¿Cómo nos interconectamos?

En una nota de Silvina Scheiner, denominada «Capacitación: el liderazgo se aprende a través del juego», expresa que «en los minutos iniciales de Collateral beauty (2016, dirigida por David Frankel), el personaje que protagoniza Will Smith, alinea una descomunal cascada de dominó (ver imagen de la entrada) para explicar que todos los humanos estamos interconectados por tres valores esenciales: amor, tiempo y muerte». Cabe aclarar que lo del título traducido al español de «belleza colateral», se deriva de los actos de bondad desinteresada que resultan de las tragedias, como las que se narran en la película.

Seguramente podemos decir que además del amor, el tiempo y la muerte, u otras explicaciones derivadas de que formamos parte de un «campo mayor», hay otros elementos como es el caso de «la necesidad«. Es decir, por nuestras limitaciones como seres humanos necesitamos de las otras personas o individuos. «No tenemos otra», «nos interesa» vincularnos con los demás, asociarnos, acompañarnos….., «nos es útil«….. Son distintas formas o enfoques dependiendo de cada quien, cada contexto y enfoque, en un marco de complejidad de la naturaleza humana Si se plantea como una cuestión binaria y consideramos que «el ser humano es bueno por naturaleza» (Rousseau) será un enfoque y si no lo es será otro.

En este último caso, entre los pensadores que sostienen esta posición figura Hobbes. En este texto se desarrolla su antropología y en una parte del mismo se hace referencia a lo que dice en su obra «De Cive, I, 2: 16»: «La experiencia enseña, a todo el que considere con más atención las cosas humanas, que toda reunión se produce, bien por mutua necesidad, bien para conseguir gloria… Toda sociedad se forma por conveniencia o por vanagloria, esto es: por amor propio, no de los demás».

En esta otra fuente se refuerza esta visión de Hobbes y sus derivaciones: «El hombre es por naturaleza orgulloso, vengativo, parcial; su primera inclinación natural es un perpetuo deseo de poder y su fin principal es la propia conservación. Debido a que se encuentra en igualdad de facultades con todos los demás, debe prevenirse para no ser víctima de quienes tienen sus mismas pasiones. Esto deviene en un estado de guerra. El resultado de esta naturaleza del hombre es una vida solitaria, pobre, brutal, desagradable y corta. Si cada uno actúa guiado por sus pasiones naturales, no es posible alcanzar el fin básico (la conservación) y mucho menos otros fines como el deleite. Si tenemos en cuenta que el hombre elige por naturaleza el mal menor, no es extraño que en virtud de los efectos del estado de guerra comiencen a preponderar en él pasiones menos ambiciosas: miedo a la muerte, deseo de vivir mas cómodamente en base a su trabajo. La razón sugiere, entonces, ciertas leyes que Hobbes llama ‘leyes de naturaleza’. Estas constituyen el medio necesario para lograr la seguridad personal y hacer la vida mas grata. Si las condiciones están dadas, estas leyes Ilevan a realizar un contrato por el cuál todos ceden derechos a un soberano». De allí se deriva la necesidad de un contrato social y la existencia del Estado que lo implemente y controle.

Si los seres humanos tenemos grados de libertad (positiva y negativa) en nuestro accionar podríamos optar -como mínimo- por articular la mutua necesidad, en nuestro corto tiempo de vida antes de la muerte, como plantea la película del inicio, con el amor que no es fácil pero -podríamos afirmar- es necesario para alcanzar la felicidad. El amor va más allá de la propia necesidad y de la mutua necesidad, e incluye «lo desinteresado» personal y por lo tanto la posibilidad de buscar el bien del otro y ser altruistas. Esto nos conduce a un mundo mejor.

Iconos y Mitos de Mayo del 68

La imagen de la entrada muestra a uno de los iconos -o una de las imágenes- del mayo francés de 1968 que representaba, según los medios de la época, a «Marianne». En realidad, según una nota de Marina Artusa, no se llamaba Marianne, sino Caroline de Bendern. «Tenía 28 años, había nacido en Windsor y su abuelo-mecenas era un adinerado bastardo de un noble austríaco. Ella trabajaba como modelo, era amiga de Andy Warhol y había tenido un amorío con Lou Reed. Vivía entre Nueva York, Roma y París. Acababa de llegar a la ciudad con su novio de turno. No participaba en manifestaciones a favor o en contra de ninguna causa.

La chica, bella a más no poder, no era estudiante ni parisina. No se llamaba Marianne. Mucho menos tenía en mente el lienzo de Delacroix -La libertad guiando al pueblo, de 1830- con el que la compararon cuando, dolorida por la caminata, le pidió upa a su amigo, el pintor Jean Jacques Lebel, quien la cargó sobre sus hombros. Entonces ella levantó lo más alto que pudo la bandera de Vietnam, uno de los emblemas de las protestas de mayo del ’68, que había ido a parar a sus manos casi por descuido».

La periodista la pregunta: «¿usted creía en los ideales del ‘68 ?«, y ella le responde «La sociedad se estaba esclerosando. Y las cosas debían sacudirse. En ese momento no era comunista ni nada. Creo que hoy soy más anarquista que otra cosa. No creo en el anarquismo como desorden pero sí me parece que deberíamos ser gobernados por un poder más impersonal, sin los egocentrismos de hoy«

En esta misma línea, y según el resumen que hace el suplemento D, del diario Perfil, sobre el libro «La Herencia del 68. Defensa del legado de un mes que cambió el siglo XX», escrito por el filósofo André Glucksmann y su hijo Raphaël (Ed. Taurus, marzo de 2018), el “espíritu del Mayo” estuvo relacionado con «negar el patriarcado, rechazar la mentalidad pueblerina, transgredir polvorientos tabúes morales y emanciparnos de dogmas marxistas-leninistas o conservadores son rupturas que nos hicieron infinitamente más libres».

Raphaël dice que siente «la necesidad, tanto hoy como hace diez años, de defender los derechos y las libertades que nos legó el 68, de repetir hasta qué punto es preferible vivir en una sociedad en la que los homosexuales pueden casarse en un mundo que los condenaba a esconderse, en un país en el que las mujeres ocupan el espacio público, y en una nación que las relegaba a las tareas domésticas, en ciudades en las que conviven colores y culturas que en espacios encerrados en sí mismos y en sus fantasías monocromas… Y sin embargo, aún más que hace diez años, siento la necesidad de cuestionar ese legado».

