos llevarán a probables escenarios futuros. Por ejemplo, sabemos que el petróleo se va a acabar en este siglo, y por lo tanto podemos hacer un escenario de prospectiva de «un mundo sin petróleo». Hay otros escenarios más sombríos, como por ejemplo sabemos que cada vez tenemos más poder y si lo usamos para la guerra o para agravar el cambio climático, el escenario será no tener futuro para la especie humana actual.

Posiblemente un mundo mejor se podría vincular con una «utopía«, en el sentido que le dio Tomás Moro relacionada con una sociedad «ideal», y por lo tanto «inexistente».  Pero ella nos puede ayudar «a converger» hacia un mundo mejor como expresa Galeano (en la imagen de la entrada). Aunque sea, ¿podremos alejarnos del «espanto«? ¿ pasar de lo real a lo ideal sin caer en idealizaciones, voluntarismos autoritarios o absolutistas, en un camino gradual, iterativo, que nos posibilite ir haciendo evaluaciones periódicas y correcciones? ¿Si tenemos humildad, diálogo, prudencia -pero con actividad sostenida- y espíritu de búsqueda de un mundo mejor, donde predomine el amor, no puede ser posible que la vaya haciendo «existente»?.

Al respecto es interesante el concepto de «inédito viable que puede concebirse entonces como “algo que el sueño utópico sabe que existe pero que sólo se conseguirá por la praxis libertadora que puede pasar por la teoría de la acción dialógica” (Freire, 1999, p.195). Y añade Freire, “Así, cuando los seres conscientes quieren, reflexionan y actúan para derribar las situaciones límite que los obligan como a casi todos y todas a ser menos; lo “inédito viable” ya no es él mismo, sino su concreción en lo que antes tenía de no viable. (Freire, 1999, p.195)», según esta fuente y de acuerdo a textos de Freire como «Pedagogía de la esperanza» (México: Siglo Veintiuno Editores, 1999).

Desde una perspectiva técnica se pueden visualizar sitios como este, este… o en lo que se refiere a videos este, este o este, entre otros.

Consideramos que es un desafío, no fácil, pero no imposible y muy necesario en el mundo actual y por venir.

El Cambio

El cambio denota la transición de un estado a otro, y puede ser un proceso de transformación gradual  -con continuidades y rupturas- o brusco y radical. Aquí se lo intentará abordar desde lo sistémico, con especial énfasis en lo socioeconómico. No se analizará -por razones de espacio- la cuestión del acelerado cambio tecnológico y el rol de la inteligencia artificial, así como las implicancias del cambio climático.

Las rupturas bruscas (aunque son resultado de un proceso) y radicales son las que denominamos revolución, y están asociadas a la violencia. Múltiples evidencias históricas (la más notable es la de la ex Unión Soviética) nos muestran que el cambio cualitativo profundo que pretendieron (una nueva sociedad, superar al capitalismo con el socialismo) no sólo no fue alcanzado en el tiempo, sino que se volvió a variedades de capitalismo. Algo similar se puede afirmar de otras experiencias como China, Vietnam, etc., otras que están en duda (como Cuba) y algunas que han devenido en desastrosas (el caso actual de Venezuela). Superar la propiedad privada y el no compartir (o la injusticia y la desigualdada través de la coerción extrema no ha sido eficaz y viable.

Respecto de lo que opina «la gente» en cuanto al tipo de cambio social, en una medición de World Values Survey que comenta Marita Carballo, hacia el año 2000, la opinión en Argentina y en un promedio mundial, es la siguiente:

TIPO DE CAMBIO SOCIAL

1984

19911999MUNDO 1999
Acción Revolucionaria

12%

8%4%

12%

Reformas Graduales

77%

81%81%

70%

Preservar la Sociedad Actual11%11%15%

18%

Seguramente la subjetividad que se expresa en estas opiniones está influida por múltiples elementos. De todos modos, más allá de las influencias, tal vez podamos coincidir en que predomina el escepticismo sobre los resultados de la acción revolucionaria, y también que los defensores del «statu quo» o «el no cambio» son minorías. La gran mayoría, tanto en Argentina como en el mundo, prefiere las reformas graduales, y seguramente irlas evaluándolas críticamente de modo de medir sus impactos y resultados. De todos modos es importante precisar ¿qué se entiende por ellas? o ¿cuál es la direccionalidad de las reformas?. Simplificando de manera estereotipada y polar: algunos la entenderán desde un enfoque neoliberal y otros desde la construcción de un estado posible y eficaz de bienestar tendiente al pleno empleo y a la cobertura de los más frágiles (*). Más allá de las palabras que se utilicen habrá que ver su significado e implementación en la práctica. En el medio entre ambas hay muchas variantes y matices de distintas alternativas. El tema de la direccionalidad se retoma a continuación, desde la perspectiva de lo que se viene escribiendo en este blog.

