Abordaje sistémico y territorio para el cambio

En esta página web hemos intentado plantear la cuestión de lo sistémico, y sus distintas dimensiones así como su complejidad. Ahora daremos dos ejemplos, sin duda perfectibles pero exitosos de cambios concretos: uno de una ciudad que pasó de una situación muy difícil (en cuanto a narcotráfico, criminalidad y pobreza) a ser catalogada como una de las más innovadoras del mundo: la ciudad de Medellín. El urbanismo social que se encaró articulado con un plan estratégico que la convierten en la actualidad en una smart city. En otro continente encontramos a Melbourne, en Australia, que viene siendo clasificada con el más alto ranking de mejor ciudad del mundo para vivir.

El otro caso es de una zona desértica en Egipto convertida en un vergel a través de un emprendimiento de Sekem (en antiguo lenguaje egipcio: «vitalidad – vitalidad del sol»), que se puede visualizar de manera sintética en este video . Ha desarrollado agricultura biodinámica en el desierto, productos alimenticios y algodón orgánico que se industrializa en el lugar, centro de salud y educación en todos los niveles y, en general, un gran desarrollo social y cultural.

En el caso de Argentina es interesante lo mencionado por María Eugenia Estenssoro en esta nota denominada «Lluvia de inversiones en Sunchales, capital nacional del cooperativismo». En las conclusiones del artículo plantea la relevancia de “los valores humanos que guían a las personas para utilizar esa valiosa materia prima para crear prosperidad y riqueza para el conjunto de la sociedad”. A ello se pueden agregar elementos que también aparecen en el artículo como ser capacidad de liderazgo y visión (como la de Alejandro Simón –CEO de Sancor Seguros– y quienes lo acompañan), de gestión tecnológica (como la del experto Oren Greshtein) y capacidad de aprendizaje de otras experiencias exitosas (como la israelí) que incidieron en este éxito.

Haberlo hecho en “la capital nacional del cooperativismo” (golpeada en los últimos años por las dificultades y falencias de la experiencia láctea cooperativa, y cuestionado como modelo viable en un sistema capitalista) le agrega un valor adicional. Como bien se expresa en la nota “fieles al espíritu pionero de los inmigrantes piamonteses y alemanes que hace 150 años fundaron esa comunidad, pero conscientes de los desafíos del siglo 21, los ejecutivos de Sancor Seguros decidieron emular el ejemplo israelí, un país que hace 30 años producía principalmente flores y naranjas y hoy es uno de los grandes exportadores de tecnología del mundo”. Por lo tanto el rol de la/s cultura/s en los procesos de cambio, el que se puedan trasladar experiencias exitosas (no mecánicamente, y con la debidas adaptaciones y cuidados) y que puede haber una economía plural dentro de un sistema, es algo muy digno de destacar en este desarrollo territorial que lo excede ampliamente en su proyección.

Hay otras experiencias de abordaje sistémico como es el caso de los pactos territoriales. Algunas de ellas en el marco de un planeamiento estratégico y de una prospectiva que busca articular la gobernanza de las experiencias sectoriales y horizontales en el territorio, así como las principales «microexperiencias», además de todos los enfoques e iniciativas concretas que se vienen mencionando en este blog. Solo hemos querido mencionar dos -pasar del desierto o de una historia muy difícil-  que nos da una esperanza concreta de que se puede avanzar hacia un mundo mejor.

PD: Para el caso del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es interesante esta nota, y más en general esta exposición de Daniel Chain en un Foro Metropolitano.

Infierno – Paraíso

En este blog venimos intentando presentar enfoques y prácticas -en especial socioeconómicas- que nos alejen de un mundo peor y nos acerquen a un mundo mejor. Todo ello en un marco donde -en general- se plantea una carrera por maximizar el excedente económico y el poder, pero también hay otras expresiones que nos dan esperanzas de cambio.