Hablando de su padre, expresa que «su generación tuvo razón, su labor histórica consistió en destruir los viejos mitos nacionalistas o comunistas que encerraban las conciencias y los pensamientos, en romper las antiguas reglas que obstaculizaban los cuerpos y los deseos. Pero cuando deconstruimos un mito, ¿no debemos después escribir un relato común? Cuando pulverizamos un yugo, ¿no debemos a continuación refundar estructuras colectivas en las que inscribir de nuevo nuestras individualidades emancipadas? No lo hicieron. Y nosotros, los hijos del 68, nacimos en una especie de vacío.

Sentimos una carencia, y esa carencia es lo que no dejo de analizar para que no nos engulla. Para que no nos lleve a rechazar nuestras libertades por miedo a la soledad. No se trata de quejarse ni de repartir culpas. Sería inútil e injusto. Se trata simplemente de entender que no partimos del mismo lugar, que no hablamos desde el mismo lugar. Nuestros padres nacieron en un mundo saturado de sentido, de dogmas, de memoria y de historia. Por lo tanto, para poder respirar tenían que trabajar sin descanso en la emancipación de los individuos, en afirmar los derechos del presente. Su papel fue romper cadenas.

Pero nosotros vivimos en un universo sin ideología, casi sin sentido y sin sustancia, sumido en la inmediatez. Privado de horizonte común en el que recolocar nuestras libertades actuales. Y por lo tanto, para que también nosotros respiremos, tenemos que trabajar para volver a inscribir a los individuos en perspectivas colectivas, el instante en el tiempo a largo plazo. Ya no solo romper cadenas, sino volver a enlazarlas.

Nuestros caminos divergen porque, aunque queremos lo mismo (una vida justa y libre en una sociedad en la que se pueda respirar), avanzamos desde dos puntos diferentes, incluso opuestos. Hacia dos destinos distintos. Aunque los mueva el mismo interés humanista. Hoy lo siento con más fuerza aún que hace diez años. La crisis política, social y filosófica en la que se empantanan las democracias liberales me ha hecho reflexionar, evolucionar y cambiar… Recibimos el legado de la libertad. Nos corresponde a nosotros hacer de ella algo más que la búsqueda frenética del bienestar personal.»

La catarsis cultural del mayo francés del 68 logró deconstruir distintos mitos, emanciparse de esas cadenas y plantearse en tratar de jugar la libertad positiva «en algo más que la búsqueda frenética del bienestar personal». Ahora bien, surgen distintas preguntas: ¿en qué consiste ese «algo más»? ¿es una búsqueda de trascendencia y plenitud? ¿es plantearse modalidades económicas, sociales y políticas de autogestión? ¿es reivindicar en el siglo XXI modalidades de anarquía? ¿es involucrar a otros en compartir de manera fraterna y solidaria todas las dimensiones de la vida? ¿cómo se hace para salir de la soledad y el individualismo, construyendo lo común, enlazarnos en redes, y no en cadenas o estructuras rígidas? ¿es construir nuevos mitos y una nueva mística? ¿podremos darle un sentido de cambio profundo para avanzar progresivamente a un mundo mejor?

El tiempo dirá si son sólo estas preguntas y cuales son las posibles respuestas de un camino que se hace al andar.

 

No son buenos los regímenes autocráticos

Se define a la autocracia como un sistema de gobierno en que el poder está concentrado en una sola persona. Puede ser bajo la forma de monarquía absoluta o dictadura. Si es un «régimen», como forma de gobierno, conlleva a que el liderazgo está compartido con otros, en especial por un grupo, una vanguardia , la cúpula de un partido… y todo ello acompañado de la fuerza militar.

Seguramente la búsqueda de este liderazgo está impulsado por distintas razones. Ideales nobles como los de Platón respecto a que la República estuviera conducida por los sabios (noocracia). También podemos mencionar, entre otros casos, al pueblo judío que buscaba un mesías que lo liberara del yugo de los romanos, y esto conllevaba entronizar a Jesús como «Rey de Israel». En este caso es el enfoque de alguien poderoso que exprese mi dignidad como pueblo (1) (por lo tanto sea reconocido dignamente y con mis derechos) y me libere del opresor. Es interesante en la historia de este pueblo como se produce la transformación de jueces a reyes (a solicitud del pueblo). En el capitulo 8 del libro de Samuel, este le advierte a su pueblo qué significa tener un rey: «Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.  Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.  Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.  Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros...«

Podemos deducir que hay distintos motivos detrás de la concentración del poder: ideales nobles como el liderazgo de los sabios, la voluntad de poder e ideales «pretendidamente nobles» como el caso de Corea del Norte (véase, por ejemplo, esta serie de cuatro capítulos), la búsqueda de seguridad frente al miedo (1) o la amenaza, la preservación de la libertad, la búsqueda de la gloria sometiendo a otros pueblos o grupos sociales, entre otros muchos motivos. Relacionado con ello podemos agregar la exaltación de lo nacional (a través de un gran padre como sería el caso de Bolivar), el ideal revolucionario (desde la Francesa hasta las marxistas leninistas) o la defensa de sus intereses como «nueva clase». Si bien hay quienes, desde la izquierda, tienen razones fundadas para cuestionar las limitaciones de la democracia formal, el rol de la oposición en países como Venezuela o el de los medios y las grandes potencias (generalmente se enfoca en Estados Unidos pero no en otros países), no se puede defender -de ninguna manera- la concentración del poder, la abolición de la democracia republicana y la masacre de civiles desarmados en función de que «fines nobles justifican cualquier medio«. No agreguemos la cuestión de incompetencia de los autócratas (con la excusa del rol del imperialismo) no sólo para alcanzar el desarrollo económico sino para resolver las necesidades básicas y mínimas como alimentos y medicamentos.

Las autocracias, y más cuando se van convirtiendo en dictaduras, no nos llevan a un mundo mejor sino a un mundo mucho peor.

(1) El tema del reconocimiento, y también de «la venganza», sin duda ha jugado un rol relevante en el nacimiento del nazismo (véase, por ejemplo, el film «El huevo de la serpiente«. Sobre las características psicosociales que lo favorecen es bueno ver, o volver a ver, la película alemana La Ola.

