Economía Ecológica

Si la economía y la ecología están separadas o, en cambio, imbricadas una con otra no es un mero juego de palabras. Depende del enfoque que adoptemos. Intentaremos en esta breve nota delinear las principales características de una «economía ecológica».

Comencemos por decir que, en la antigüedad, tanto en el pensamiento pre-socrático como en el antiguo pueblo judío, había un enfoque o cosmovisión vinculada con la naturaleza. Como ejemplos de este último, se puede mencionar que: «la tierra (la naturaleza) “es de Dios” y “vosotros sois mis huéspedes y residentes de mi propiedad” (Lv 25-23), la importancia de disfrutar y cuidar del Jardín del Edén, así como entre otras normas establece la ley sobre el “reposo de la tierra” (Lv 25, 1-7). Algo similar se presenta en antiguos pueblos americanos como los Mayas, los Guaraníes («Yvy marane’: la “tierra sin mal”) o  los Incas.

Con la modernidad el hombre “domina o explota” la naturaleza, con ayuda de la razón. Para pensadores como Sir Francis Bacon sólo es posible dominar la naturaleza conociendo su estructura y sus leyes. “Hay que ‘torturar’ a la Tierra para que nos entregue todos sus secretos y recursos”. Esto se va a profundizar en el nacimiento y desarrollo del capitalismo, y -lamentablemente- con el socialismo «real» (1)

H. Fazio, en su obra «Economía, Ética y Ambiente (en un mundo finito), Eudeba, 2012, va a plantearse (pág. 10) «¿cómo es posible conciliar un ambiente finito -en cuanto a recursos físicos disponibles y a su capacidad de ser contaminado- con necesidades y deseos humanos ilimitados? Esta pregunta y sus posibles respuestas recorrerán el contenido de la presente obra. El desarrollo histórico de la humanidad se ha desplegado en torno a dos factores que son inherentes a la condición humana: la estrecha de la dependencia de la especie humana con el medio físico que posibilita la vida y del cual forma parte, y la necesidad de pertenencia de los individuos a una realidad que los abarca: la comunidad o sociedad. Este destino común de los seres humanos con el ambiente y la sociedad se ve hoy desdibujado por el ejercicio irrestricto de la racionalidad instrumental económica en que los fines individuales o sectoriales colisionan con los de la humanidad en su conjunto, incluidas las futuras generaciones…». Esta temática ha sido actualizada por Fazio en el libro «Cambio climático, economía y desigualdad. Los límites del crecimiento en el siglo XXI» (Eudeba, 2018).

Es en el contexto de lo que se viene de mencionar es que surge la economía ecológica. La Wikipedia hace una síntesis de quienes fueron los principales economistas «como Nicholas Georgescu-Roegen (19061994), Herman E. Daly, Kenneth Boulding, Karl W. Kapp, Robert Ayres. Fueron influenciados por los trabajos de biólogos como Alfred Lotka (quién introdujo la importante distinción entre uso endosomático y exosomático de la energía), Holling, Eugene y Howard T. Odum. Kapp trató el tema de los costes sociales que incluye las consecuencias negativas y daños que resultan de las actividades productivas y que recaen sobre otras personas o la sociedad pero de las que los empresarios no se consideran responsables. Apropiándose de este modo de una parte del producto nacional mayor de la que les correspondería y reduciendo el precio para los consumidores.

Boulding publicó en 1966 un artículo titulado The economics of the coming spaceship earth que popularizó la metáfora, aplicada a toda la humanidad pero de profunda inspiración norteamericana, de la transición de un mundo sin límites propia del pionero del oeste (cowboy economy) a uno limitado como una nave espacial (spaceship economy) reflejando el necesario tránsito a realizar hacia una economía de equilibrio, no expansiva.

Georgescu-Roegen, que realizó importantes aportaciones a la economía convencional antes de convertirse en un economista disidente, caracteriza el proceso económico, desde un punto de vista físico, como la transformación inevitable de baja entropía o recursos naturales, en alta entropía o residuos. De aquí el recurso a la termodinámica aunque Georgescu-Roegen critica la introducción de la probabilidad en ella (mecánica estadística). El resultado de este proceso sería, o según Naredo debiera ser, el disfrute de la vida. Hay dos fuentes de baja entropía: los limitados stocks (que incluye entre los flujos) de materiales (minerales) de la corteza terrestre y el, inagotable a escala humana, flujo de energía solar.

