El cuidado profesional

Hay numerosas actividades humanas que se dedican al cuidado y lo hacen, no sólo con amor, sino también muy profesionalmente. En esta breve nota sólo queremos citar un caso que cobró gran notoriedad a nivel mundial, a comienzos de julio de 2018, con un hecho de suma gravedad ocurrido en Tailandia. Allí se puso de relieve como las autoridades tailandesas, junto a dos buceadores británicos voluntarios, lograron sacar de una cueva de ese país a doce niños y a su entrenador, donde estaban atrapados.

En este artículo de Miguel Wiñazki hace referencia a «la lección que nos deja Tailandia» para la cultura argentina. Dice al comienzo «no buscaron culpables en Tailandia, se enfocaron todos en el rescate. El deporte que aquí conocemos tan bien consistente en detectar antes que nada a los eventuales responsables de todos los males tiene una consecuencia frecuente: se convierte en lo más importante. Primero investigamos de quien fue la culpa, y luego no resolvemos nada». Más adelante expresa rasgos de esa cultura y comenta: «Buda enseñó que quien piensa mal actúa luego mal. Es más fácil culpabilizar que resolver, pero ese facilismo es dañino. Inconducente. También enseñó Buda que frente a las situaciones complejas hay que responder con el bien, con bondad, y si no es posible la bondad es mejor no responder». Esta doctrina filosófica y espiritual también ha jugado un papel muy importante luego de esta experiencia traumática que ha llevado a once de los doce niños a hacer un retiro espiritual y a luego ser ordenados como novicios budistas, así como al entrenador a convertirse en monje.

Sin duda no son fáciles de trasladar experiencias y enseñanzas de culturas tan diferentes, pero el enfocarse en lo prioritario y actuar con profesionalidad y solidaridad (la voluntariedad de los buceadores) sin duda es algo que todos podemos aprender y nos ayuda a ir a un mundo mejor.

El Desapego

La imagen de la entrada remite a una frase de Bodhidharma (vigésimo octavo patriarca del budismo y el primer patriarca legendario y fundador de la forma de budismo Zen. También el Taoísmo, en el capítulo 44 del Tao Te King expresa el concepto así: «El renombre o la propia persona,

¿qué es más digno de estima?
La propia persona o las riquezas,
¿qué es más importante?
Ganar o perder,
¿qué es peor?
Una gran ambición conduce necesariamente a la ruina,
quien mucho acumula inevitablemente sufrirá grandes pérdidas.
Por eso, quien se contenta
no conoce la humillación,
quien sabe refrenarse no conoce el peligro, y puede vivir largo tiempo»

La cuestión del  “desapego” entendemos que es la correcta interpretación contemporánea que respeta la esencia del concepto de “pobreza” del cristianismo: no es el elogio a la pobreza material, dado que hay que “darle de comer al hambriento, de beber al sediento…”, practicar la justicia, poner en valor los talentos. Esto último no sólo conlleva a que nos podamos proveer el alimento por nosotros mismos sino también elegir un camino «desapegado» pero orientado a un desarrollo (*) integral de la persona y la sociedad: bien planteado por la Enciclica Populorum Progressio de Pablo VI. Todo ello en el marco de que el desapego puede tomar distintas expresiones (algunas de ellas radicales, como se lo expresa Jesús al joven rico o como lo vivió San Francisco de Asís) y que somos administradores transitorios –dada nuestra corta vida- de los bienes terrenales.

Esto va en línea con el aporte de Erich Fromm en “Tener o Ser”, donde privilegia “el ser” y diferencia “el tener existencial” (compatible con lo anterior) del “tener caracterológico” (la compulsión por acumular y consumir).  Por otra parte la cuestión del “desapego” es planteado por otras corrientes, como es el caso de las que toman distancia del consumismo (desintoxicarse del mismo).

No es fácil de vivir, pero seguramente nos puede conducir a un mundo mejor.

(*) En los últimos años se ha relativizado o puesto en cuestión la temática del desarrollo desde la perspectiva del «decrecimiento«.