(2) Sobre el tema del miedo y sus distintas versiones, expresiones y utilizaciones son relevantes libros como «El Miedo a la Libertad» (de Erich Fromm) así como más general y actual «La Sociedad del Miedo«, de Heinz Bude, Ed. Herder (agradezco a José M. Diaz Bonilla la referencia), entre los principales. En cuanto al rol de la inteligencia artificial en esta temática se ha tratado de analizar en esta reflexión y referido al capitalismo de vigilancia en esta nota.

PD: Sobre la fragilidad de los liderazgos autocráticos se puede ver esta nota y en cuanto a la fragilidad de las democracias que terminan generando las autocracias se presenta esta reflexión.

De la Libertad Negativa a la Positiva

Entre los anhelos y deseos fundamentales del ser humano está la libertad. El intelectual Isaiah Berlin, que pusimos en la imagen de la entrada, distinguió a la libertad negativa de la positiva. La primera se caracteriza porque nada ni nadie restrinja la libertad del individuo, mientras que la segunda es la facultad de tomar decisiones que conduzcan a la acción. La acción puede ser la autorealización personal, co-crear con otros o realizar acciones solidarias, pero también -advierte Berlin- puede conducir al totalitarismo en tanto no respete la libertad de los demás.

En primera instancia vamos a intentar profundizar un poco más en el concepto de libertad negativa. Si bien es bueno que nada ni nadie restrinja mi libertad, también es cierto que puede esconder una concepción individualista y defensiva frente a terceros, si todo empieza y termina en una libertad «negativa». Tal vez esta fue la concepción de la cultura sueca a partir de los años 70 (vinculada con el manifiesto político en 1972: La familia del futuro: una política socialista para la familia), según este link.  En el mismo se menciona el film ««La teoría sueca del amor  donde se presenta aquel ambicioso manifiesto elaborado en el gobierno de Olof Palme y en el que se apostaba por despegarse de las estructuras familiares anticuadas y buscar la independencia, “el valor más sueco de todos”. “Había llegado el momento de liberar a la mujer del hombre, liberar a la gente mayor de sus hijos, liberar a los adolescentes de sus padres elaborando un manifiesto La familia del futuro”, dice el narrador de la película. La idea era que ningún adulto dependiera económicamente de ningún familiar. “El principio es muy simple: cada individuo debe sentirse como un ente autónomo y no como un apéndice de su cuidador. Y para lograrlo hace falta crear las condiciones económicas y sociales. Y a partir de ahora solo las relaciones auténticas nos mantendrían unidos”. La nota termina diciendo: «La nueva vida del doctor Erichssen, un cirujano sueco hoy en un hospital de campaña en Etiopía – “aquí he encontrado un sentido a la vida”-, y las palabras del célebre sociólogo polaco Zygmunt Bauman terminan, finalmente, por despejar la clave de la verdadera felicidad. “Los suecos han perdido las habilidades de la socialización. Al final de la independencia no está la felicidad, está el vacío de la vida, la insignificancia de la vida y un aburrimiento absolutamente inimaginable”.

Más allá de los aspectos culturales (en las distintas sociedades) y de los vínculos humanos más íntimos, están todos los enfoques filosóficos, políticos y socioeconómicos.  Allí estarán -por ejemplo Hobbes- que justificarán la creación de un estado que garantice esta libertad negativa («de hombres lobos del hombre») y ciertas posiciones de liberalismo extremo o de anarcocapitalismo, que plantean -entre otras cosas- que pagar impuestos es un «robo» (incluso sostienen que la defensa y la seguridad pueden ser proporcionadas por empresas privadas).

En el marco de los que tienen un concepto de libertad negativa están los anarquistas individualistas (y dentro de ellos, aunque no sólo, los anarcocapitalistas ya mencionados). En cambio los anarquistas societarios o socialistas consideran la libertad individual como conceptualmente relacionada con la igualdad y juegan la libertad positiva en la comunidad y la ayuda mutua. Según fuentes como la Wikipedia, valoran la libre asociación de personas y la convivencia y la cooperación en comunidades libres, e incluyen  (pero no está limitado) al expresiones como el anarcocolectivismo, el anarcocomunismo, el anarcosindicalismo, la ecología social (municipalizo libertario) y la economía participativa.

Algunos anarquistas -como Bakunin y Malatesta- justificaron en alguna oportunidad (como «defensiva»)  la violencia, mientras otros -como Tolstoi (que se lo ha visualizado como una forma de anarquismo cristiano) han sostenido la «no violencia». Si bien el anarquismo tiene raíces antiguas, tomó fuerza con la modernidad y continúa en grupos reducidos hasta nuestros días.

Más allá del liberalismo extremo y de las variantes del anarquismo como expresiones «radicales» de la libertad, desearíamos enfatizar a la libertad positiva vinculada con otros valores y como una posibilidad deseable de co-crear, co-construir, cuidar y generar vínculos de solidaridad y empatía compasiva, que nos permitan construir una amistad social (por lo tanto que no apele a la violencia o a la coerción) y poder así converger a un mundo mejor

 

Para Qué y Para Quién

Este documento tiene que ver con el “para qué y para quien”?, es decir, con la cuestión del “sentido” en los sistemas. Un primer punto de vista puede ser que el sentido de la vida tiene que ver con nuestras creencias, y por lo tanto con algo diferente a lo abordado por la ciencia.

Sin embargo hay enfoques vinculados con los sistemas (que expresan interrelaciones de la vida humana en un contexto medio ambiental) que abordan esta cuestión. A grandes trazos:

  • En el caso del marxismo el comunitarismo primitivo (el origen de la organización social de la humanidad) volverá -al final de la historia- plenificado a través del desarrollo de las fuerzas productivas (la ciencia y la técnica en su máximo desarrollo al servicio del hombre) y del desarrollo de la conciencia a través de la praxis del socialismo que nos conducirá al comunismo.
  • En el caso del enfoque de la economía clásica no hay un “paraíso original” (más bien es caracterizado como “primitivamente salvaje”) pero si hay un progreso creciente –a través del libre mercado en un cuadro institucional adecuado- que nos llevará a la abundancia y a la riqueza (vinculado con el desarrollo de la ciencia y la tecnología) al final de la historia.
  •  Para otros autores, como Francis Fukuyama, han planteado –en algún momento- que el capitalismo (y lo socio-político vinculado con este sistema) es el “fin de la historia”. Las alternativas (véase luego de la caída del muro de Berlín) han fracasado. Por lo tanto “es lo que hay” y no podemos aspirar a nada mejor.
  • En la Introducción de esta página hemos visto que hay autores, como Kenneth Boulding, que en el marco de la teoría general de los sistemas, plantean posibilidades de una evolución hacia escenarios mayores como el que denomina “trascendental”.