Frente a la analogía mecánica de la economía convencional Georgescu-Roegen describe el proceso económico como interrelacionado y sujeto a cambio cualitativo. El tiempo se introduce en el proceso productivo mediante su concepto de fondo. Otro aspecto de su obra es el enjuiciamiento de los dogmas energéticos pues afirmó la imposibilidad del reciclaje perpetuo y rechazó una teoría del valor basado en la energía según la cual los precios de las mercancías corresponden a su contenido energético.»

Esta economía ecológica también se la ha definido como «economia verde» o «bioeconomía» (2). También ha surgido, en base a un libro de Gunter Pauli, la denominada «economía azul«. «Cabalgando» entre estos enfoques y el de la economía convencional «con otros valores» apareció la «economía circular» (para mayor detalle ver esta fuente, esta Fundación y este sitio) (3) y la «economía de la cuna a la cuna» (así como otras «emparentadas» como ser la «economía con ecovillas«). La relación entre la economía circular y la economía del bien común la hemos comentado en esta nota. Todo lo anterior ha derivado también en iniciativas de emprendimientos sustentables y programas gubernamentales que buscan apoyarlos (4). A lo anterior habría que agregarle la importancia de la inversión en ciencia y tecnología por parte de agencias del estado así como de promover la inversión privada que abarate sustancialmente las energías limpias de modo que puedan hacer frente a energías altamente contaminantes como el carbón que siguen en ascenso en muchos países según esta nota.

Hay otros referentes: por ejemplo en España José Manuel Naredo, en Argentina Antonio Elio Brailovsky (además del ya citado Horacio Fazio), así como planteos más radicales como los de «ecología política«, el de Naomi Klein o vinculados con el enfoque cristiano la Encíclica «Laudato Si» del Papa Francisco «sobre el cuidado de la casa común».

Sin duda es un tema de la mayor importancia para converger hacia un mundo mejor.

PD: En lo que se refiere a las invenciones vinculadas con lo ecológico es muy interesante la publicación EcoInventos. Respecto a la relación entre prosumidores y agricultura urbana se puede ver esta nota.

(1) Respecto del enfoque de Marx sobre la cuestión ambiental es muy interesante este artículo de H. Fazio y J.M.Naredo.

(2) Recientemente se ha utilizado el concepto de bioeconomía con otro significado: «conjunto de las actividades económicas que obtienen productos y servicios, generando valor económico, utilizando como elementos fundamentales los recursos biológicos. Su objetivo es la producción y comercialización de alimentos, así como productos forestales, bioproductos y bioenergía, obtenidos mediante transformaciones físicas, químicas, bioquímicas o biológicas de la materia orgánica no destinada al consumo humano o animal y que impliquen procesos respetuosos con el medio, así como el desarrollo de los entornos rurales».

(3) Relacionado con el enfoque y práctica de la economía circular es muy interesante esta nota y esta.

(4) También son importantes premios como este.

El liderazgo más adecuado

Hay disciplinas, como la psicología social y la sociología de las organizaciones, que entre sus temáticas están el tratamiento de los distintos estilos o tipos de liderazgo en un grupo, que pueden ampliarse a espacios mayores como instituciones y países. Es así que se describen y analizan en ellas el liderazgo autocrático, el liderazgo paternalista, el liderazgo que deja hacer o «laissez-faire», el liderazgo democrático, el liderazgo transaccional, el liderazgo transformacional…, entre los principales. Predominará o será más viable uno u otro, según la historia del grupo (institución o nación) y la dinámica del contexto en el que el mismo está. 

Quisiéramos hacer una modesta reflexión -hecha con todo respeto y buena intención- sobre algunos rasgos de cómo esto se ha dado, en los orígenes y recientemente, en una institución como la Iglesia Católica. Sabemos que en los orígenes antes de la muerte y resurrección de Jesucristo, El eligió a Simón Pedro (luego San Pedro) en un lugar preeminente entre sus seguidores. Según esta fuente «la Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer papa, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mateo 16, 18-19). Otras Iglesias católicas apostólicas, como la ortodoxa, no lo consideran de esta manera, por entender que Jesús no edificaría su Iglesia sobre un hombre (Pedro) sino sobre la confesión de fe que Pedro hizo: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mateo 16:16). Para los ortodoxos, la Iglesia se edifica sobre Cristo, Hijo de Dios, y Pedro no constituye la cabeza de la Iglesia, sino un apóstol que pudo ver en ese momento por gracia del Espíritu Santo lo que Jesús sería según la fe cristiana. La Iglesia ortodoxa de Antioquía lo considera el primero de sus obispos en la sucesión apostólica».