En el marco de lo que se viene de mencionar están las experiencias de transformación gradual que -en particular desde posiciones de centro y de izquierda- se han denominado como «reformismo«. A nivel de enfoques y de corrientes de pensamiento y de prácticas han sido abarcadas por la socialdemocracia, o también por otros intentos y experiencias vinculados con el socialcristianismo y las llamadas «terceras vías». Si nos ceñimos a la socialdemocracia podemos afirmar que los más exitosos, aunque restringidos por el contexto cambiante de la globalización, han sido los países escandinavos. En la entrada de este blog denominada «las alternativas a lo hegemónico» hemos tratado de desarrollar más este tema. Si bien no es posible trasladar automáticamente experiencias de un país a otro, los países escandinavos son un ejemplo de experiencias institucionales en lo socioeconómico y político, con una determinada historia cultural, que han buscado combinar desarrollo económico, mayor igualdad y bienestar. Claro, esta alternativa no satisface al pensamiento radical y al «jacobinismo» que dicen que no se han extirpado de cuajo las principales características del capitalismo, sino que se lo ha moderado, es más igualitario, más humano… pero esto no los satisface como sociedad ideal.

¿Hay posibilidad de otro tipo de transformaciones? Entendemos que para responder a esta cuestión hay que ir «más allá de la razón y la objetividad» de la modernidad e incorporar «lo subjetivo y vincular» desde otra perspectiva y superando el individualismo que no quede sólo en la interioridad sino que se exprese en múltiples dimensiones concretas y objetivas nuevas que vayan de lo micro a lo macro. En lo micro nos ubicamos nosotros como personas que tenemos una evolución -de acuerdo al enfoque de pensadores como Piaget y Kohlberg– donde pasamos por distintos estadios o niveles, según cada caso y contexto cambiante. En ellos hay momentos de placer y felicidad, y en otros de frustración y sufrimiento. Este último puede ser una posibilidad de cambio positivo dado un crecimiento postraumático, o -si no es bien procesado- de daño parcial o irreparable.

En este blog hemos intentado modestamente recorrer este último recorrido de lo micro a lo macro. En este camino debemos pasar por la ley y la autoridad, que nos estimulen o den empujones para el bien, así como tener conciencia de que existe el límite, la justicia y el castigo. Esto nos enseña que «todo no da lo mismo» y que «el fin no justifica los medios«. A partir de esta base hemos enfatizado el rol que puede jugar la cultura en general y la educación en particular, el compartir, canalizar nuestra energía sin dominar a los demás, el desapego de lo material concibiendo el progreso de otra manera, la importancia de la fe vinculada a la resiliencia y al amor a la vida, el evolucionar como civilización y con «otras economías» (en especial con otros valores, social y solidaria, del bien común, ecológica….), dentro de una economía plural y una sociedad democrática que vaya incorporando otros procesos, instituciones y resultados relacionados con lo que venimos de mencionar. Todo esto debería conducirnos a una experiencia postcapitalista donde predominen estas cualidades, según nuestro entender.

Sin duda, lo anterior no es fácil y podrá caracterizarse desde un lado «escéptico» como utópico, planteando que sólo se pueden mejorar las instituciones del capitalismo (a fin de que -por ejemplo- sea menos desigualy que el ser humano -en la práctica- no puede evolucionar más allá de cómo se comporta en este sistema (con sus variedades). En términos de Kohlberg sólo oscilar entre los estadios evolutivos 2 a 5, y nunca poder llegar al estadio 6 o niveles superiores de trascendencia (alcanzados por personas como Gandhi, Martin Luther King, y tantos otros con una actitud y vivencia sapiencial). Por otro lado desde una «perspectiva idealista y revolucionaria» se planteará que tiene «sabor a poco» y se restringe a darle un rostro más humano al capitalismo. Entendemos que no es ni uno ni lo otro, y que deberíamos debatir en profundidad y sin prejuicios este tipo de caminos (como dice la imagen de la entrada) que nos pueden llevar a un mundo mejor.

(*) en el caso argentino teniendo en cuenta sus vaivenes y elementos como esteasí como la cuestión del desequilibrio estructural, que -de manera combinada- nos han llevado a situaciones como las que se viven a comienzos de mayo de 2018. Sobre la trayectoria de la crisis es interesante este video, desde el minuto 17 en adelante, con la opinión de la economista Marina Dal Poggetto. En lo que se refiere a la temática del ajuste se puede ver esta nota.