Si el planteo es que el sistema nos dé un marco adecuado desde lo macro o contextual “hacia un mundo mejor”, tendremos que discernir, de estos y otros enfoques, cuales nos puedan ayudar en esa dirección.

El planteo de los clásicos sobre el capitalismo, y en términos de lo señalado por Francis Fukuyama, para algunos será “realista” y para otros “pesimista”. En la entrada de esta página web donde se plantea “el cómo”, se ha visto que, si bien el capitalismo ha tenido logros notables en cuanto a progreso material, los costos (en términos de  exclusiones e inclusiones no satisfactorias de muchas vidas humanas y de medio ambiente) son –en particular para algunas variedades de este sistema- inaceptables para quienes deseamos alcanzar un “mundo mejor”.

El sendero entre el comunitarismo original y el comunismo final, a través de sus variantes “revolucionaria” (en particular marxista leninista) y “social democrática” (o gradualismo reformista), requiere un análisis más pormenorizado (que no haremos aquí) donde –según las distintas variedades y experiencias históricas- ha tenido notables aportes hacia un mundo mejor y también notables horrores en dirección contraria.

Quedan entonces planteos muy sugerentes como el de Boulding (y otros), referidos a que hay una evolución en un contexto mucho mayor en que creencias religiosas, enfoques holísticos y de la física cuántica van en esa dirección. Si bien el que redacta este blog coincide con estos enfoques, como hemos señalado en la página “a quien va dirigida esta página” (en el párrafo sobre el enfoque de la posmodernidad), el criterio que se adopta aquí es que las “partes de ese todo” tienen “grados de libertad” y por lo tanto dependerá del sentido que le demos a nuestros móviles y procesos para alcanzar o no resultados de un mundo mejor. En este marco será posible la construcción de un postcapitalismo?

No quisiera terminar esta página del blog sin plantear tres temas relacionados. El primero de ellos es el reciente enfoque sobre la “economía de la felicidad”.

Como señala Victoria Giarrizzo (2012 Economía y Felicidad, Existe vínculo?, FCE-UBA), si bien el concepto tiene una larga historia, uno de los primeros trabajos empíricos sobre la relación entre economía y felicidad fue Easterling (véase Easterlin, R.A. (1974). “Does Economic Growth improve the human lot?. Some empirical evidence”. En P.A David y M.W.Rider (eds) Nations and Households in Economic Growth: Essays in Honor of Moses Abramovvitz. New York and London: Academic Press, y Easterlin, R.A. (1995). “Will Raising the Incomes of all Increase the Happiness of all?” Journal of Economic Behavior and Organization 27: 35-48).

También son muy valiosos los aportes de Marita Carballo (2015, La Felicidad de las Naciones, Editorial Sudamericana), N. Powdthavee (2007 Economics of happiness: A review of literature and applications”, Chulalongkorn, Journal of Economics, 19 (1)) citado por Martín Tetaz (2014 Psychonomics, La Economía está en tu mente, Ediciones B), los trabajos y blog de Sebastián Campanario, entre otros.

En base a lo expuesto el concepto de felicidad que utilizaremos en esta página, parte del concepto aristotélico de que la felicidad consiste en hacer el bien. Al respecto nos remitimos a lo mencionado por Marita Carballo (en la obra que venimos de referenciar) citando a M. Seligman (2003, La auténtica felicidad, Vergara, y 2011, Flourish, Nueva York, Free Press)) donde expresa, en la página 68, que este autor “se concentra básicamente en la satisfacción con la vida y la vida en un sentido más bien aristotélico, es decir asumiendo que todo lo que hacemos apunta a ser felices”. Luego Carballo, en la página 69, indica como Seligman pasa al concepto de bienestar (“well being”) que se compone de “cinco elementos: emoción positiva (sentirse bien), compromiso (estar completamente absorbido por su actividad), relaciones (estar auténticamente conectado con los demás), sentido (propósito) y logro (sensación de plenitud por haber alcanzado algo). Para fluir un individuo tiene que poseer esas cinco características, y por lo menos tres de los seis elementos adicionales: optimismo, autoestima, resiliencia, vitalidad y autodeterminación”. En esta página intentamos retomar la cuestión de hacer el bien de Aristóteles y del “sentido” vinculándolo con el bienestar y la felicidad donde están involucrados los elementos mencionados.

El segundo tema tiene que ver sobre el aspecto de si en el camino a este mundo mejor (en caso de que lo compartamos) hay prioridades o no. El criterio que aquí se adopta (vinculado a criterios como equidad, justicia, solidaridad, compasión…) es que la atención de las personas más vulnerables y frágiles -en particular en situación de pobreza– y el medio ambiente más dañado deben tener prioridad.

Al respecto se consideran relevantes los enfoques, y en particular las acciones concretas, vinculadas con el desarrollo, en especial el desarrollo humano (para los conceptos básicos véanse links de Naciones Unidas), el logro de los Objetivos del Milenio planteados por esta organización y su continuidad con los objetivos de desarrollo sostenible. Los medios e instrumentos para llevar adelante el desarrollo requerirán de un adecuado análisis e implementación evitando “atajos” (por ejemplo subordinando el mediano y largo plazo al corto plazo en lo que se ha denominado “populismo”). Si bien las crisis del sistema económico mundial y las reacciones “regresivas” no sólo no colaboran sino que, muchas veces, van en dirección contraria a estos planteos y acciones, será fundamental re-impulsar estas iniciativas –tanto en lo social como en lo público-estatal- a nivel concreto y de detalle en lo local, nacional, regional e internacional para ir hacia un mundo mejor atendiendo las situaciones más extremas y graves.