Posteriormente a la muerte y resurrección de Jesucristo emergió como Apóstol Pablo de Tarso (luego denominado San Pablo). Según la fuente mencionada era hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín.​ El libro de los Hechos de los Apóstoles señala además otros tres puntos respecto de Pablo: (1) que fue educado en Jerusalén; (2) que fue instruido a los pies del famoso rabino Gamaliel, y (3) que era fariseo. Fue perseguidor de cristianos hasta su conversión al cristianismo.​ Dada su gran formación y su conocimiento de la cultura helénica —hablaba fluidamente tanto el griego como el arameo— le permitió predicar el Evangelio con ejemplos y comparaciones comunes de esta cultura, por lo que su mensaje cosechó un pronto éxito en territorio griego. Fue denominado Apóstol de los Gentiles y su rol fue fundamental en la expansión de la fe cristiana (a nivel de divulgación es interesante este video y este sobre los primeros tiempos de Pedro y Pablo).

El suplemento Valores Religiosos del diario Clarín publica una nota de Ariel Alvarez Valdés, licenciado en Teología Bíblica (Jerusalén) y doctor en Teología Bíblica (Salamanca) sobre «¿por qué se pelearon San Pedro y San Pablo?». Comienza diciendo que «una de las disputas más duras que se registra en la Biblia es la que sostuvieron Pedro y Pablo en la ciudad de Antioquía, a fines del año 48, cuando ambos se encontraron allí por cuestiones misioneras. La discusión fue tan grave que, siglos más tarde, y para disimular el escándalo, san Jerónimo explicó que fue una pelea simulada. Pero san Agustín le hizo notar que se había tratado de una verdadera pelea. ¿Cuál fue el motivo? San Pablo lo cuenta en su carta a los gálatas (Gal 2). Todo comenzó en Antioquía de Siria (480 kilómetros al norte de Jerusalén), donde en la década del 30 se había formado una comunidad cristiana extraña y original, pues se habían incorporado en ella por primera vez numerosos paganos. Era una iglesia diferente y revolucionaria: la primera comunidad mixta de la historia (Hch 11,20-21). Allí trabajaban como dirigentes Pablo y Bernabé (Hch 11,22-26). En cierto momento, surgió allí la cuestión de si era obligatorio para los nuevos cristianos cumplir también con las leyes de Moisés. ¿Debían los cristianos de la comunidad hacerse también judíos para formar parte de la Iglesia?». Pablo, Bernabé y Tito fueron a Jerusalén a debatir, con Pedro y esa comunidad, esta situación, y si bien fue aceptada la posición de Pablo, luego en una visita de Pedro a Antioquía llegaron unos cristianos de la comunidad de Jerusalén y se revirtió esta situación. Pedro «temiendo provocar un escándalo frente a los recién llegados, decidió dar marcha atrás, y asumir de nuevo una actitud más estricta, apartándose de los cristianos-paganos y juntándose sólo con los cristianos-judíos, rompiendo así la unidad de la iglesia (Gal 2,12).» A la larga triunfó la posición de Pablo, pero es una enseñanza muy interesante sobre distintos tipos de liderazgo respecto de cómo abordar el futuro.

Recientemente en la Iglesia católica, el Papa Benedicto XVI (un teólogo muy destacado), intentó reafirmar una tradición (que incluyó la restauración del latín para determinadas misas) e introducir cambios en esa dirección, pero se encontró con situaciones de mucha gravedad al interior de la curia romana que no podía manejar y se vió obligado a dimitir. Allí fue elegido el Cardenal Jorge Mario Bergoglio que adoptó el nombre de Papa Francisco, dándole un gran significado a ese nombre vinculado a San Francisco de Asís, y por lo tanto de una Iglesia más pobre y vinculada a los pobres. Encaró cambios en la Curia Romana (relacionados con escándalos de corrupción), así como en líderes religiosos acusados de pedofilia, impulsó un Sínodo de la Familia del cual extrajo lineamientos para una postura más compasiva hacia las parejas divorciadas (posición muy resistida por los sectores más conservadores) y viene nombrando Cardenales con una línea más pastoral. Tiene una posición internacional muy destacada respecto de los migrantes, crítica respecto del funcionamiento de la economía actual y del cambio climático, muy fundamentada en la Encíclica Laudato Si. Más allá de las controversias que generan algunas de sus intervenciones en el caso argentino, quisiéramos detenernos sobre un aspecto en el que consideramos no se ha avanzado en una línea paulina y compasiva frente a las mujeres que abortan (en la práctica e implícitamente se defiende que vayan a la cárcel).

