Apuntes de Metodologías de Abordaje para un Cambio

Sin duda uno de los problemas para abordar «lo sistémico», o de manera «integral» un fenómeno, es la complejidad que ello conlleva, en particular si queremos promover el cambio. No pretendemos resolver este tema, en especial vinculado a todas las dimensiones de un cambio profundo, pero si dar algunos apuntes vinculados a metodologías de abordaje existentes, que son complementarios a los que mencionamos en requisitos para el cambioabordaje sistémico y territorio para el cambio y al «ver, juzgar y actuar«.

Lo primera, y más elemental, es tratar de responder las siguientes preguntas:

  • qué: definir bien de «qué» estamos hablando, analizando o encarando, el contexto del cual proviene, lo que posiblemente subyace (en particular cuestiones ideológicas, a veces personales, de historias pasadas), y lo que se encuentra vigente «cómo expectativa» y podemos objetivar en la actualidad o para el futuro próximo. Es lo primero que hay que hacer. La cuestión de los distintos significados que tienen las palabras (como metáfora «la torre de Babel», mencionada en el libro del Génesis 11:1-9) debe ser abordada de entrada para poder entender y entendernos. Respecto de la cuestión de «los datos» hay que buscar la mayor objetividad posible, sabiendo que «la verdad» siempre es incompleta y con múltiples aristas (donde también juegan nuestros «sesgos cognitivos»). El «qué» pueden ser distintos tópicos a priorizar en base a lo que consideremos cuales son los «puntos críticos» o cómo jerarquizamos los problemas (por ejemplo: la pirámide de Maslow). Ello de acuerdo con nuestra cosmovisión, sistema de ideas y valores.
  • quien/es: Es fundamental tener un buen «mapa de actores», sus intereses, conflictos actuales y potenciales, visiones, expectativas. y posibilidades de acuerdo. Dentro de ellos es muy relevante detectar quienes son los decisores (o liderazgos) y quienes pueden aportar conocimientos,  saberes y competencias para los diagnósticos, elaboración de planes, programas y proyectos, y posibilidades de implementarlos.
  • cómo: De lo anterior tiene que surgir la articulación de decisores e intereses y la incorporación de conocimientos. Es importante realizar una simulación previa en base a la teoría de los juegos  y visualizar si se puede lograr «un equilibrio medio» o tratar de converger a «juegos ganador-ganador». En caso de lograrse, de allí deberían surgir unidades operativas (que articulan “el todo y la parte”), con sus distintos recursos, que nos permitan conducir a los resultados que esperamos. Esto se hace en el contexto de determinadas culturas, estructuras (instituciones) y redes, que interactúan en un sistema (con subsistemas).
  • dónde y cuándo: son las coordenadas espacio-temporales. Conlleva darle «historicidad» al tema y contextualizarlo en un territorio determinado.
  • para qué y para quien: refiere al «sentido» o «fin» que perseguimos, y por lo tanto a lograr resultados de los objetivos que nos propusimos y a quienes fueron dirigidos.
  • relación con otros «qué», «quienes» y «cómo» situados en un espacio-tiempo con diversidad de finalidades: en el penúltimo párrafo de esta nota se plantean metodologías como FODA y Pestel,  que incluyen la vinculación con el contexto y otras dimensiones.

Otra forma de abordaje es similar a cuando vamos a encarar un proyecto o un emprendimiento de cualquier tipo, que consiste en seguir la siguiente secuencia:

  • Visión (se enmarca en una cosmovisión, ideología o sistema de ideas). Es la definición de lo que una persona, organización, lugar o país quiere ser en un futuro (hacia dónde quiere llegar) con nuestros esfuerzos y acciones. Por lo tanto está relacionada con la prospectiva.
  • Misión: es la razón de ser de una persona, equipo u organización, con lo que le permite existir y lograr su sostenibilidad. Por lo tanto está relacionada con la «identidad», la «singularidad» y con el propósito general.
  • Valores: son las virtudes éticas o nuestros principios rectores para la acción.
  • Objetivos: es el fin al que se desea llegar. Pueden ser generales o específicos, en el marco de una estrategia y un plan adecuado (con programas y proyectos), a revisar periódicamente (ver último punto).
  • Metas: son la cuantificación, en el tiempo, de los objetivos.
  • Procesos (o «el cómo»): acciones paso a paso, con una organización adecuada.
  • Indicadores de procesos y de resultados: Pueden ser cuantitativos y/o cualitativos y nos permiten tratar de objetivar o medir si hemos alcanzado lo que nos hemos propuesto.
  • Evaluación continúa para introducir las mejoras o cambios necesarios para lograr los resultados esperados.