El tercer tema es la “aceleración del cambio científico-tecnológico” y las implicancias que ello tiene. En la Introducción habíamos comentado la característica de “aceleración” y de creciente asimetría entre destrucción y creación/cuidado que va teniendo el poder humano. Esto último es lo que nos advierten referentes mundiales desde el Papa Francisco hasta científicos como el caso de Stephen Hawking. En entrevistas y notas de este último se plantean algunas posibles escenarios pesimistas sobre la continuidad de la vida humana en la Tierra.

Aunque alguno de estos escenarios no se dé (sin duda dependerá de nosotros), hay cambios tecnológicos como las impresoras 3D y la posibilidad de que pasemos a ser –en términos de Alvin Toffler– “prosumidores” (prácticamente “de todo”) nos enfrenta a lo que podríamos denominar un “Nuevo Neolítico” o un salto civilizatorio que excede el de una nueva revolución industrial. Al respecto el interesante texto “Pasaje al Futuro” de Santiago Bilinkis nos plantea los desafíos de la redefinición de lo que denominamos trabajo y su «compartir» (entre los que tienen y no tienen), ingresos (del salario al ingreso ciudadano), ocio y educación, entre los principales.

Sino nos preparamos adecuadamente y desde hoy, para que esto nos lleve a “un mundo mejor” seguramente será “muy doloroso y peor”, y en un extremo nos conducirá al destino que tuvieron los dinosauros en la Tierra.

El Sistema como una «Jaula de Hierro»

En otra parte de esta página web hemos expresado que el sistema actual es fruto de una evolución que tiene orígenes recientes en el mercantilismo, y orígenes más remotos –en el Neolítico- cuando aparece la sedentarización con la demarcación del “territorio” (por lo tanto una zona de dominio o “propiedad”), la división del trabajo y el excedente. También hemos dicho que detrás de todo este proceso está más bien la cuestión del poder (en el sentido que le da Alvin Toffler, en su libro “El Cambio del Poder”, Ed. Plaza & Janes, 1996)

Como “cristaliza” esto? Hay una expresión de Max Weber que Eduardo Fidanza (ver link: http://www.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/9-Eduardo-Fidanza.pdf) la sintetiza así: Lo que llamamos “metáfora de la jaula de hierro” es una imagen retórica utilizada por Weber en una de las últimas páginas de La Etica Protestante para expresar la pérdida del sentido religioso original que inspiró, según su interpretación, al primer capitalismo. Como dijimos al comienzo, no consta que Weber haya usado en alemán la expresión que Parsons tradujo como “jaula de hierro” (iron cage). El término textual de Weber es “[ein] stahlhartes Gehäuse”, que literalmente podría vertirse como “estuche”, “envoltura”, o incluso “jaula”, “dura como el acero”, y que suele traducirse por “férrea envoltura”, o bien por términos similares que evocan un caparazón duro y opresivo”.

Esta metáfora del “estuche con férrea envoltura” está asociada también al pensamiento clásico, muy influido –en el caso de Adam Smith- por la física newtoniana, donde el campo de fuerzas del mercado (encuadrado institucionalmente por el Estado liberal) hace que sus partícipes tengan que actuar o jugar dentro de sus reglas independientemente de sus deseos o voluntad.

Marx, coincide con este enfoque. En el posfacio a la 2da edición de “El Capital” (1873) donde plantea “colocar sobre sus pies” a la dialéctica hegeliana a la que reprocha estar cabeza abajo, cita a un crítico ruso, cuya interpretación del método dialéctico aprueba, diciendo: “El (Marx) considera el movimiento social como un encadenamiento natural de fenómenos históricos, encadenamiento a leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y los designios del hombre, sino que por el contrario: determinan su voluntad, conciencia y designios”.

Esto es coincidente con escritos de Engels (como por ejemplo la carta que le dirige el 22 de agosto de 1889 a Eduard Bernstein), donde describe una situación de la clase obrera portuaria de una ciudad de Inglaterra y utiliza la frase del Dante para la entrada al Infierno (equivalente aquí al “sistema”): “Lasciate ogni speranza voi che entrate!”.

También se le puede aplicar a las organizaciones de distinto tipo, como señala esta nota, que hace referencia al tenebroso cuento de Franz Kafka: “In der Straftcolonie” (1919), o en lo juegos como el «dilema del prisionero». También es interesante esta frase de Fiador Dostoyevski: «Los hombres quieren volar, pero temen al vacío. No pueden vivir sin certezas. Por eso cambian el vuelo por jaulas. Las jaulas son el lugar donde viven las certezas.”

Hay posibilidades de que el sistema, la jaula o estuche, o como se lo quiera denominar, cambie? Hay una primera respuesta de tipo “determinista” que sería: “no”, dado que hay un engranaje del que somos parte y lo único que quedaría sería adaptarse lo mejor posible. Hay otra respuesta que es “si” dado que el sistema es la cristalización de una historia de relaciones sociales y de estas con el medio ambiente a través de la mediación científico tecnológica. Por lo tanto si estas relaciones sociales (en su doble dimensión) y el cambio científico-tecnológico cambian “el sistema puede cambiar”. La cuestión no será si cambia o no cambia, sino en qué sentido.

En este contexto va la referencia de H. Fazio en su libro “Economía, Ética y Ambiente” (Eudeba, Buenos Aires, 2012, página 132) que, para modificar el sistema, “la clave es la superación del individualismo y la sectorización” y citando a Charles Taylor, en su obra “Ética de la autenticidad” (Barcelona, Paidós, 1994, pág. 127) señala que “como suele suceder a menudo, los mecanismos de inevitabilidad operan sólo cuando la gente se encuentra dividida y fragmentada. No queremos exagerar nuestro grado de libertad. Pero no es nulo”.

La “coyuntura”, al momento de escribir esta nota (1) es favorable o desfavorable? En principio podemos afirmar que es “desfavorable”. Los efectos de la crisis financiera (a partir de Lehman Brohters), la división del trabajo que fue corriendo la industria al este (primero a Alemania, luego a Japón y Corea del Sur, y finalmente a China y otros países de Asia), los conflictos de oriente medio (como Irak, Afganistan y Siria, por citar los tres más importantes) y sus secuelas en términos de migraciones (en especial en Europa) y de terrorismo, el conflicto vinculado con lo nuclear (en particular con Corea del Norte, y en menor medida con Irán) así como la lucha por la supremacía a nivel mundial (en especial Estados Unidos, China y Rusia), las hambrunas de Africa, la marcha atrás por parte de Estados Unidos en lo que se refiere al cambio climático… son algunas de las que han generado escenarios de mayor tensión y “facistización” de partes importantes de sociedades y lideres que las representan. También podría decirse, por aquello de que “no nos une el amor sino el espanto”, más gestos como los del Papa Francisco, pueden abrir un panorama más esperanzador y construir un post capitalismo que nos lleve a un mundo mejor?.