Para ilustrar lo que venimos de expresar nos hemos ya referido en una nota sobre esta temática, y en particular ahora deseamos hacerlo mencionando una experiencia concreta de católicos/as en San José, California, nucleados en la «Guadalupe Hope Society«. Acompañan a mujeres embarazadas (en general en situación de vulnerabilidad socioeconómica) a que puedan tener a sus hijos. En el caso de que estén discerniendo sobre la posibilidad de abortar las orientan y facilitan la posibilidad de dar en adopción (y no abortar). Y si algunas abortaron las acompañan espiritual y psicológicamente en dicho trauma. Entendemos humildemente que este es el camino que cómo cristianos debemos adoptar de manera positiva y compasiva, y no apelar –en la práctica– a la ley del César para que sea punible penalmente. Ojalá que el Papa Francisco y la jerarquía católica puedan incorporar la visión y enfoque de Pablo sobre la diversidad cultural y los signos de los tiempos, en aspectos como el que se viene de mencionar. Dada la importancia que tiene esta institución, y cualquiera sean nuestras creencias (en nuestro caso católica), entendemos que ello nos puede ayudar a construir un mundo mejor.

PD: El 18 de julio de 2018 apareció esta noticia vinculada a que los curas villeros de la región metropolitana de Buenos Aires abrirán centros de contención para prevenir abortos en barrios pobres, lo que va en línea con lo planteado en esta nota. Así mismo las Iglesias evangélicas nucleadas en ACIERA implementaron la Red Nacional de Acompañamiento a la Mujer con embarazo vulnerable. Por su parte el 29/12/2020 el Senado aprobó la despenalización del aborto.

Plan A, Plan B… para un mundo mejor

Una lectura institucional sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible a alcanzar por la humanidad a través de la Organización de las Naciones Unidas, nos plantea una mirada esperanzadora para un mundo mejor. Sin embargo las noticias cotidianas de los periódicos y distintos indicadores nos señalan una brecha significativa entre estos objetivos y la realidad que se expresan -entre otros- en un capitalismo desigual y un mundo preocupante. Podríamos denominar a este escenario como «plan a» o «el plan en curso».

Un plan b podría ser el de encarar un salto evolutivo y realizar un cambio cultural significativo como el que plantea el Club de Budapest y numerosos referentes a nivel mundial. Para ello deberían reconocerse los profundos problemas y dificultades que tiene la humanidad, y realizar un diálogo sincero como se plantea al final de la Encíclica Laudato Si, del Papa Francisco o apelaciones como las realizadas por el Dalai Lama y otros referentes espirituales. Esto implicaría trascender al capitalismo, las relaciones de poder hoy vigentes y transformar la civilización, con un enfoque prospectivo adecuado. Sin duda es difícil, pero no imposible. A este escenario lo denominaremos «plan b» y más deseable que el anterior.

Entre los planes que pudiera haber, podríamos elaborar un «plan c» que consistiría -expresado en lenguaje llano- en un «sálvese quien pueda» pero planificado, ordenado y ejecutado de la mejor manera posible. Notas de periódicos como esta hace referencia a que «el 66% de los millennials estadounidenses -jóvenes entre 21 y 32- no tiene nada ahorrado para su retiro porque simplemente no cree «que el capitalismo exista para entonces.» Esta conclusión de la revista Salon surge del análisis de opiniones y testimonios ante la viralización de un informe de la CNN que reveló ese preocupante porcentaje. «Mi plan de retiro es la muerte» y tuits similares se multiplicaron en la red, fogoneados por quienes ven el 2050 como el borde de un abismo. Crisis climáticas, concentración de la riqueza y privatización de los programas de bienestar son algunos de los miedos que expresan estos jóvenes (pertenecientes a la generación más golpeada por la pobreza según una encuesta reciente), quienes se imaginan compartiendo «comunidades autosostenibles» como «su única forma de supervivencia en la vejez.»

En línea con lo que piensan -entre otros- el 66% de los millenials estadounidenses, habría que ir implementando, desde ya y a ritmo sostenido, ecovillas o eco aldeas en medios rurales actuales y a «colonizar», energía solar y eólica en las viviendas actuales, experimentación de cultivos de hidroponía en medios urbanos,  reutilización del agua, enseñanza en las instituciones educativas de aplicación de manuales de supervivencia, de convivencia y de artes y oficios básicos para mantenimiento autónomo, desarrollo y aprendizaje de impresoras 3D de fabricación de alimentos y otros elementos de la vida cotidiana, reserva de semillas (al estilo de Noruega) y liofilización de alimentos, entre otras cuestiones fundamentales. Este plan no es lo deseable, como el «b», pero es una base para la vida de generaciones futuras que sienten que es difícil cambiar este mundo y luchar contra la estupidez humana.