En esta breve nota utilizaremos otra expresión del lenguaje vinculado con un mundo peor – mundo mejor, como es «infierno – paraíso» (como lo ilustra el cuadro de la entrada).  Tal vez se pueda afirmar que estas palabras aluden a una cuestión metafísica. También se puede decir que forman parte de un debate teológico sobre el infierno donde -en general- en la tradición judeocristiana no se pone en duda la existencia de «un paraíso» original.

Sin embargo esta temática también la aborda el astrofísico Carl Sagan, en su capítulo IV de la Serie Cosmos, denominado «Cielo e Infierno» («cielo» como equivalente a «edén o paraíso»), donde fundamenta que si no modificamos la acción humana vinculada con el medio ambiente, terminaremos convirtiendo en un infierno a la Tierra.

En esta nota desearíamos reflexionarlo desde lo personal y social, a partir de una frase de Carl Jung: «Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca».  Esto a que se podría deber? Seguramente las explicaciones pueden ser múltiples y es más bien una tarea de la psicología y el psicoanálisis. Aquí solamente trataremos de esbozar sólo algunas vinculadas a un elemento donde juega la temática «infierno-paraíso» como el caso de las sustancias psicotrópicas o psicoactivas. Si bien se utilizan desde hace miles de años en «contextos religiosos, médicos y para usos aprobados culturalmente (por ejemplo: alcohol, cafeína, nicotina)», nos referiremos aquí a un aspecto particular como es el consumo de drogas que se caracteriza como «toxicomanía«.

Cuales son las principales manifestaciones que cita la literatura científica (en particular la psiquiatría) para caer en este fenómeno: la búsqueda de placer (felicidad, éxtasis o alguna forma de paraíso) o salir del displacer (alguna forma de infierno producto de vivencias afectivas traumáticas, la falta de un «sentido de la vida» o sociales como las privaciones de bienes y servicios básicos o el exceso de presión socioeconómica que nos impone el contexto o «sistema»), de «alienación» (en el sentido de «desposesión» individual y disociarnos de la realidad exterior que nos es traumática) y el acostumbramiento (bajo la forma de adicción) a un producto tóxico para la persona.

Si lo anterior es así, ¿se puede hacer algo -en lo micro y en lo macro- para actuar en estos componentes e ir disminuyendo el consumo de drogas? ¿No es este el principal problema a resolver para erradicar la producción y la distribución de drogas en el mundo? La respuesta tiene que ser necesariamente sistémica que articule virtuosamente aspectos micro y macro que nos permita salir de este grave problema para la humanidad.

Los aspectos micro van desde una buena vivencia afectiva en el seno familiar, educativo, social y laboral de la persona, hasta las condiciones macro: derechos humanos que, la sociedad a través del Estado (y en conjunto con él), se efectivicen en políticas, acciones y resultados concretos que permitan un piso de bienestar y sentido de felicidad que coadyuden a este logro. Todo ello sin caer en exacerbar la rivalidad (que estimula el sistema capitalista) y tratar de ser «como dioses» (vinculado con esto, «lo supra humano» y su relación con «lo nacional«, se puede visualizar en determinadas prácticas de dopaje en el deporte como lo muestra el film Icaro de Netflix).

El abordaje desde la salud (con las instituciones específicas y adecuadas para tratar las adicciones) es indispensable para salir de este flagelo, así como el acompañamiento posterior y la voluntad de la persona involucrada, y el abordaje desde una adecuada política criminal en el combate al narcotráfico. Una experiencia interesante y valiosa desde lo territorial es el caso de la Ciudad de Medellín y en cuanto a jóvenes la experiencia de Islandia (también se puede ver esta nota).

Además de lo expresado, sin duda las distintas religiones hacen un aporte muy valioso a través de la vivencia de la espiritualidad, meditación, oración y formas de trascendencia que eviten la utilización de «prótesis artificiales o atajos» para llegar a un falso «espejismo» de paraíso. En el caso del cristianismo la oración de Jesús, denominada «Padrenuestro«, pide que «…venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así como es en el cielo, en la tierra…» . Es decir el «reino» como equivalente a la vuelta, ya aquí en la tierra, al paraíso. Nuestra contribución es indispensable e insustituible «aquí en la tierra», sino construiremos distintas formas de infierno.