Por último, y no menor, la profundidad y la aceleración del cambio científico-tecnológico. Sólo mencionaremos dos eventos, de los múltiples que se están dando: las implicancias de la evolución de la inteligencia artificial y las impresoras 3D que podrán tener la posibilidad de transformarnos en “prosumidores” (término que utilizó Alvin Toffler para decir que seremos –al mismo tiempo- productores y consumidores de prácticamente la totalidad de bienes y servicios). La pregunta es: los seres humanos seremos capaces de darle un sentido a este cambio? O lo dejaremos al arbitrio de decisiones de corto plazo del mercado, del dominio y su utilización para la guerra, o de algún delirio «prometeico»? La respuesta dependerá de nosotros.

(1) Luego de la misma pasó la epidemia del Covid, el agravamiento del cambio climático, la guerra en Ucrania y sus diversos efectos….

Convergiendo en Móviles

Lo que «nos mueve» como las pulsiones, lo emocional, los valores, la razón… son fundamentales en nuestra vida de humanos, y por lo tanto en nuestros vínculos, organizaciones, sistemas….Aquí lo retomaremos desde los aspectos que consideramos “relevantes” para converger a un mundo mejor.

Sabemos que constituyen un aspecto fundamental de nuestras vidas y relaciones, y de allí su directa implicancia en nuestras acciones, en lo micro y en lo macro, a lo sistémico y por lo tanto en los resultados del mundo en qué vivimos. Si bien lo que nos mueve es una cuestión “personal o individual”, muy diversa y variada según las circunstancias (como ser las motivaciones extrínsecas e intrínsecas que se muestran en la imagen de la entrada), trataremos de sintetizar esta temática de dos maneras en:

  1. ASPECTOS GENERALES y
  2. EVIDENCIA EMPÍRICA
  1. ASPECTOS GENERALES

LA NECESIDAD VINCULADA CON EL SUSTENTO

  • Desde el aire que respiramos, el agua que tomamos, el alimento que ingerimos hasta la vestimenta y el albergue, por citar los más importantes. Caminar hacia un mundo mejor conlleva entonces en que proveamos la cobertura para un “piso” de sustento digno para toda la Humanidad en función del siglo XXI y del lugar en el que nos encontremos. Muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas están directamente vinculados a esto (como tender hacia el “fin de la pobreza” y alcanzar el “hambre cero”) y otros más indirectamente. En otra entrada o página abordaremos lo relativo a generación y apropiación de valor, intercambio, redistribución y reciprocidad que vayan en esta dirección.
  • Si bien existen cuestionamientos al enfoque de Maslow y su pirámide coincidiremos que si no respiramos, no nos hidratamos y no nos alimentamos (por dar algunos ejemplos), todas las demás necesidades (y podríamos agregar deseos y aspiraciones) no son posibles.

 LAS EMOCIONES Y DESEOS

  • En los orígenes de la Modernidad la ciencia no incluyó como componentes centrales del ser humano estos aspectos “subjetivos”, seguramente dado lo difícil de abordarlos “objetivamente”. Sin embargo hoy podemos afirmar, sin lugar a dudas, lo central de esta dimensión en general y en los sistemas económicos. En lo hegemónico del sistema actual, la publicidad, la propaganda y el rol de las imágenes y comentarios en gran parte de las redes sociales, así lo demuestran. La libertad humana hace que no podamos “programar” o “determinar” esta dimensión (si bien han habido intentos de “ingeniería social), pero sí de ser fuertemente influenciada por arquetipos, referentes, mensajes publicitarios (véase por ejemplo: https://en.wikipedia.org/wiki/Paul_Lazarsfeld), así como por otras manifestaciones de la cultura (como las religiones, la política o el arte) y de la salud (por ej. la psicología y el psicoanálisis).
  • Las emociones pueden ser muy diversas y en particular cuando devienen “pasiones”. Es muy valioso el aporte que hace el texto de Ivonne Bordelois (con la colaboración de Miguel Mascialino) denominado “Etimología de las Pasiones” (Libros del Zorzal, 2006). El libro comienza con una cita de J-J Rosseau que dice: “Es de creer que las pasiones dictaron los primeros gestos y arrancaron las primeras voces… No se comenzó por razonar sino por sentir. Para conmover un joven corazón, para responder a un agresor injusto, la naturaleza dicta acentos, gritos, lamentos. He aquí las palabras más antiguas inventadas y he aquí porque las primeras lenguas fueron melodiosas y apasionadas antes de ser simples y metódicas…He aquí como el sentido figurado nace antes que el literal, cuando la pasión fascina nuestros ojos y la primera noción que nos ofrece no es la de la verdad”.
  • En el texto mencionado se hace referencia a distintos tópicos y entre ellos a las pasiones “oscuras” y las pasiones “claras”, o aportes como los de Spinoza (“La única libertad posible se realiza a través del conocimiento de las propias pasiones”).
  • Para abordar esta dimensión, además de la introspección personal, serán valiosos distintos enfoques y aportes. El rol de la educación: se pueden citar infinidad de experiencias y enfoques de distinto tipo (desde las realizadas desde la laicidad hasta las religiosas con experiencias de educación personalizada en el amor y en valores) pero haremos referencia sólo a tres: la de Reuven Feurestein con los niños afectados por el Holocausto, la de María Montessori y lo aportado en “Reinventando la Educación: nuevos contenidos, nuevas formas«, el capítulo 9 del libro de Santiago Bilinkis, “Pasaje al Futuro” (Ed. Sudamericana, 2016). El rol de las ciencias de salud (en el marco de la definición de salud en la Conferencia de la Organización Mundial de la Salud en Alma-Ata en 1978), el rol del arte (en sus múltiples expresiones) y del deporte para todos los seres humanos y en especial para aquellos que han sido excluidos del sistema formal y de los que lo serán en el futuro (en particular por el impacto de las nuevas tecnologías), el rol de las distintas religiones, movimientos culturales y sociales, entre otros tienen un rol central para ir caminando hacia un mundo mejor.
  • Que nos mueva “sentir” empatía, amor, amistad, deseos de justicia, solidaridad,,, con un “sentir sincero” será una condición necesaria aunque no suficiente (como hemos indicado en este texto) para orientarnos hacia un mundo mejor. Ojalá todos (en particular desde la familia y las amistades) podamos “influir” en este sentido.