Hay otras lógicas, o metodologías como la «Reder«, que consiste primero en determinar los resultados que se quieren lograr (como parte del proceso de elaboración de una política y estrategia), luego la planificación y desarrollo de enfoques sólidamente fundamentados e integrados, el despliegue de esos enfoques de manera sistemática, y finalmente el evaluar y el revisar los mismos, para luego ver las mejoras que haya que implementar.

Son muy valiosos también el análisis FODA, (vinculado al planeamiento estratégico), el análisis Pestel (con los principales elementos de contexto -y de restricciones o condicionamientos- a tener en cuenta), así como los procedimientos que establecen normativas de calidad como las ISO o EFQM, entre otros. A veces se utilizan modelos multidimensionales para aspectos específicos (ej. la competitividad entre países).

Si bien varios de los abordajes mencionados se han implementado fundamentalmente en empresas, ongs y ciudades, pueden utilizarse también para cualquier otro tipo de organización o emprendimiento a cualquier escala como puede ser el planeamiento estratégico para un país, con las adaptaciones del caso. Seguramente el primer requisito es el de encarar un cambio cultural que reoriente nuestras actitudes y acciones en una resolución virtuosa de los conflictos pasando de relaciones de fuerza a las de armonía, equidad y -deseablemente, aunque suene utópico- de amistad social y amor, comenzando por los más frágiles y débiles. Luego vienen instrumentos -sólo a título de ejemplos- como los que se acaban de mencionar. En el contexto de un mundo volátil e incierto, una aplicación adecuada de distintas herramientas y procedimientos pueden ayudarnos a lograr una mayor eficacia en dirección a un cambio para un mundo mejor.

PD: Aquí no se abordan metodologías de formulación y análisis de políticas públicas (en google académico hay 233.000 referencias, entre las que está este texto) y esta sección.

 

Trabajo Estatal y Trabajo Privado

En el primer texto de esta entrada hemos señalado la relevancia y significación del trabajo para el ser humano. También nos hemos referido a cómo el mismo se expresa en distintas dimensiones: la economía social, la economía popular, etc.  En el marco de una «economía mixta» (que hace referencia la imagen de la entrada), o del enfoque de la economía plural, ahora quisiéramos hacer algunas referencias al trabajo estatal y al trabajo privado.

El Estado puede tener distintas dimensiones y características dependiendo de la época y sociedad que analicemos. Desde una dimensión mínima (derivada de un liberalismo «extremo») hasta ocupar toda la vida económica por la completa estatización. También podrá ser eficaz (alcanzando sus objetivos), transparente y equitativo en su accionar así como dar un servicio de calidad a un costo adecuado, o no. Podrá ser un sucedáneo de la falta de empleo o profesionalizar su actividad para desarrollar bien su tarea, en el marco un estado no deficitario. El trabajo en el Estado no está exento del impacto del cambio tecnológico (ver también estados locales como Tel Aviv) y de las necesidades sociales que emergen y otras que ya fueron satisfechas, según el lugar en que actúe.

Los bienes públicos que están bajo la responsabilidad del Estado, en cuanto a garantizar derechos, en muchas sociedades se puede prestar bajo gestión estatal, privada o social, dependiendo del bien o servicio y de las características de los actores intervinientes. Hay casos interesantes como la incorporación de comunidades indígenas, o de pueblos originarios, a experiencias de energías renovables. También son muy relevantes la experiencia de empresas mixtas (como en China o en Argentina como YPF) donde el estado marca «la dirección» y el sector privado trata de optimizar la gestión. Del mismo modo será muy relevante articular virtuosamente el rol presencial de los docentes con el rol de las plataformas de enseñanza como esta, y su rol en promover la economía del conocimiento.

En cuanto al trabajo en el sector privado también dependerá de la escala de la organización (unipersonal, micro, pequeña, mediana o grande), su grado de formalización, tipo de liderazgo que tenga y perspectivas futuras. Al respecto es interesante una presentación de Hugo Kantis en el Senado de Argentina y un video, así como una de Santiago Billinkis sobre los emprendimientos del futuro.

Respecto a las opiniones de las personas respecto de cómo valoran el trabajo estatal y el privado, y dónde prefieren trabajar, habrá que tener en cuenta encuestas como esta.

Tanto en lo estatal como en lo privado, todo lo que haga a:

  • la profesionalización con una escala, medios tecnológicos y costo acorde a lo que se debe realizar,
  • la aplicación de normas como ISO o EFQM, así como un comportamiento transparente y responsable,
  • la verificación de la eficacia e impacto del trabajo en el medio que le toca actuar,
  • junto con un contexto organizacional, remunerativo y de clima laboral adecuado, que posibiliten que la tarea tenga sentido en proporcionar un bien o servicio de calidad

seguramente contribuirá a un mundo mejor.