LA RACIONALIDAD

Hoy sabemos que nuestra racionalidad es acotada e imperfecta (por lo tanto somos humanos «imperfectos«), y muy influenciada por lo que venimos de mencionar en el punto anterior y por el contexto en el que ella opera.

Todo esto se desarrolla en el cerebro humano, que no sólo razona sino que también procesa “todo lo que nos pasa”. En el libro de Facundo Manes (“Usar el cerebro” Ed. Planeta, Buenos Aires, 2014), entre otros conceptos menciona, en la página 64, que “en el hombre moderno la corteza cerebral y sus conexiones ocupan el 80% del volumen cerebral…Se trata de la región de nuestro cerebro que, como desarrollaremos en otras partes del libro, nos hace humanos pues regula funciones distintivas de nuestra especie: nuestra capacidad para desarrollar un plan y ejecutarlo, para tener un pensamiento abstracto, para llevar a cabo razonamientos lógicos, inductivos y deductivos, para tomar decisiones, para inferir los sentimientos y pensamientos de los otros, para inhibir impulsos y para tantas otras funciones que nos vuelven hábiles para vivir en sociedad.”.

Más adelante, en las páginas 65 y 66, el autor dice: “Diferentes partes del cerebro se activan en conjunto al formar redes neuronales que intervienen en una función determinada (por ejemplo, la atención). Dichas redes neuronales se distribuyen en el cerebro de manera tal que una mitad del mismo  se especializa en determinadas funciones y la otra mitad en otras diferentes. Se conoce, entonces, que el hemisferio izquierdo del cerebro especializa en el lenguaje y en el pensamiento lógico, mientras que el hemisferio derecho es experto en la percepción visual, en el procesamiento espacial, en el arte, la creatividad y en el procesamiento holístico de la información”.

Este aporte hecho desde las neurociencias, es formulado por el psicólogo israelí y premio Nobel de Economía 2002, Daniel Kahneman, en su libro “pensar rápido, pensar despacio (una versión digital se puede consultar en el siguiente sitio: http://www.medicinayarte.com/img/kahneman_daniel_pensar_rapido_pensar_despacio.pdf) donde expresa que: “describo aquí la vida mental con la metáfora de dos agentes, llamados Sistema1 y Sistema2, que producen respectivamente pensamiento rápido y pensamiento lento. Hablo de las características del pensamiento intuitivo y del deliberado como si fuesen rasgos y disposiciones de dos caracteres existentes en nuestras mentes. En el cuadro resultante de la investigación reciente, el intuitivo (y automático) Sistema1 es más influyente de lo que nuestra experiencia nos dice, y es el secreto autor de muchas elecciones y juicios que hacemos. La mayor parte de este libro trata del trabajo del Sistema1 y las influencias recíprocas entre este y el “esforzado” Sistema2”.

Nos animamos a sacar una conclusión respecto de lo que se viene de mencionar: converger hacia un mundo mejor conlleva trabajar sobre ir reforzando elementos positivos de “la experiencia del Sistema1” (para ir mejorando la experiencia) y sobre los elementos conceptuales de lo reflexivo del Sistema2 (por lo tanto sobre la conciencia, y los elementos de “sabiduría” de la misma).

Por su parte en el libro “Psychonomics”, de Martín Tetaz, (Ediciones B, Buenos Aires, 2014), entre otros elementos nos recuerda, en la página 126, a Nash (y a la película “Una mente brillante”) cuando el bienestar del grupo se maximiza cuando uno hacer lo mejor para sí mismo, teniendo en cuenta las acciones del resto del grupo”. Podemos agregar que esto conlleva algún tipo de “coordinación y cooperación”. Esto está emparentado con lo planteado por Manes –en el libro citado- donde en el capítulo 3 desarrolla “el cerebro social y emocional” y en la página 322 y 324 aborda la cuestión del altruismo desde las neurociencias.

Finalmente nos podemos preguntar si podemos hacer algo en el campo de la racionalidad (pero articulado con deseos y valores), y respetando la libertad de las personas, para inducir o incentivar hacia un mundo mejor. El texto de Tetaz mencionado, en las páginas 219 y 220, aborda “pequeños empujoncitos (nudges) que producen grandes cambios”. Allí dice “uno de los libros más influyentes en la corta historia de la Economía del Comportamiento, es de Richard Thaler, Nudge. La propuesta del profesor de la Universidad de Chicago, es trabajar en la arquitectura de elección de las personas para “empujarlas ligeramente” a elegir de algún modo particular, sin coartar en lo más mínimo sus libertades ni sus posibilidades de optar por otras alternativas. A este tipo de intervenciones suele llamárseles paternalismo libertario, porque si bien no se fuerza a las personas a elegir de un modo u otro, se aprovechan los sesgos comportamentales que discutimos en secciones anteriores a actuar del modo deseado.

El ejemplo estrella para comprender la idea de los empujoncitos (Nudges) es el de donación de órganos. Poner como default que el sujeto es donante cuando renueva el DNI o saca la licencia de conducir y ofrecerle si quiere cambiar su condición a no donante genera muchos más donantes que hacerlo al revés, como es hoy, donde el statu quo es que la gente no dona y hay que manifestar la intención de hacerlo explícitamente”.

VALORES, IDEALES, IDEOLOGÍA, COSMOVISIONES

CONCEPTOS MORALES Y ÉTICOS

  • Respecto del concepto de “ideal” en la psicología, y según menciona el diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (pág. 180), para Freud el ideal del yo surge de la instancia de la personalidad que resulta de la convergencia del narcisismo (ideal del yo) y de las identificaciones con los padres, con sus sustitutos y con los ideales colectivos.
  • De allí el rol central de la familia como núcleo básico para ayudarnos a salir del narcisismo, madurar y orientarnos (o no) hacia un mundo mejor. Aparecerán luego otros familiares o componentes de una familia “ampliada”, amigos, educadores, referentes religiosos y culturales (como lecturas de libros y de medios, o imágenes de artistas o deportistas), sociales, políticos y económicos que nos irán “marcando” acerca de lo que vayamos procesando en nuestra conciencia a partir de nuestra experiencia (y el contexto en que nos toque actuar) sobre lo que consideremos de valor a practicar o no.
  • En cuanto a los aspectos negativos, en los textos breves hemos hecho referencia al mito de Procusto vinculado a una cosmovisión o ideología rígida, y si a ello se le suma una actitud movida por el rencor, la venganza o el fanatismo (negando la noción de complejidad, de matices, de respeto al otro y de una realidad no binaria sino plural), todo ello no nos conducirá a un mundo mejor sino a un mundo peor.
  • Entre los autores que han vinculado valores como ética y justicia, con economía, tenemos al premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen
  1. EVIDENCIA EMPÍRICA

En la parte anterior de “aspectos generales” hemos citado autores (como Kahneman) o los derivados de las neurociencias (mencionados por Manes) o aplicados a la economía (del libro de Tetaz) donde hay “evidencias empíricas”.

Sin embargo desearíamos enfatizar la cuestión de la pluralidad de móviles (relacionado con el enfoque de “economía plural”) cuando se hace un emprendimiento en el marco del actual sistema económico.

Según una investigación realizada por H. Kantis, Masahiko Ishida y Masahiko Komori (ver esta publicación, en particular el Gráfico 2-7 «Principales motivaciones para ser empresario»), donde se muestran los resultados de una encuesta a fundadores de empresas de los países seleccionados en el estudio). De estos resultados empíricos se puede observar que sólo un mínimo porcentaje tiene como motivación «ser rico» o que se plantean la maximización del lucro. En un resumen de este se muestra el siguiente gráfico:

Aquí se puede ver que, de acuerdo a encuestas realizadas en el este de Asia y en América Latina, el principal móvil es la “auto realización”, el segundo  “contribuir a la sociedad” y el tercero es “mejorar el ingreso”. Recién en cuarto lugar viene para los países de Asia (no para América Latina) “hacerse rico”, luego le sigue “ser su propio jefe” (más relevante para los emprendedores latinoamericanos) y en último lugar “ser alguien que admira en los medios”). Si el capitalismo está asociado con el móvil de “hacerse rico”, se pone en evidencia que no es el principal móvil de quienes emprenden en este sistema económico.

Por supuesto que la “lógica” de la acumulación de capital del sistema económico imperante los lleva –a una gran parte de ellos- a “entrar en este juego”. Entre las preguntas que nos podemos hacer están: ello es un determinismo fatal? Se pueden generar “otras lógícas” cuidando este recurso (el capital) pero sin tener como objetivo su maximización a cualquier costo? Desde el enfoque que le estamos dando a esta página es que, en el marco de una economía plural, estos móviles pueden generar otros procesos diferentes, y post capitalismo más acorde con un mundo mejor.

A Modo de Conclusión Provisoria

Somos el resultado de una evolución de miles de años, donde los últimos doscientos han sido «claves» para la conformación de lo que hoy es nuestro sistema-mundo.

Somos la expresión de una conciencia humana que se manifiesta en relaciones sociales y con el medio ambiente, a través de una mediación tecnológica cada vez más acelerada y poderosa.

Podremos revisar y reconducir actitudes e intereses en nuevos procesos y resultados y tratar de construir un post capitalismo que nos permita evolucionar hacia un mundo mejor? O estamos fatalmente encadenados a un «determinismo»? a un azar (la vida como «casino» donde resultado del juego no depende de nosotros)? al miedo al otro? a qué, en la asimetría entre creación/cuidado y destrucción/daño, triunfe la “pulsión de dominio”?

Cada persona, grupo, país e institución mundial tiene distintos grados de libertad en su accionar, dependiendo de las circunstancias. Podremos darle a estos grados de libertad un sentido constructivo y positivo conjunto de poder transformador y de servicio donde lo humano plenamente vivido nos dignifique y haga felices?

Depende de nosotros.

Ser como Dioses y el Mito de Prometeo

En el texto de M. Rubel, “Páginas escogidas de Marx para un ética socialista” (Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1974, págs. 21 y 22) dice que en su tesis de doctorado sobre Demócrito y Epicuro “es evidente que Marx prefiere la concepción epicúrea de la naturaleza, ya que ella rechaza la causalidad objetiva y salva la conciencia individual transformándola en el principio activo de la experiencia. Si Demócrito renuncia a una corona real para poder entregarse a la búsqueda de una nueva etiología (estudio sobre la causa de las cosas), y luego, desesperando de la ciencia se quita la vista, Epicuro desprecia el determinismo universal y considera a los sentidos como los heraldos de lo verdadero, buscando la ataraxia (ausencia de turbación) de la conciencia del yo.

Por lo tanto, no sin razón compara Marx, en el prefacio de su tesis, la filosofía de la libertad de Epicuro con la insolencia de Prometeo. Hace suyo desde ese momento la profesión de fe prometeica: Odio a los dioses, y es su propia causa la que defiende cuando afirma que la filosofía la divisa de Prometeo a todos los dioses del cielo y la tierra que no reconocen la conciencia humana como divinidad suprema. Y cuando al final del prefacio, Marx inscribe a este héroe mitológico en el primer puesto entre los santos y mártires dentro del calendario filosófico, es porque en lo sucesivo concibe la vida como una lucha titánica contra las fuerzas inhumanas y como una tarea terrenal destinada a construir la ciudad fraternal”.

Se puede visualizar la importancia de filósofos griegos, de mitos como el de Prometeo (algo similar está planteado en el relato bíblico del pecado original, en el sentido de ocupar el lugar de Dios) (1), del rol de la conciencia y del poder humano (reforzados y exaltados en la Modernidad a nivel de pensamiento y con la revolución científico-tecnológica), así como la influencia de revoluciones como la francesa con su lema de libertad, igualdad y fraternidad.

Hoy, visto desde comienzos del siglo XXI, qué elementos son considerados válidos y cuales nos “desubican” en enfoques y caminos para construir un postcapitalismo y alcanzar un mundo mejor?

(1) Algo más se puede ver, por ejemplo, en este link y sobre su aplicación a la ciencia aquí.